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“Lo ideal es que sepamos qué centros funcionan mejor”

Entrevista en exclusiva para MAGISTERIO con Luis Peral, consejero de Educación de la Comunidad de Madrid.
Miércoles, 28 de enero de 2004
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Autor: José María DE MOYA
Rodrigo SANTODOMINGO

La mesa del despacho de Luis Peral parece un skyline de escritorio: torres y torres de papel apiñadas sobre una gran Manhattan de madera. “Mi mujer dice que le recuerda a casa…”, comenta entre divertido y resignado. La jefa de prensa del nuevo consejero de la Comunidad de Madrid añadirá más tarde que Peral entra a las ocho de la mañana y sale a las 10 de la noche. Día tras día, al menos hasta que adquiera una sólida base de formación educativa. Antes consejero de Trabajo y viceconsejero de Transportes, este barón del PP regional afronta ilusionado una nueva etapa política al frente de la enseñanza madrileña.

—Hace escasos meses que usted desembarcó en el mundo educativo. Comenzaría preguntándole qué opinión le merece la LOCE.
—Yo creo que existe un consenso bastante generalizado, con reflejo en las encuestas que se han hecho a los padres de alumnos, sobre la necesidad de seguir avanzando por la calidad de la enseñanza. La LOCE contempla en su preámbulo la esencia de lo que entiende por aquélla: cultura del esfuerzo, promover el estudio y la exigencia. Fomentar también el respeto de cara a un profesorado que ha hecho un enorme esfuerzo por adaptarse a una realidad… tan cambiante, tan distinta a la que conocieron cuando empezaron su profesión. Es importante convertir su actividad en una ocupación económicamente atractiva, desalentar a los que eligen caminos más lucrativos. Revalorizar la enseñanza, en definitiva.

—Uno de los aspectos más controvertidos de la ley marco es la implantación de los itinerarios. Con ellos, ¿se corre el riesgo de segregar a los alumnos?
—Yo creo que no. Vivimos en una sociedad integrada, en la cual aquellas diferencias sociales de otros tiempos que marcaban según la profesión de las personas, prácticamente han desaparecido. Y menos en chicos y chicas adolescentes.
Nuestra obligación es que todo tenga la máxima calidad. Por ejemplo, estamos analizando conjuntamente con la Consejería de Empleo y Mujer las posibilidades para colaborar en la utilización de los magníficos centros de Formación Profesional de la región. Han terminado ya los proyectos de dos nuevos centros integrados, uno en La Celsa con el nombre de Profesor Raúl Vázquez, en recuerdo del que fuera viceconsejero en esta casa. En la FP vamos a echar el resto, al igual que en el resto de itinerarios.

—¿Pero resulta conveniente encaminar a los chavales a edades tan tempranas, aunque luego puedan rectificar? ¿No es demasiado pronto?
—No soy ningún experto en la LOCE. Lógicamente, llevo dos meses en esta consejería y todavía estoy aprendiendo muchas cosas. Pero entiendo que la intención de la Ley de Calidad a este respecto es flexibilizar al máximo las opciones. Lo importante es que cada uno llegue los más alto posible según su esfuerzo y sus capacidades.

—En cierto modo, la LOCE trata de salir al paso a esa crítica tan habitual, sobre todo en la enseñanza pública, de que los centros son algo así como casas sin dueño. Una situación creada, quizá, por las concepciones en exceso democratizadoras de la enseñanza. ¿Qué opina sobre esta cuestión?
—Pues opino que la exigencia lleva consigo el que las personas que desempeñan unas determinadas responsabilidades dispongan de los medios adecuados para ejercerlas. Hay que reforzar la figura del director y ofrecerle más estímulos. Lo ideal es que, en un futuro próximo, podamos decir qué colegios están funcionando mejor que otros, y que eso tuviera efectos positivos sobre el claustro.

—¿Optará la Comunidad de Madrid por convertir al director en un representante de la Administración?
—Aún no sabemos cómo se va a desarrollar el nombramiento de directores en nuestro ámbito de actuación, pero parece claro que la elección debe realizarse con participación de la Administración y del propio claustro Lo que no tiene ningún sentido es que a una persona se le otorguen responsabilidades desde la Administración al tiempo que permanece completamente autónomo de la misma.

