Detrás del acoso a los colegios no mixtos
Autor: J. M. de MOYA
No es probable que haya más de un centenar de colegios en toda España que ofrezcan Educación no mixta o separada. Estamos hablando, por tanto, de un 0,5 por ciento del total de centros educativos. ¿A qué entonces este revuelo? ¿qué mensaje se ha transmitido a la sociedad con esta decisión?
Los titulares del resto de la escuela concertada (representados por CECE y EyG) pero sobre todo los padres (Cofapa y Concapa) han entendido este gesto como una agresión en toda regla al derecho de las familias de elegir el modelo educativo que deseen para sus hijos. En primer lugar, como explica la Confederación Española de Centros de Enseñanza, porque “se incurriría en un grave atentado contra la Constitución que establece, en su artículo 27, el derecho a la elección de centro”. Además, tanto la Audiencia Nacional como Bruselas han dinamitado con repetidas sentencias el argumento-fuerza de Bargalló de que en estos centros se discrimina a los alumnos: “…el hecho de que en un centro docente se impartan enseñanzas sólo a niños o a niñas, no puede considerarse que suponga una discriminación por razón de sexo desde el momento en que los padres o tutores pueden elegir dentro de un entorno gratuito de enseñanza, entre los diversos centros existentes en un determinado territorio”, sentenció en su día la Audiencia Nacional.
Las barbas de tu vecino
Sentencias aparte, los titulares de otros centros concertados y, sobre todo, los padres con niños en esos otros centros han entendido el mensaje como una amenaza directa a sus propios intereses. “Es que mañana me pueden quitar a mí el concierto porque en mi colegio se lleva uniforme o porque el horario escolar no les gusta. Pero, ¿a quién tiene que gustarle al conseller d’Ensenyament o a los padres que han elegido este colegio?”, nos explicaba con preocupación el responsable de un colegio concertado mixto. Y éste es el motivo de fondo por el que los 1.400 centros concertados y privados de Cataluña con sus 400.000 familias detrás han decidido cerrar filas con los 17 del patíbulo. “Nos jugamos el futuro de la libertad de enseñanza en Cataluña”, dicen.
Debate abierto
Sin embargo, los partidarios de la enseñanza mixta como única opción legítima se preguntan: ¿cabe todo dentro del carácter propio de un centro? ¿no podría entenderse que separar a los niños por sexo es negativo desde el punto de vista pedagógico, como lo sería separarlos por renta o por raza?
Fue éste, precisamente, el debate que reabrió el año pasado el sociólogo francés Michel Fize cuando publicó Las trampas de la enseñanza mixta. El replanteamiento no parte tanto de enfoques ideológicos, como del intento de dar solución a problemas prácticos, demasiado presentes hoy en el sistema educativo público. Ese aspecto pragmático justificaba también la decisión adoptada en mayo de 2002 en Estados Unidos por la Administración Bush, por la que se autorizaba a los distritos a abrir escuelas públicas no mixtas, decisión bien acogida por la senadora demócrata Hillary Clinton. Y es lo que explica que en Québec y en cada vez más países europeos, sin renunciar a la “regla” de la coeducación en la escuela pública, se permita abrir clases diferenciadas en función de las necesidades específicas de chicos y chicas.
En Las trampas de la enseñanza mixta se muestra que la coeducación en Francia no ha conseguido asegurar la igualdad de sexos ni de oportunidades. Es innegable que se producen cada vez más agresiones sexuales contra las adolescentes, incluso dentro de los centros escolares, mientras crece el fracaso escolar de los chicos.
Tampoco admite Fize que la coeducación sea el único factor al que cabe atribuir estos fallos. En el mejor rendimiento de las chicas influye su mayor capacidad de adaptación al sistema educativo actual, mientras que a los chicos –sobre todo en ambientes populares– les cuesta más aceptar la disciplina escolar y sufren más el choque entre la cultura adolescente y la cultura académica. Y las violencias contra las chicas se deben sobre todo a un desarreglo general en las relaciones entre los sexos, aunque la enseñanza mixta da ocasión evidentemente a que se manifiesten también en la escuela.
