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Madrid recupera la sonrisa

Ha pasado un año desde el peor ataque terrorista ocurrido en Madrid. No ha sido fácil para la capital, ni para el grueso de los españoles, superar el trauma psicológico que ha supuesto la muerte de 192 personas y más de 1.900 heridos. Detrás de todo este caos están los niños, pequeñas víctimas que también han sufrido los efectos de este siniestro y que poco a poco superan los traumas y secuelas.
Miércoles, 9 de marzo de 2005
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Autor: Belén BRITO
Marta SERRANO

Un año después de los atentados más sangrientos vividos en Madrid, la población madrileña sigue luchando por sanar las huellas dejadas por tal horror. La solidaridad mostrada por todos los españoles han dejado constancia que España es fuerte y tiene una gran capacidad de superar todas las adversidades.

El jueves 11 de marzo de 2004 a las 7.38 de la mañana diez mochilas bomba cargadas con diez kilos de explosivos estallaron en cuatro trenes de cercanía sembrando el pánico y horror en Madrid. Las estaciones que forman el recorrido entre Guadalajara y Madrid son utilizadas por unas cien mil personas cada día, que se trasladan a sus respectivos lugares de trabajo y estudio.

En plena hora punta, en sólo cuatro minutos habían muerto ciento ochenta y una personas en las diferentes explosiones, y alrededor de 1.900 personas estaban heridas. En las siguientes horas, once personas más murieron y engrosaron la lista negra, 192 muertos y casi 2.000 heridos.

Héroes anónimos

Los servicios de Urgencias de la Comunidad de Madrid se movilizaron de inmediato y realizaron la mayor operación de salvamento de la historia española, lo cual ayudó a disminuir los gravísimos efectos de las explosiones. Y es que todo el que tuvo oportunidad de ayudar, lo hizo: taxistas, vecinos, colegios cercanos y miles de voluntarios, llegados de diferentes puntos de Madrid y posteriormente de España, se volcaron a las inmediaciones de Atocha. El polideportivo de Daoiz y Velarde se convirtió en una improvisada sala de emergencia donde se atendieron a más de doscientas cincuenta personas. Madrid, una de las capitales más cosmopolitas del mundo, se había convertido en pocos minutos en una ciudad impregnada de caos y desolación pero también de solidaridad.

Tras el atentado, el Colegio Oficial de Psicólogos organizó un dispositivo de 1.400 psicólogos voluntarios que atendieron a los familiares de las víctimas y desaparecidos, así como a los profesionales de emergencias y voluntarios que colaboraban. Con todo ello se pretendía disminuir y prevenir los impactos psicológicos sobre todos estos colectivos. En días posteriores multitudinarias manifestaciones se celebraron en diferentes ciudades españoles en memoria de las víctimas. España contemplaba perpleja la mayor masacre de su historia, y los ciudadanos se lanzaron a las calles en búsqueda de una respuesta y en apoyo a todas las personas afectadas. Aquel 12 de marzo Madrid celebró la mayor concentración popular de su historia. No paraba de llover como si la capital llorara a sus muertos.

Huellas imborrables

Mientras la capital se prepara para recordar las 192 víctimas fallecidas en el atentado, los sobrevivientes y familiares se han enfrentado poco a poco y con gran entereza a los espantosos recuerdos y a día de hoy intentan recobrar la rutina de sus vidas. Desde la Asociación de Afectados del Terrorismo se lamentan que la Comunidad de Madrid no les haya preguntado si desean oír replicar las campanas de todas las iglesias de la comunidad, puesto que creen que “no es necesario recordarles el momento del asesinato de sus familiares”. Por otra parte, la Asociación de Víctimas del Terrorismo y Ayuda a las víctimas del terrorismo están de acuerdo con los homenajes a sus seres queridos.

Y es que los estragos psicológicos son evidentes. Un estudio realizado por la Universidad Complutense determina que del 31 % de personas afectadas por depresión poco después de la tragedia, la mitad de ellos sigue padeciéndola, lo que significa que el otro 50% han asimilado el acto terrorista recuperando su vida. Por otra parte, cerca de un 36% de personas presentaban trastornos por estrés postraumático tras el 11-M, y aún a día de hoy la mitad de estos continúan afectados, aunque en menor medida.

