Sin salida
El pasado martes 11, a la salida de su comparecencia de la ministra ante la Comisión de Educación del Congreso de los Diputados, Pilar del Castillo confirmó que el anteproyecto de LOCE había sido ya enviado para su valoración al Consejo de Estado, trámite imprescindible antes de que la nueva Ley sea aprobada por el Consejo de Ministros. Más que la celeridad del trámite, que indica la voluntad del MECD de poner la LOCE a disposición del Parlamento antes del verano, sorprendió que se hubieran dejado fuera del texto definitivo muchas de las enmiendas aprobadas en el Consejo Escolar del Estado apenas una semana antes.
Además de muchas de las enmiendas presentadas por las patronales de la Concertada, también se han dejado fuera algunas proposiciones que gozaban de amplio consenso y que venían avaladas por las tesis de varios especialistas, y por políticos del Partido Popular: el establecimiento de pasarelas que permitan a los alumnos pasar a otros ciclos de estudio con cierta facilidad.
En concreto, el Consejo Escolar había hecho hincapié en modificar los Programas de Iniciación Profesional (PIP) –en parte, por contener errores como no considerarlos básicos a pesar de cursarse en una etapa obligatoria– para permitir a los alumnos una salida digna y darles la posibilidad de continuar sus estudios. También había pedido que se abriese la posibilidad, a aquellos alumnos que habían cursado el Bachillerato y no habían aprobado la PGB, de acceder a los Ciclos de Grado Superior de FP.
Aunque la ministra dejó abierta la posibilidad de que se modificasen los PIP en el trámite parlamentario –no explicitó en qué sentido ni hasta que punto–, negó taxativamente que se pudiera acceder a la FP Superior desde el Bachillerato sin Reválida, aduciendo que tales ciclos eran equivalentes a una carrera media, y por tanto no se podía facilitar tanto el acceso.
Sin embargo, algunos especialistas consideran que está muy bien mantener principios como la cultura del esfuerzo o el prestigio de la Formación Profesional, pero que en la Educación, en definitiva, se está tratando con personas, y no es conveniente cerrar puertas a los alumnos en su proceso de aprendizaje.
Hay que recordar, por ejemplo, que hace unos meses un informe europeo, además de destacar que el fracaso escolar español era uno de los más altos de Europa, hacía también hincapié en que España tenía el menor índice de jóvenes que, una vez acabados –o abandonados– sus estudios, seguía algún tipo de programa formativo fuera de la enseñanza reglada.
Por ello, y aunque es contraproducente establecer callejones sin salida, en el caso español la situación es más grave, al menos mientras no se inculque a los jóvenes la idea de que la formación no acaba nunca. Y esas bolsas pueden encerrar nada menos que a más de un tercio de nuestros jóvenes.