Recuerda que la coeducación no se adoptó en Francia fundamentalmente por motivos pedagógicos: “La enseñanza mixta se ha impuesto con la evolución de las costumbres, pero sobre todo por razones materiales: con el avance continuo de la escolarización, el Ministerio de Educación se topó con un déficit de locales y profesores. Chicos y chicas fueron mezclados por comodidad”.
Resultados no logrados
En concreto, Fize señala algunos presupuestos sobre la coeducación que no se han cumplido: “Enseñanza mixta e igualdad: ¿No se pensó durante largo tiempo que la primera engendraría necesariamente la segunda? Enseñanza mixta y respeto: ¿No se afirmaba que el trato entre chicos y chicas, favoreciendo el conocimiento mutuo, suavizaría sus relaciones? Enseñanza mixta y emulación: ¿No se dijo durante mucho tiempo que la coexistencia de sexos favorecería su emulación? Los hechos desmienten todas estas suposiciones. Hay que acabar con la idea de que la escuela mixta es buena para todo”. Para Fize, la coeducación “es un instrumento cuya legitimidad depende de la eficacia”.
En este debate aparecieron otras opiniones más moderadas. Marie Duru-Bellat, socióloga de la Educación, admite que puedan existir clases separadas, pero con matices: “No estoy en contra de la enseñanza separada, pero a condición de que sea temporal y de que los objetivos en materia de programas y adquisición de competencias sean los mismos, para evitar retrasos. La no-coeducación crea burbujas de aprendizaje confortables. A largo plazo, sin embargo, pienso que no es deseable, especialmente para las chicas: no les da armas suficientes para batallar en un universo social que es mixto”, informa Salvador Bernal.
En suma, se trata de una cuestión suficientemente abierta como para no caer en fundamentalismos pedagógicos y mucho menos políticos. Y es que asfixiar financieramente a los colegios –pero, sobre todo a los padres– cuyo único pecado ha sido elegir una enseñanza no mixta para sus hijos a no pocos parece un exceso.
Josep Antoni Duran i Lleida, presidente de CIU: “Es una amenaza también
para la escuela pública”
Declaraciones realizadas en en un encuentro con organizaciones representantes de familias, organizado por Cofapa.
—¿La libertad de enseñanza está en crisis en Cataluña?
—Es evidente que estas últimas semanas se habla mucho del artículo 27 de la Constitución que define la libertad de los padres para escoger escuela y de creación de centros con un determinado ideario. Pues bien, no habrá libertad sin gratuidad, de modo que hoy día no hay verdadera libertad porque no hay auténtica gratuidad.
—¿Pero es real ese enfrentamiento entre escuela pública y escuela privada?
—No y, además. creo que ni siquiera es acertada la denominación pública-privada porque ambas están prestando un servicio público –por cierto, mejor prestado por parte de la concertada porque resulta mucho más rentable. Habría que buscar una terminología más precisa como “escuela gestionada desde la Administración” o algo así.
—Entrando en materia, ¿qué opina de la decisión de retirar el concierto a los colegios no mixtos?
—Pues que no hay nada en la Constitución ni en la normativa básica que impida que esos centros puedan ser concertados. Lo que hay es un claro interés en enfrentar los dos tipos de escuela, la mal llamada pública y la mal llamada privada.
—¿Piensa que el actual gobierno de la Generalitat no cree en el derecho de los padres a elegir centro?
—Yo pienso que sí creen en ese derecho, pero como si fuera un derecho más –así lo manifestó actual conseller d’Ensenyament cuando explicó la medida [estas declaraciones se tomaron cuando Bargalló aún ocupaba ese cargo]–. No entienden que la libertad de enseñanza por parte de los padres es el derecho fundamental y que la Administración lo que tienen que hacer es garantizar que pueda ser ejercido.
—¿Y qué consecuencias puede tener esta medida?
—El que algunos centros concertados tengan que pasar a ser privados, repercutirá en que muchos alumnos tendrán que irse a la escuela pública con el consiguiente incremento del gasto ya que una plaza pública le cuesta a la Administración aproximadamente el doble que una concertada. Es, por tanto, una amenaza a la escuela concertada, pero también a la escuela pública porque no habrá recursos suficientes para atender esa demanda de plazas.