"Los pedagogos socavan la importancia de todo conocimiento específico".
Inger Enkvist ocupa la cátedra de Español en la Universidad de Lund (Suecia), y es autora de múltiples obras de pedagogía. Pero su último libro, La educación en peligro (Ed. Unisón, Madrid, 2000) pretende alertar al gran público sobre las carencias del sistema educativo imperante.
—En su ensayo sobre educación ¿qué es lo que ha pretendido?
—Mi propósito ha sido contar a un público no especializado qué es lo que sucede en la enseñanza y cuál ha sido el camino hasta la situación en la que nos encontramos hoy. Una y otra vez he visto que la gente fuera del mundo de la Educación entiende muy poco de lo que pasa en los colegios. El asunto de complica porque creen entender ya que todos han estudiado alguna vez.
Muchos maestros y profesores constatan que los conocimientos y el orden son cada vez más problemáticos, pero tampoco ellos saben siempre explicar lo que sucede. Lo que aprendieron en los cursos de pedagogía no les sirve para analizar la situación actual y si protestan tienen miedo a que se les tilde de conservadores. En resumen, he querido ofrecer a los padres, a los maestros y profesores y a los políticos una herramienta para «abrir» el mundo de la Educación y entender cómo funciona por debajo de la superficie.
—¿Cuál es la función de la escuela en una sociedad desarrollada en el siglo XXI?
—La escuela nunca ha sido tan importante como hoy. La familia se está transformando en una unidad de vida privada más que de Educación y de trabajo, y por eso la escuela tiene una importancia fundamental para el buen desarrollo del niño y del joven. Me gustaría que tuviera un poco menos de importancia de la que tiene, porque sería más sano, pero las cosas son como son. Se habla demasiado de preparar a los jóvenes para el mundo laboral a través de la informática. Es más importante que sean personas equilibradas, sanas, capaces de actuar de manera beneficiosa para ellos y su entorno.
—¿Qué incidencia han tenido “las ideas pedagógicas” de finales del siglo XX en el fracaso de la Educación en buena parte del mundo occidental?
—Una enorme importancia. La pedagogía ha abierto un campo paralelo de promoción académica para gente sin una profundización en una materia específica. A través de la pedagogía, en el mundo de la Educación han entrado y con influencia unas personas a las que se podría llamar «anti-educadores». Ya que los pedagogos no tienen una materia propia, tienen tendencia a socavar la importancia de todo conocimiento específico de materia, sobre todo lanzando la idea de que sería posible aprender a aprender sin aprender nada específico. En mis momentos de pesimismo me pregunto si estas modas no van a acabar con la civilización occidental tal como la hemos conocido, basada en el humanismo, el racionalismo y la ciencia, porque estos valores han sido trasmitidos a través de la Educación y esta transmisión funciona ahora menos bien.
—El “principio de “comprensividad” es el principio sobre el que descansa todo el sistema educativo español. ¿Lo cree positivo?
—No. Creo que la idea de comprensividad es una equivocación tanto desde el punto de vista del alumno, como de la materia, como del país. En mi país, en un primer momento la comprensividad se entendía como dar certificados escolares a casi todos los alumnos sin exigir que tuvieran cierto nivel de conocimientos. Esto, claro, convierte en imposible el dar una enseñanza de calidad, porque es imposible exigirles conocimientos a algunos sin poder ofrecerles una recompensa más grande. Sin embargo, ahora el lema «una escuela para todos» se interpreta como la integración en la escuela de alumnos de graves problemas de concentración y de conducta y, en el Bachillerato, la inclusión de alumnos que no hablan la lengua en que se imparte la enseñanza, y hasta de alumnos drogadictos y de delincuentes. Está prohibido impedir el acceso de nadie al aula aunque sólo venga para fastidiar al grupo y al profesor. Eso quiere decir que la atención del profesor puede estar ocupada con alumnos de problemas tan graves que un alumno perezoso o ignorante parece casi modélico. Un enemigo de nuestro país y de nuestra civilización no hubiera podido imaginar nada más eficaz para destruirnos. Mi propuesta es interpretar «para todos» en el sentido de «ofrecer alternativas interesantes para todo tipo de alumno» y también ofrecer la posibilidad de cambiar de orientación, para los que cambien de opinión. Ahora, bajo el lema de «educación para todos» nos estamos acercando a una «educación para nadie».
