Una reflexión sobre las docentes y su presencia en los cargos directivos
Autor: magisnet.com
Nos encontramos celebrando un nuevo año el 8 de marzo, Día de la Mujer Trabajadora, en el que se enarbola la bandera de sus derechos, actualizados en la Declaración de Beijing, y dirigidos a “promover la independencia económica de las mujeres, incluyendo el empleo, así como “promover la igualdad entre los géneros en todos los ámbitos de trabajo, en la representación igual en la vida pública y política”.
Variadas son las interpretaciones que se dan para explicar los datos expuestos: pero ni la incorporación tardía de la mujer al mercado laboral, ni la desigualdad existente en las condiciones laborales, o el acceso a la función pública docente, son argumentos que justifiquen estos datos, ya que en Educación ni se han dado ni se dan estas circunstancias.
Es a través de la conciliación de la vida laboral y familiar, que sigue siendo insuficiente para las docentes, cómo se produciría el equilibrio, aplicando una distribución de tiempos laborales distinta a la actual (por ejemplo, con la generalización de la jornada continua).
Desde CSI-CSIF planteamos diferentes propuestas ya que los derechos establecidos en la ley para la conciliación de la vida familiar y laboral son insuficientes para una realidad social donde las mujeres siguen teniendo el mayor peso en los cuidados familiares.
En primer lugar, creemos que las Administraciones deben avanzar con medidas concretas que consoliden la cultura de la corresponsabilidad, que posibiliten y hagan efectiva la conciliación de la vida laboral y familiar.
En segundo lugar, reivindicamos que se amplíen los permisos o reducciones de jornada tanto por cuidados de hijos menores de doce años, como para la atención a las personas dependientes.
En tercer lugar, regulando de manera generalizada un nuevo modelo de jornada laboral.
En cuarto lugar, revisando los permisos por lactancia, así como la movilidad geográfica en período de embarazo siguiendo las directrices comunitarias en esta materia.
En definitiva, se necesitan medidas reales que ayuden a conciliar la vida laboral y familiar, que faciliten que en la familia el papel de madre y padre, de cuidadores de personas mayores o dependientes, etc. se lleven con un reparto de funciones en corresponsabilidad con el resto de la familia. Sólo de esta manera, quizá las cosas cambien.