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Una herramienta informática podría acabar con el bullying

Detectar a los alumnos líderes y a los más vulnerables evita el acoso
Martes, 10 de junio de 2008
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Autor: Lola Gª AJOFRÍN

¿Quién es el más solitario de la clase? O ¿con quién te gustaría sentarte al lado? Preguntas aparentemente inocentes como éstas pueden terminar con el acoso escolar si se efectúan a tiempo. Para conseguirlo, un psicólogo de la Universidad Complutense de Madrid ha ideado un programa informático que permite detectar quiénes son los alumnos líderes y  los más vulnerables y de ese modo, evitar las agresiones en clase y su peligroso pacto de silencio. 

Su creador, Javier Martín Babarro, investigador del departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la UCM, explica que el bullying es un proceso que va desde el aislamiento, pasa por el rechazo, hasta llegar a la humillación, “porque la burla al alumno solo es gratis”. Y en conocer la situación social y frenarla está la clave para que el acoso no llegue a producirse.

A está conclusión se llegó, a raíz de una tesis doctoral en la que para conseguir datos, se necesitaba una herramienta informática. Fue entonces cuando comprobaron que la situación social de las víctimas era siempre la misma, con ausencia de amigos y ningún apoyo en clase, e intentaron comprobar qué sucedía si se modificaba la situación social. El resultado fue que se descubrió que si se conocía a principio de curso a los estudiantes más solitarios y se les integraba en el resto del grupo, la humillación no llegaba a producirse.

El primero en utilizar este programa fue un instituto de Fuenlabrada, en 2004, donde se implantó como herramienta “antiacoso” hasta extenderse a 150 colegios. Su fácil funcionamiento es una de sus ventajas. Los alumnos visualizan las caras de sus compañeros y contestan a un cuestionario que permite averiguar la situación social de cada uno. Las preguntas son siempre sobre los otros y no personales, porque “es más fácil mentir, por miedo o por vergüenza cuando se habla de uno mismo”, explica Martín Babarro. Y además, sólo “se dice el pecado, pero nunca el pecador”, porque la idea de señalar con el dedo a sus compañeros podría provocar el rechazo.

El ejercicio se realiza por primera vez en octubre y una segunda vez, a mitad de curso. Tras ese primer análisis, bien el tutor, o los coordinadores de convivencia, –dependiendo de la idiosincrasia de cada centro– se reúnen con los “líderes” y les animan a acoger a los más solitarios, a los que también se les entrevista. Además, se recoloca la clase para fomentar la relación con los más vulnerables. Los posibles fallos del programa, que serían, por un lado, que los alumnos mintiesen y por otro que se negasen a relacionarse con los más solitarios no se producen, porque las mentiras son mínimas y porque se conoce de antemano la reacción del alumno, explica.

Enlace a la versión de prueba del program IESOCIO.

El Senado planta cara al ciberacoso

Unanimidad en el Senado para combatir el child grooming, como se conoce al control emocional sobre un niño por la red para preparar un posterior abuso. La moción, presentada por el senador José María Chiquillo, –que instó al Gobierno a adoptar las medidas oportunas para combatir el ciberacoso– fue aprobada por todos los grupos parlamentarios.

El hecho de que un 15% de los menores haya concertado alguna vez una cita por internet con un desconocido, el 7% haya acudido a la cita sin la presencia de un adulto y una mayoría haya facilitado datos personales por internet, es el responsable de  que los grupos políticos empiecen a tomar conciencia.

Entre las propuestas presentadas por el Grupo Parlamentario Popular se encuentran por un lado, el apoyo financiero a la formación de policías y guardias civiles y para mejorar los medios con los que combatir el delito. Por otro, impulsar medidas para incriminar a los agresores. Y por último, tipificar el acceso a páginas web con este tipo de contenidos y promover campañas formativas en colegios y medios de comunicación.

Además, el PP denunció que el Gobierno no haya ratificado todavía el Convenio Internacional sobre Ciberdelincuencia, firmado en 2001, en Budapest.

 


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