Firmas y movilizaciones por el derecho de los padres
Autor: José M. LACASA
Una tarde sábado de febrero de hace 20 años tuvo lugar una de las manifestaciones más multitudinarias de la democracia española, sólo superada por las últimas concentraciones contra el terrorismo. Más de un millón de personas protestaban porque la LODE, la primera Ley educativa del Gobierno socialista de Felipe González, no garantizaba la libertad educativa.
Los últimos anuncios del Gobierno sobre algunas cuestiones familiares y escolares –la reducción del carácter de asignatura de la Religión, la cuestión del matrimonio entre homosexuales, la reducción del derecho de libre elección de centro– están generando no sólo polémica mediática: algunas asociaciones de padres y de familias comienzan a moverse. Por lo pronto ya hay dos iniciativas populares contra dos de estas medidas: por el mantenimiento de una asignatura de Religión decente, y en contra del matrimonio entre homosexuales.
La primera de ellas lleva ya dos meses y comenzó por una iniciativa de Concapa, que creó la “Plataforma en Defensa de la Asignatura de Religión”.
Tras medio millón de firmas, la Conferencia Episcopal se ha sumado a la iniciativa, pidiendo que desde las diócesis se sumen a la campaña y participen activamente.
Dos millones de firmas
La segunda, que ha comenzado esta misma semana, va a ser una iniciativa popular que se pretende llegue a los dos millones de firmas, según José Ramón Losana, vicepresidente del Foro Español de la Familia, uno de sus promotores. Esta iniciativa, que pretende paralizar los matrimonios entre homosexuales, se ha presentado ante la Junta Electoral Central y contará con fedatarios públicos en todas las provincias españolas y un equipo importante de apoyo. Como dice Losana, “es la hora de la sociedad civil”. Se prevé que la Iglesia apoye esta iniciativa, ya conjuntamente, ya a título individual por parte de muchos obispos.
El hecho es que, independientemente de las distintas iniciativas, lo que puede sacar a la calle de nuevo a los padres de este país es que el Gobierno ponga en peligro la libertad educativa –algunas medidas adelantadas por autonomías como Cataluña y Castilla-La Mancha antes de las elecciones tuvieron una amplia contestación social–, y muchos juzgan que el momento está próximo.
En el PP, Eugenio Nasarre ha declarado que vería con buenos ojos la movilización de las familias “porque se están produciendo agresiones al derecho de libre elección de centro”, encuadrándola dentro de la defensa legítima de sus derechos.
La manifestación fantasma
En 1984, el año orwelliano, tuvo lugar en Madrid una multitudinaria manifestación, convocada entre otros por la Concapa de Carmen Alvear, contra la política educativa del Gobierno de Felipe González, crecido entonces por los 10 millones de votos. Fue también aquella manifestación que el gobierno prohibió anunciar durante el intermedio del “Un, dos, tres” –el programa más visto por los padres en esos tiempos de televisión única. Dicha manifestación fue la más multitudinaria de la democracia española durante años, aunque rara vez ha sido recordada.
Actualmente, el “grado de cabreo” por muchas de estas medidas está creando un ambiente similar, y en muchos comienza a cuajar la idea de repetir una manifestación que obligue al Gobierno “a legislar para el interés y el bien común de la mayoría”, como repite uno de los representantes de los padres, Ángel Trascasa, secretario general de Cofapa, una de las asociaciones de Padres de la Concertada, y a que se respete la libertad de elección de centro por parte de los padres.
La idea de la manifestación apenas ha comenzado a esbozarse, y no es probable que se convoque antes de fin de año. Sin embargo, las reticencias vienen por parte de los escaldados de la vez anterior: aún recuerdan como, tras la multitudinaria manifestación, no consiguieron ser recibidos por el Ministerio, mientras que sí lo era el famoso “cojo Manteca” tras el enorme mérito de arrasar media Gran Vía a pesar de su discapacidad. Por ello, piensan que es necesario algo más, y ese “algo más” es el que aún detiene aún convocatorias y precipitaciones.