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¿Abandono debido a razones económicas? Puede ser (o no)

La pasada semana vio la luz un estudio denominado Informe sobre el consum i l´economía familiar, elaborado por el Servicio de Estudios de Caixa Catalunya y dirigido por el catedrático de Economía aplicada de la UAB, Josep Oliver Alonso. Dicho estudio contenía un amplio informe monográfico denominado Demanda de educación, ocupación, paro e inmigración: algunas reflexiones sobre el caso español. 1995-2006.
Miércoles, 24 de enero de 2007
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Sin valorar si es o no la sección más destacada del informe, sí es al menos es la que más eco ha tenido en la prensa, al concluir que el crecimiento del empleo ha facilitado que los jóvenes abandonen los estudios posobligatorios, y que esto ha ocurrido de forma especial en aquellas comunidades cuya estructura productiva necesita más mano de obra, como los basados en la construcción y el turismo.
El informe compara la situación que existía en 1995 con la que se presenta en 2006, y encuentra marcadas correlaciones entre las variaciones de tasas de empleo y escolarización en diversos grupos de edad.

No está tan claro

El problema es que es difícil aceptar las conclusiones como válidas, por diversas razones: no es que no sea cierto, sino que con los datos del informe no se sabe.
El problema es que el informe analiza dos años, pero se olvida de lo que pasa entre medias: o, al menos, se olvida de lo que pasa en Educación. Y lo que pasa es que ha cambiado el sistema educativo. Mientras que la economía ha mantenido una tendencia creciente bastante estable en estos años, la Educación ha dado un vuelco completo, invirtiendo la tendencia de las tasas de escolarización posobligatoria alrededor del año 2000.
Por ejemplo, muchas de las tasas decrecieron desde el 2000 hasta el 2005, hasta situarse en el mismo nivel que tenían en 1996. Por ello, al comparar la diferencia 1995-2006, hay una variación muy leve. Sin embargo, si el periodo analizado hubiera sido el 2000-2006, las magnitudes hubieran variado considerablemente, y además los signos de la variación hubieran sido los contrarios.
Además, el informe no parece acordarse de que, al extenderse la escolarización obligatoria de los 13 a los 15 años, la situación entre los 16 y los 18 cambia mucho. Por ejemplo, el 34% de los jóvenes de 16 años aún permanecen escolarizados en la ESO, y el 11% de los de 17 siguen aún dos años después. Este hecho altera sustancialmente las tasas de escolarización, y por tanto las hipótesis de partida. Y es que la Educación, en esos años, tiene no pocas trampas para los investigadores.
Se podría, por ejemplo, establecer una hipótesis paralela: las bajas tasas de paro juvenil influyen en las tasas de escolarización porque fuerzan el abandono de los que están aún escolarizados en la ESO, pero afecta muy tangencialmente a la escolarización real en la posobligatoria. ¿Es cierta? No lo sabemos, pero los autores del estudio que analizamos tampoco.

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