Prácticamente la mitad de personas que sufrieron ataques de pánico “se curarán” según los expertos, a pesar de que, por el poco tiempo trascurrido hasta el momento, algunos sigan desarrollándolo en la actualidad.
Los males tanto físicos como psicológicos se van reduciendo paulatinamente. No obstante, cerca de 72.000 individuos todavía tienen muchas secuelas que curar. Felizmente, el personal de emergencias ha logrado superar las depresiones y los trastornos por estrés postraumático padecidas en un primer momento, aunque los ataques de pánico continúan en una mínima proporción entre los profesionales.

En general, los resultados de este análisis arrojan resultados positivos, puesto que en tan sólo un año se han conseguido reducir las secuelas. Dicho análisis ha sido elaborado en dos etapas, una primera en los meses inmediatos al atentado, de abril a junio de 2004, y una posterior, de octubre a diciembre de 2004.

Asimismo, los profesionales de la Unidad de Psicología Clínica y de la Salud de la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid han elaborado una guía de autoayuda tras los atentados del 11-M. El objetivo es ayudar a todos los afectados por los atentados terroristas (www.ucm.es/info/upsiclin/guia11m.doc).

A pesar de toda la crudeza de la masacre, no cabe duda que toda la población madrileña está haciendo un enorme esfuerzo por reactivar la normalidad y asimilar lo sucedido el 11 de marzo. Todos somos víctimas. Ni Madrid ni España se plegarán ante ningún atentado terrorista.

Un diario para renacer

Escribir un diario es toda una tentación, una vía de escape para pequeños y mayores en los momento más importantes de la vida. Contar las aventuras y desventuras diarias en un papel en blanco que no juzga a nadie, ni da siquiera consejos inútiles que no consuelan en los momentos de mayor dolor, fue el mejor antídoto para superar una muerte en el caso de las hijas pequeñas de C.M.D.

En plena adolescencia como estudiantes de 13 y 15 años de edad, las dos hijas de C.M.D. (hoy representante de la Asociación de Víctimas del Terrorismo) vieron como un atentado de la banda asesina ETA segaba la vida de su padre junto a la de otros cuatro compañeros cerca de la Plaza de la Cruz Verde allá por la década de los ochenta.

A pesar de la dura realidad, hoy las antaño niñas han superado el hecho (aunque no lo olviden), y felizmente han podido acabar sus estudios y trabajar en lo que más le gustaba a cada una.

No obstante, en casa guardan un pequeño diario donde la más pequeña de las niñas, muy unida a su padre, escribía cada noche lo mucho que le echaba de menos y sus ganas de quitarse la vida al dejar de encontrarle el sentido y perder las ganas de vivir.

Un día tras otro la menor contaba sus ideas y sus planes sobre el suicidio, aunque, poco a poco, el tiempo y el calor de su familia le hicieron recuperar la sonrisa y escribir en su diario las nuevas ilusiones y el deseo por superar las dificultades.

La vida juega a veces muy malas pasadas pero el tiempo, el cariño y la solidaridad ayudan a las víctimas a recuperar una “normalidad” que nunca debieron perder.

En un lugar de Atocha…

El 11-M vivido por un niño, es el nuevo título de Santiago García-Clairac que pretende rendir homenaje a los niños, víctimas directas o indirectas de la masacre.

Este libro pretende ser utilizado como herramienta pedagógica en las aulas, que sirva a los padres de familia y profesores como instrumento de discusión de un tema tan delicado. Se trata de intentar ayudar a los niños a comprender una tragedia de tal magnitud, ya que muchas veces los niños están olvidados. Añade Santiago: “Los niños tienen sed de saber. Yo he hablado con niños estos días y se sienten contentos que alguien haya sacado un libro de un tema tan adulto para ellos”.

La idea del libro surge exactamente en Alcalá de Henares, como señala el autor: “Se me ocurrió asociar la idea del Quijote y de Cervantes, que aparecen mucho en el libro y los quijotes que hubo el 11-M. Los quijotes que fueron los que ayudaron a las personas heridas y malheridas. No cabe duda de que hubieron muchos quijotes sueltos, dispuestos a dar su vida para ayudar a los demás, incluso pudiendo perder su vida”.

En resumen, Santiago García-Clairac puntualiza “he intentado hacer una historia emocional del 11-M, alejándome de las estadísticas. El informe final es un resumen especialmente escrito para los niños, ordenados cronológicamente”. De esta manera, Santiago García-Clairac con gran sensibilidad vincula la masacre sucedida en Madrid y los niños que ese día fueron testigos de ésta, aportando una reflexión sobre esos héroes anónimos que aportan luz a la tragedia.

