Los maestros también esperan reformas que fomenten el esfuerzo
“En Primaria no hay forma de presionar a los alumnos para que estudien. En cuanto uno ha repetido una vez, ya te toma el pelo. La promoción automática ha servido para enfrentar a los alumnos con los profesores, pues saben muy bien que no podemos forzarlos a nada”. Así se expresa Concha Navarro, profesora de un céntrico colegio madrileño. Aunque este tipo de declaraciones son habituales cuando los profesores hablan de la Secundaria, en muchos centros de Primaria también hay problemas.
Por el contrario, José Luis Vázquez Fernández, director del CRA (Colegio Rural Agrupado) de El Burgo Ranero (León) dice que en los años que él lleva en la junta disciplinaria, nunca ha tenido que tomar medidas de ningún tipo. Y que en su centro, el año pasado, tuvieron un 97 por ciento de PA (Progresa Adecuadamente). Sin embargo, declara, “algo tiene que pasar, porque es habitual que un chaval que lleva nueve años sin un sólo problema de disciplina, sea expulsado del instituto de Sahagún –al que está adscrito el CRA– cuando sólo lleva allí tres meses”. Para este director, los alumnos van demasiado pronto a la ESO, necesitan una atención más personalizada que allí no pueden recibir. “Necesitarían profesores de Primaria, porque a esa edad aún no están lo suficientemente maduros”, nos dice.
Una calidad real
Respecto a la nueva ley, José Luis Vázquez dice que debería fomentar la calidad, e impulsar el uso de modelos de calidad. “Por ejemplo, nosotros vamos a implantar el modelo europeo de calidad (EFQM), del cual esperamos que nos ayude a articular bien el centro”. Y por supuesto, su máxima preocupación coincide con la del resto de centros rurales: “Ya sé que no depende de la nueva ley, pero nuestro principal problema es el de la despoblación. Estamos haciendo un esfuerzo por sacar un centro adelante, y a lo mejor dentro de dos años lo tenemos que cerrar”.
Sobre las reformas, Mercedes Esteban, maestra madrileña de Infantil, y también madre de familia, dice que ella hizo dos reválidas, un examen de ingreso al instituto y otro de acceso a Magisterio. Quizás fueran demasiados exámenes, pero “algo hay que poner para no masificar todo y medir el esfuerzo”. Además, se muestra preocupada por la situación de la Universidad, que conoce porque tiene un hijo estudiando allí. Pero también apunta a que deberían ponerse de acuerdo los sectores implicados.
Jesús Ángel Barriga, maestro en un colegio del sur de la capital madrileña, opina que “en otros países existen itinerarios y cierta segregación, con resultados contradictorios. Es evidente que en España el problema de la adolescencia es grave, y hay que darle una salida”. Por eso, apoya en principio los itinerarios, pero con ciertas dudas: “Me asusta la posibilidad de crear guetos. Así, se juntan los malos alumnos, se fomentan entre ellos las conductas negativas, y acaban jugando a cosas muy peligrosas”.
Los temidos guetos
Este maestro de Compensatoria opina que uno de los errores fue la eliminación de la antigua Formación Profesional, que daba salida a muchos chicos que hoy dan problemas en su aula. Y de su especialidad, pediría a la nueva Ley un mayor esfuerzo para los alumnos de compensatoria que no están en los extremos: hay que desviar los ingentes recursos que se dedican al uno por ciento y emplearlos en el 29 por ciento restante. Eso ayudaría mucho en nuestro trabajo.
“Crucecitas”
De las reformas también opina Concha Navarro que hay que articular medidas para que los niños estudien. Por eso, cree necesario eliminar la promoción automática de una vez, y no le parece mala idea lo de la Reválida porque los alumnos lo verán como una barrera que tienen que esforzarse por pasar. Los itinerarios le parecen “igual de bien”, y dice que es una opinión compartida por bastantes de sus compañeros. “A nadie le gusta lo de que sean todos iguales: ni a los profesores, ni a los padres ni siquiera a los alumnos. En las notas, tenemos que poner lo de Progresa Adecuadamente o Necesita Mejorar. Pero los mismos alumnos nos piden un número en su examen, un seis o un ocho, porque quieren saber de verdad qué tal lo han hecho. Y a las familias les enviamos las notas con lo de PA o NM, pero a los PA les ponemos una serie de “crucecitas” para que los padres sepan el nivel real de sus hijos.