—No sé si tiene algún hijo adolescente, de esas edades maravillosas, entre 12 y 16 años…
—No. De nueve, seis y cuatro. El de nueve ya apunta maneras. Plantea exigencias y reivindicaciones que antes planteaban los adolescentes… (risas). Los jóvenes de ahora se ven enfrentados a un mundo de tentaciones fugaces que nosotros no conocimos: el alcohol, las drogas, todo tipo de adicciones… También un mundo cambiante: la tecnología, el cruce de culturas…
Nuestro compromiso es que cuando los alumnos acudan al centro vean un entorno de disciplina y exigencia pero en el que también se encuentren a gusto, dentro, claro, de todo lo a gusto que uno se puede sentir yendo a clase. Ofrecer actividades complementarias en horario extra-escolar es otro de nuestros objetivos primordiales. En este sentido, el fomento del deporte, una de las grandes apuestas personales de la presidenta, aparece como recurso impagable para ahuyentar a los adolescentes de formas de ocio nocivas. La colaboración con la Consejería de Cultura y Deporte será muy estrecha.

—No pocos dicen que se corre el riesgo de convertir a los colegios en aparcamientos de niños. ¿No teme que, abriendo los centros como propone, por ejemplo, el PSOE, 11 meses, siete días, 12 horas, se incurra en una especie de dejación de responsabilidades por parte de los padres?
—Claro, claro. No es nuestra intención. Aquí la responsabilidad es de todos. En absoluto queremos quitar a las familias su papel esencial en la formación de sus hijos. En buena parte, se trata sencillamente de ofrecer alternativas atractivas a los chavales para cuando la familia y el entorno fallan. Cuando hablo de abrir los centros fuera de horario lectivo siempre pienso en esos jóvenes adolescentes que provienen de familias desestructuradas, y a los que hay que apoyar en todo lo posible para que no abandonen los estudios. Para ellos, es especialmente importante que el centro se muestre como un espacio de convivencia, en el ocio y en el estudio.

—El Partido Socialista presentó recientemente su programa educativo para las elecciones generales. Ya ha sido calificado como una Educación de ensueño, un imposible en el corto-medio plazo.
—Primero, de las nueve medidas principales propuestas, ocho son competencia de las autonomías. En las comunidades que gobierna, ¿por qué no empieza ya? Una cierta incoherencia, ¿no? En segundo lugar, como otras promesas socialistas, su programa educativo adolece de una falta de presupuestación y planificación. Pongamos por caso los colegios bilingües. El Partido Popular ha prometido en Madrid 110 centros, uno para cada 50.000 habitantes. Por eso sé lo difícil que es eso. Pensemos que alrededor de la mitad de los maestros deberían, en teoría, tener la especialidad de Inglés. O la propuesta. como decía, de abrir los centros 11 meses, siete días, 12 horas. Eso implica que todos los ayuntamientos deben tener un plan de actividades y personal (monitores, educadores…) para llevarlo al cabo. El PSOE demuestra ser un partido que no cree que vaya a ganar las elecciones, por eso lanza cantos al sol.

Religión, república y laicismo

—¿Qué le parece el tratamiento de la asignatura de Religión en la Ley de Calidad? Para el PSOE, las opciones son “Religión o Religión”…
—Lo que me sorprende es que, en el siglo XXI, la religión siga siendo motivo de controversia entre los españoles. Todo esto me recuerda a las polémicas del 31, la famosa declaración de Manuel Azaña: “España ha dejado de ser católica”, creando enemigos a la República que antes no tenía… Que estos debates se planteen de nuevo en el año 2003… A mí me deja perplejo. No se puede obviar, sea uno creyente o no, la trascendencia del hecho religioso en la civilización occidental: su impronta en el arte, en el devenir de la historia.

—¿Y el tema de Francia? ¿Ese afán por separar por completo la religión de la escuela pública?
—Me comentaba el otro Luis Gómez Llorente, catedrático del “Virgen de la Paloma”, que España, a diferencia de Francia, no es un Estado laico, sino aconfesional. En Francia, desde la Revolución se concibe el laicismo como uno de los pilares de la República. Repito: estas cosas… Parece que hay personas que no aprenden de errores pasados.

—Hace poco más de un mes, la Plataforma por la Escuela Pública de la Comunidad de Madrid desplegaba a las puertas de esta consejería varias pancartas con consignas anticlericales. Decían que había que echar al clero por “abusón”…
—Para mí el anticlericalismo es algo muy antiguo, de hace muchos años. Algo con consecuencias nefastas, como decía, para la República. Niceto Alcalá Zamora era católico practicante, y su gran mérito fue atraer al electorado creyente hacia el nuevo régimen. El sectarismo de la Constitución en este punto le cortó las alas y generó un problema gravísimo. Que el PSOE u otros grupos de izquierda adopten ahora las mismas formas no es ni moderno ni electoralmente rentable. Un puro anacronismo. 

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