El 70% de las escuelas de Iraq son un peligro para la salud de los alumnos
Los ocho años de guerra contra el Irán en los 80 y la guerra del golfo en 1990 deterioraron considerablemente la estructura de un país que ha sido además, desde hace 12 años, objeto de severas sanciones impuestas por la ONU. Sólo desde 1996 el programa “Petróleo por alimentos”, que permite al gobierno iraquí vender petróleo y comprar a cambio víveres con fines humanitarios, consiguió atenuar las repercusiones de dichas sanciones.
Aún así, la calidad y cantidad de la Educación han disminuido a medida que han ido subiendo los niveles de pobreza y se han reducido los recursos gubernamentales.
El permanente deterioro en las condiciones de las infraestructuras de los colegios es un ejemplo de la pérdida de capacidad del gobierno para dirigir y manejar los servicios básicos. Ya antes de estallar el conflicto armado, el 50% de las escuelas primarias en el centro y el sur del país no contaban con el ambiente adecuado mínimo para el aprendizaje y la enseñanza. Una situación agravada por las pésimas condiciones de mantenimiento de los centros, que sufren una escasez crónica en los equipos básicos escolares: mesas, sillas, libros y material didáctico. De hecho, hasta el 70% de las escuelas de Iraq necesitan urgentemente renovaciones y reparaciones y muchas de ellas son un peligro para la salud de los estudiantes. Las zonas de juego se inundan en invierno y las aulas con goteras carecen muy a menudo de ventanas, y por supuesto, de calefacción. Los retretes y los lavabos están rotos y muchos estudiantes carecen de acceso al agua potable.
La grave situación actual ha llevado además a un gran número de profesores a abandonar el sector educativo para servir como soldados. Justo antes de comenzar el conflicto armado el pasado jueves y para tratar de mantener en lo posible un ambiente de normalidad, muchas escuelas iraquíes mantenían hasta tres turnos el mismo día para dar respuesta a tres millones de niños matriculados en Primaria. No obstante, y según las últimas estadísticas gubernamentales, más de un millón y medio de estudiantes, que representan aproximadamente el 25% de los alumnos de Primaria y Secundaria iraquíes, no se inscribieron en la escuela el último curso.
En un país donde la mitad de su población son niños y jóvenes en edad escolar, el problema de los desescolarizados se agrava por la alta tasa de abandono durante el curso, que ronda cada año la cifra de 200.000 alumnos. Según datos de Unicef, entre 1990 y el 2002 el índice de abandono escolar se duplicó de un 3% a un 6,6%, afectando de manera especial al alumnado femenino, ya que una de cada tres niñas que abandona sus estudios lo hace para ayudar a su familia en las tareas del hogar o para ocuparse de sus hermanos pequeños. En Iraq la tasa de natalidad asciende a más de 6 hijos por mujer fértil.
No obstante, pese a la falta de recursos y a la situación de país, el período de 1997 a 2002 supuso avances para el sistema educativo iraquí. Gracias a organizaciones como Unicef 400 escuelas tanto urbanas como rurales fueron construidas o rehabilitadas, beneficiando a 298.000 alumnos y 11.500 profesores. Por su parte, el Ministerio de Educación iraquí (MOE) rehabilitó las fábricas de tiza y las infraestructuras de impresión; también puso en marcha el Sistema de Manejo de Información Educativa, que supuso la descentralización de la información y la creación de bases de datos en 11 provincias.
La puesta en marcha de un proyecto integral (salud, Educación, agua y sanidad) para el Mejoramiento de los servicios de atención de niños en Basra, así como un proyecto piloto de Educación no formal para adolescentes, y la capacitación de casi 3.000 profesores calificados y supervisores para mejorar la higiene y el entorno del estudio en materias como Árabe, inglés, Matemáticas y Educación Especial, forman también parte de las tibias mejoras que se habían logrado antes del conflicto.
Sobrevivirán a la guerra
Para la directora ejecutiva de Unicef, Carol Bellamy, “los niños en Iraq son especialmente vulnerables. Su salud, su nutrición, su acceso al agua potable eran ya totalmente inadecuados antes de la nueva guerra. Por eso, enviamos por medio de camiones más de 1.000 toneladas de galletas con alto contenido proteínico y 155 toneladas de leche terapéutica para alimentar a niños que sufren de desnutrición grave, que es una causa de mortalidad entre los menores”. En Iraq, uno de cada 8 niños mueren antes de cumplir esta edad y la desnutrición sigue siendo muy elevada. Una de las representantes de Unicef en Iraq, Carel De Rooy, afirma que “la guerra agrava más la situación”.
Colegio iraquí en Madrid: herméticamente cerrado
Una casa en las afueras de la capital, donde residía hasta hace algunos años el embajador de Irak en España, sirve de sede para el Colegio Iraquí en Madrid. Franquear sus puertas es prácticamente imposible, aún incluso antes de estallar el conflicto armado. Una lengua distinta y la negativa sistemática a hablar de su régimen de estudios impiden el diálogo fluido.
Es una escuela atípica, un centro donde no estudian sólo niños sino también jóvenes adolescentes, es decir, una escuela unitaria. Entre su alumnado, próximo a la media centena también hay mujeres, aunque son las menos. En sus períodos de descanso no salen del recinto de la escuela, que cuenta en su interior con una pequeña piscina ahora vacía. Pero el centro es atípico también porque pasa de incógnito. Salvo cuando se abre la puerta al exterior, una vez por la mañana para que los alumnos entren y una vez por la tarde para que salgan, no hay bullicio ni ruidos, a pesar de que el sistema educativo iraquí, en teoría, no difiere demasiado del nuestro. Se compone de seis cursos de escuela Primaria o elemental (también conocida como primer nivel), y un segundo nivel, también de seis cursos, dividido en dos períodos de tres cursos cada uno, es decir, una Secundaria, y una etapa Secundaria Preparatoria para la Universidad.