Los castellanohablantes obtienen peores resultados en Cataluña
Autor: José M. LACASA
No es difícil recordar cómo, cuando se iba a aprobar la Ley de Calidad, la responsable catalana de Educación (entonces Carme Laura Gil) presumía de que su aplicación no era necesaria en Cataluña porque el sistema educativo catalán estaba más avanzado.
Luego, vinieron las cifras de fracaso escolar, y más tarde el PISA, que venían a confirmar que el sistema catalán era tan mediocre como el del resto de España, y que su enseñanza pública tenía incluso más problemas. Se habló entonces de los “itinerarios encubiertos” como posible causa.
Sin embargo, un análisis más profundo del PISA catalán da algunas pistas sobre la causa de los problemas de rendimiento en Cataluña: la política lingüística.
Porque, calculando los resultados de PISA separando por el idioma que los alumnos hablan en casa, se detecta un rendimiento muy desigual –y siempre en el mismo sentido– entre castellanohablantes y catalanohablantes: 27 puntos menos en Ciencias; 24 en Lengua; 32 en Matemáticas y 33 en resolución de problemas. Todas estas diferencias se incrementan significativamente en el caso de las chicas (hasta 44 puntos de diferencia en Resolución de problemas, por ejemplo). Todas estas diferencias son estadísticamente significativas.
La muestra empleada elimina a los alumnos que hablan otros idiomas en casa, además de aquellos estudiantes de origen inmigrante o con alguno de los padres nacido fuera de España. Los alumnos se examinaron en el idioma que hablaban en casa.
Origen cultural
Quedan, por tanto, sólo alumnos españoles, comparándose no el origen social, sino el cultural: son los alumnos de origen castellano –muchos de ellos, hijos o nietos de inmigrantes que viven en los cinturones industriales– los que obtienen siempre peores resultados. Sin embargo, una vez eliminada la variable socioeconómica, la diferencia mantiene cierta significación estadística.
Cuando se ha realizado la misma prueba en el País Vasco, el resultado es el contrario: son los castellanohablantes los que obtienen mejores resultados, pero con dos salvedades. La primera, que la diferencia es menor. La segunda, que los alumnos que hablan vascuence en familia en la comunidad vasca es de tan sólo el 15%, y son muy escasos en las ciudades, limitándose a medios más rurales.
Y la pública catalana es la que más segrega
Ahondando en la raíz de las diferencias, si se analiza el tipo de centro, encontramos que las mayores diferencias se producen dentro de la pública (los centro pequeños son dos, y su representatividad no es suficiente para establecer conclusiones).
Según los datos, las diferencias entre alumnos castellanohablantes y catalanohablantes escolarizados en la pública son significativamente grandes: 32 puntos en Ciencias (16 en la privada); 26 en Lengua (18 en privada); 37 en Matemáticas (en privados, 24); y 39 en Problemas (23 los privados).
Una vez detraída la influencia de la situación socio-económica, el resultado es que en la privada la diferencia no es significativa –casi todo es achacable al nivel social de los alumnos–, pero no ocurre lo mismo en la pública.
Aunque el tamaño de la muestra es demasiado pequeño para afirmarlo taxativamente, todo parece apuntar que una parte de la diferencia en los públicos (al menos diez puntos) no es achacable más que a la influencia del idioma en que los alumnos reciben clase. Lo que apunta a una segregación encubierta en los centros que dependen directamente de la Generalitat.