—¿Cuál es el mejor método para aprender? ¿Exigencia o permisividad?
—La manera óptima es estudiar con un buen profesor, en un grupo de alumnos que también quieren estudiar, y estudiar la materia en un nivel que sea interesante para el alumno, con exigencias pero también con recompensas. Exigente no equivale ni a aburrido ni a imposible, y las exigencias deben escalonarse según la capacidad del alumno. Es cruel exigirles lo mismo a todos.
—¿La función del profesor es enseñar a pensar?
—Sí, lo es, y por eso el propio profesor tiene que saber pensar. No es suficiente que el profesor tenga una licenciatura por ejemplo, sino efectivamente tiene que saber lo que es pensar y cómo enseñarlo. Es una grave equivocación pensar que personas sin formación intelectual serían mejores profesores, porque supuestamente estarían más atentos a los alumnos. Vemos en estos momentos en Suecia un ataque al nivel de conocimientos precisos de los profesores, un vaciamiento de contenidos para meter pedagogía. Los pedagogos que son los responsables de eso no tienen un buen nivel universitario en una materia de enseñanza y tampoco son expertos en el arte de pensar. Esto es muy serio.
—¿Qué importancia tienen ‘los contenidos’ en los planes de enseñanza?
—Los contenidos son muy importantes, y sobre todo en una situación de dudas sobre cómo debe funcionar la enseñanza. Suena muy «pedestre» tener que enumerar las partes de una materia que el alumno tiene que estudiar, pero con la nueva tendencia de minusvalorar los contenidos no veo otra posibilidad. También es importante hablar de contenido para poder dar pruebas y otorgar diplomas validos para todo un país. Hablar de contenidos puede verse también como una protección para el alumno. Si hay unos contenidos fijados a nivel nacional, un alumno puede probar que tiene esos conocimientos y merece una nota alta. Si no hay contenidos fijos, el alumno está en las manos del profesor de turno que podrá fijar las metas según sus propios criterios.
—Los profesores de enseñanza Secundaria estamos desbordados por la falta de conceptualización de nuestros alumnos adolescentes ¿a qué cree que se debe?
—Una respuesta parcial podría ser el que no se estudie Lengua y Matemáticas de manera tan sistemática como antes. Tampoco en materias como la Geografía y la Historia se procede de manera sistemática sino eligiendo enfoques según el capricho del alumno. Todo esto quiere decir que los alumnos pueden estudiar bastantes años en el colegio sin acostumbrarse a un procedimiento sistemático. Los conceptos tienen un contenido que se puede fijar, explicar y comparar, y no permiten más que excepcionalmente la libre selección de actividades ni el juego como método, si se pretende alcanzar ciertas metas. En otras palabras, ya que el aprendizaje acumulativo de conceptos exige conocimientos previos, atención, silencio y un plan por parte del profesor, es incompatible con la pedagogía de la «elección del alumno».
—Se está invirtiendo mucho dinero en las TIC, pero los profesores no vemos resultados cualitativamente apreciables. ¿Qué opina?
—Opino que este dinero se podría utilizar mejor. En Suecia, se acaba de publicar una evaluación demoledora para el proyecto más caro que nunca tuvo una escuela, en la que obsequiaron un ordenador portátil a todos los alumnos y se les permitió a los alumnos trabajar de manera libre, eligiendo siempre ellos mismos el enfoque que les interesaba dentro de cada área según su voluntad. Entre otras cosas, su comprensión lectora era muy mala al final del proyecto. ¿Cómo van a trabajar de manera libre e individual y alcanzar un buen nivel si no entienden bien lo que leen?