“Las víctimas queremos que ese día se hable de esperanza”

La Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) es decana en la atención a los afectados y sus familiares. Por eso pedimos a Beatriz Barcia, responsable del Departamento Socio-Asistencial, que, desde su experiencia, nos de su opinión un año después del 11-M.

En el tiempo transcurrido, ¿se ha ayudado de forma correcta a las víctimas o se podía haber hecho más?
La persona que sufre un atentado al primer lugar que debe dirigirse de la Administración es la Oficina de Atención de Víctimas del Terrorismo, que abre un expediente y evalúa las necesidades inmediatas de la persona. Después, aparte de trabajar en esas necesidades, cuando las lesiones ya estén consolidadas o curadas, producirá ciertas indemnizaciones. Actualmente, en la AVT tenemos personas que han sido heridas leves, con expediente cerrado e incorporadas a la vida normal. Luego, tenemos un grupo grande de personas con heridas graves, que todavía están en proceso de recuperación, pendientes de intervenciones quirúrgicas, de tratamientos y cuyos expedientes siguen abiertos. Por último está el grupo de las familias de los fallecidos, con una situación muy diferente: a nivel administrativo sus procesos están cerrados pero que viven todavía sus procesos de duelo.
Ha sido un atentado que ha desbordado a todas las administraciones y a todas las asociaciones. Siempre se pueden mejorar las actuaciones y las intervenciones a nivel sanitario, judicial, social… Pero creo que se ha hecho un gran esfuerzo.

Vosotros también os habéis visto desbordados, ¿cómo lo habéis intentado solucionar?
El día 11 aquí no había tanto profesional para atender. Se hizo un gran esfuerzo para ampliar el personal, las líneas telefónicas… Los propios asociados, la gente que había vivido un atentado, vino a ayudar, a coger el teléfono, a hacer visitas… quiso apoyar. Hubo que hacer un esfuerzo para informar y asesorar a las personas sobre los recursos, e intentar abordar las necesidades urgentes, como alojamiento o manutención. Una vez abordadas estas necesidades, lo que se hace es programar proyectos tendentes a que esa persona vuelva a recuperarse. Hay proyectos de todo tipo: de seguimiento de familias, de formación, de inserción laboral, de ocio y tiempo libre. Incluso algo tan básico el ocio hay que retomarlo con las personas a las que se le ha roto el proyecto de vida.

¿Hasta qué punto es bueno o es malo para las víctimas todo lo que está rodeando al aniversario del 11-M?
En la AVT hablamos de la doble victimización. Se produce por dos procesos: por un lado, que no exista apoyo de la sociedad, que la persona no encuentre una red de apoyo a su alrededor y, entonces, es como si volviese a sufrir el dolor; por otro, que haya una “sobreprotección” de la víctima. Cualquier víctima del terrorismo necesita que la sociedad le apoye y se sienta cercana, que reconozca los hechos que han ocurrido. Si los homenajes son actos sencillos que el afectado desea, no le provoca daños. Ahora, si siempre se está rememorando el dolor, las imágenes… Éso hace daño. Las imágenes de las explosiones en los andenes provocó que las personas en proceso de mejora volviesen a caer. La AVT espera que, cuando se recuerde el 11-M y a todas las víctimas del terrorismo, no se caiga en lo cruento y se hable de esperanza, de que la gente poco a poco se levanta.

¿Pasado el aniversario, cree que nos olvidaremos de las víctimas?
Yo no me atrevo a decir que la ciudadanía olvide a las víctimas del terrorismo, hemos avanzado en movimientos de solidaridad. Pero sí es verdad que, cada vez, los medios transmiten golpes más duros y en las personas hay una cierta acomodación de escuchar cosas muy fuertes, crean pantallas al dolor. De todos modos, este atentado va a perdurar en la mente de los ciudadanos, que cada vez están más concienciados del dolor de los demás.

Si pudiese conseguir una medida concreta a favor de las víctimas del terrorismo en general, ¿cuál elegiría?
A nivel legislativo se han conseguido muchas medidas, aunque hay cosas mejorable. Por ejemplo, la AVT siempre ha pedido un oficina que asesore a la gente judicialmente. Lo mejor en atención a las víctimas es que haya instituciones que coordinen de forma general. Lo ideal sería que un órgano administrativo común atendiera a los afectados, porque el trasiego burocrático les cuesta muchísimo. Una gestión integral, única, y unos profesionales cercanos facilitarían mucho las cosas.
 

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