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Cómo extender la enseñanza obligatoria y que menos alumnos sigan estudiando

Uno de los supuestos grandes logros de la Logse fue extender la escolarización obligatoria de los 13 a los 15 años. Sin embargo, se suele desconocer que, tras la Logse, ha descendido de hecho el número de jóvenes que siguen estudiando.
Martes, 16 de septiembre de 2008
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Autor: José M. LACASA

España es el único país de la OCDE –junto con nuestro vecino y compañero de aventuras educativas, Portugal– donde el porcentaje de población entre los 20 y los 29 años que continúa estudiando ha descendido entre 2000 y 2006.

Entre 1995 y 2000 el porcentaje de población que continuaba estudiando entre dichas edades había crecido al mismo ritmo que la media  de la Unión Europea (UE-19), y un punto por debajo de la media de la OCDE. Sin embargo, entre 2000 y 2006 tanto la media de la OCDE como la de la UE-19 han crecido tres puntos más, mientras que España ha descendido dos puntos, un caso de pérdida de alumnos casi único y que sólo ocurre, en menor medida, en Portugal.

Dichos datos están expresados en porcentajes sobre la población, y por tanto no están afectados por variaciones demográficas. Y, para los que enseguida aducen que la causa es la inmigración, pues tampoco parece: la caída más intensa se produce entre 2000 y 2003, los años en que hay menor incremento de inmigrantes. Nos queda, como siempre, nuestro ya sospechoso habitual: el efecto Logse.

Es sabido que el único logro de la Logse al que acuden aún sus defensores es el aumento de la escolarización obligatoria de los 13 a los 15 años. Sin embargo, dicha obligatoriedad se tradujo en un aumento real de, en el mejor de los casos, siete puntos: del 91,9% de alumnos de 15 años escolarizados en el curso 1992-93 al 98,9% en el curso 2003-04. Exigua cifra compensada con creces con el aumento del fracaso escolar, por ejemplo.

También es conocido que tras la aplicación de la Logse comenzó a descender el porcentaje de alumnos escolarizados a los 17 años, y eso que la Ley de 1990 trajo consigo un aumento exponencial de las tasas de repetición (que ha crecido siete puntos entre los alumnos de 15 años entre 1999 y 2007).

Las consecuencias a medio plazo ya estaban también claras: disminución del número de bachilleres, disminución de la tasa bruta de población que accede a la Universidad, no mejora de la tasa de graduados en Formación Profesional de Grado Medio, aumento del abandono educativo temprano y disminución del nivel educativo de los jóvenes. Todo un rosario de datos negativos a los que rara vez las administraciones educativas consiguen hacer frente.

Como nuestros lectores recordarán, todo ello se ha traducido en que, por primera vez, la generación más joven tiene menos titulación que la anterior.

Pues bien, la OCDE también confirma ese descenso extendiéndolo a la siguiente década: como ya hemos dicho, el porcentaje de población entre los 20 y los 29 años que continúa estudiando ha descendido dos puntos entre 2000 y 2006, y eso que las tasas de repetición en nuestro país no sólo han experimentado un crecimiento muy elevado, sino que no tienen parangón en casi ningún otro país de la OCDE (por ejemplo, casi un tercio de los alumnos de FPGM tiene 20 o más años, a lo que hay que sumar las ingentes tasas de repetición en la educación universitaria).

Por supuesto, el Mepsyd no se ha parado en barras y ha dicho que “la educación de los jóvenes españoles mejora más que la media de la OCDE”, y para afirmarlo ha recurrido al conocido “timo de los últimos 30 años”.

Tal timo consiste en utilizar la evidente mejora en las tasas de escolarización y titulación que trajeron la Ley General de 1970 y los Pactos de la Moncloa para tapar el evidente empeoramiento desde que se comenzó a aplicar la Logse. Vamos, si antes de la Logse ganamos 20 y después empeoramos 5, se trata de decir que hemos mejorado 15. O, lo que es lo mismo, ocultar que empeoramos en los últimos años con la tergiversación de sumar una mejora anterior muy superior. Eso sí, si uno cita el sistema anterior directamente es poco progresista: mas no citarlo, ¿qué es?

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