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"Ser alarmista es tan peligroso como no percibir el bullying"

Un programa antibullying en el vacío no tiene sentido. Del Rey apuesta por trabajar con los espectadores y por fortalecer las habilidades sociales de las víctimas, para combatir el acoso.
Martes, 17 de junio de 2008
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Autor: Lola Gª AJOFRÍN

Se debe actuar contra la violencia en las aulas, pero no se debe pensar que todo sea bullying. Rosario del Rey Alamillo, profesora de la Facultad de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Sevilla, alerta contra el alarmismo que se está produciendo con el bullying y apuesta por el trabajo con los espectadores y no sólo con agresores y víctimas, para que el acoso desaparezca.

Los estudios no coinciden en las cifras y mientras unos ven bullying en todas partes, otros aportan cifras mínimas. ¿En todos los casos en los que existe violencia escolar debemos hablar de bullying?

El bullying es un tipo de violencia que sucede entre iguales y que es persistente. Un error que soléis cometer los medios de comunicación es asociar la violencia esporádica, como por ejemplo una pelea, con el bullying. El acoso no es un hecho aislado, consiste en hacerle la vida imposible a un niño. Además, cuando el acoso se produce, acosadores y víctimas tienden a aprender su comportamiento y asumir su rol de acosador y acosado, en un esquema de dominio-sumisión.

¿Cuáles serían las cifras reales?
Entre el 5% y el 8% de los estudiantes sufre bullying. Y entre un 2% y un 5% lo que denominaríamos como bullying fuerte. Todos esos estudios que hablan de porcentajes de hasta el 70% son una exageración. De ser así, estaríamos hablando de una epidemia. Yo sacaría a mi hijo del colegio, porque estaría en riesgo de que fuese humillado o pegado, y no es así. No tener conciencia de la situación es tan peligroso como ser alarmista.

¿Acosador y acosado tienen unos perfiles concretos o todos podríamos ser uno u otro?

Cualquiera puede ser víctima en un momento determinado, pero no todos pueden ser acosadores. Evidentemente hay variables personales que te predisponen, un niño con menos amigos tiene más riesgo de convertirse en víctima, pero es la situación la que te condiciona. En el caso de los acosadores es distinto. Junto a las variables personales, influyen las condiciones familiares, como es el ejemplo de padres sobreprotectores o sin una coherencia educativa, de víctimas de violencia doméstica o de niños que han asistido como espectadores de agresiones en el hogar.

¿Por qué se produce el bullying ? y ¿por qué se permite que se produzca?
Existe las dos grandes leyes que hacen que esto se mantenga, que son por un lado la cultura de iguales, es decir, se percibe peor romper la cultura de grupo, ser un chivato, que denunciar; y por otro, los espectadores. De éstos depende la gravedad de los hechos y que la situación se mantenga. El resto de la clase asiste como espectadora porque entre iguales hay una cultura de silencio en la que se entiende que los problemas deben arreglarse dentro. Pero no pasa sólo en las clases, lo mismo ocurre en los trabajos, por ejemplo. Tampoco todos los espectadores son iguales. Están los que no son capaces de verlo, que son muy pocos; los que provocan la situación, aunque no la ejecutan; los que asisten como espectadores porque les gusta ver la agresión… Por eso cuando ves una pelea en la puerta de un colegio, ves a 200 niños.

¿Se pueden señalar culpables?
Si tuviésemos que señalar a un culpable sería a la sociedad. Es un error culpar al agresor, que es lo que se tiende a hacer, porque el discurso de la culpa no nos conduce a nada. Lo que hay que hacer es explorar las causas, lo que le lleva a hacerlo y reeducarlo. Pero en la escuela no sólo nos interesa el vínculo víctima-agresor, sino también el contexto.

Y en el caso de las víctimas, ¿cuál tendría que ser el papel de padres y profesores?
Lo primero es ofrecerles apoyo. Las víctimas se sienten culpables y les da vergüenza contar lo que les ha pasado. Hay que explicarles que es algo que les podría pasar a todos y que no son los culpables. Después es necesario un fortalecimiento de las habilidades sociales.

Y con los que actúan como espectadores, ¿qué tipo de trabajo tendríamos que hacer?

Ahí estaría el trabajo más importante. Nos estamos equivocando al centrar la atención solo en acosadores y acosados. Mucho está en la dinámica social. Hay que trabajar con los niños, pero no sólo en el colegio, también en casa. Hay que explicarles que este tipo de situaciones no deben tolerarse, aunque él no sea uno de los afectados. El error está en tratar la situación sólo con los implicados. El contexto es fundamental. Es un proceso parecido al que ha ocurrido con el maltrato doméstico o infantil. Un programa antibullying en el vacío no tiene sentido.

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