El "cambio" Obama: más horas de clase y exigencia
Autor: Lola Gª AJOFRÍN
A las 5 de la mañana del pasado 4 de noviembre los abrazos y lágrimas de emoción inundaron la fiesta demócrata en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, donde como en otros puntos del planeta se asistió en directo a las elecciones a la presidencia norteamericana. Cientos de ciudadanos celebraban un cambio sin precedentes que va más allá del simple aspecto del presidente de un país y que demuestra que lo improbable puede hacerse posible. Los estadounidenses votaron por el cambio y por reavivar el sueño de Martin Luther King. Ahora la Educación se perfila como uno de los pilares que sostenga la nueva estructura.
“Mi abuelo siempre decía que sólo hay dos cosas por las que merece la pena pedir un crédito: una casa y la Educación”, argumentó a MAGISTERIO minutos antes de conocerse la elección presidencial, Sean C. Carrol, el coordinador en España de la campaña de Barack Obama, quien recordó que el ya presidente electo de Estados Unidos, en su libro La Audacia de la Esperanza apuesta por la Educación como una de las prioridades de su política. La ciencia, la tecnología y la independencia energética son las otras, “aunque como con la crisis no se va a poder hacer todo a la vez, es muy posible que la Educación sea una de sus preferencias”, añadió.
Obama reconoce en dicha obra, cuando habla de Educación que “lo que falta no es dinero, sino comprender que estamos ante una urgencia nacional”. Y recuerda que “si queremos una economía basada en la innovación, tenemos que invertir en nuestros futuros innovadores”.
Para ello propone una serie de medidas que afectarán a profesores, a la enseñanza en todos sus niveles y a la desafortunada ley Que ningún niño se quede atrás –NCLB, por sus siglas en inglés–, que se aprobó en 2001 con el fin de medir la calidad de la enseñanza a partir de exámenes estandarizados pero que ha sido muy criticada por sus escasos logros y por sus tendencias privatizadoras. “Su puesta en marcha fue un desastre”, recuerda Ceiling W., una profesora neoyorquina que celebró las elecciones de su país en España. “Lo único que ha conseguido la ley es que se enseñe para el examen”.
El objetivo de los demócratas es solventar la condición educativa del país que el informe anual del gobierno estadounidense La situación de la Educación 2008 no diagnostica en su mejor momento, y en el que se destaca que los estudiantes norteamericanos son más numerosos que nunca; más diversos –7 millones de alumnos extranjeros más que hace 25 años, en su mayoría hispanos–; y peores en Matemáticas, Ciencia y lectura.
Obama es consciente de esta situación y califica en su libro como “chapuzas” las soluciones que se han intentado hasta el momento. “En parte a consecuencia de las batallas ideológicas pasadas de moda y previsibles” de los partidos, que se han limitado por un lado –el conservador– a argumentar que el dinero no garantiza los buenos resultados, y por otro –el progresista– a exigir más financiación. El nuevo presidente electo toma un poco de cada lado y reconoce que la inversión sí es importante –“si no, por qué pagan tanto los padres para vivir en distritos escolares bien financiados”, cuestiona–, pero considera que es necesario identificar las reformas más efectivas, financiarlas adecuadamente y eliminar los programas que no logren los resultados esperados.
El resto de propuestas pasan por diseñar un currículo más riguroso que ponga énfasis en matemáticas, ciencia y alfabetización; por aumentar el horario lectivo; fomentar la enseñanza desde una edad temprana –“de modo que los niños no empiecen desde una posición de desventaja el primer día de escuela”–; por evaluaciones centradas en el rendimiento; y por directores capaces de cambiar las cosas. Porque, según Obama, la Educación es para EEUU “el centro del pacto que la nación ha hecho con sus ciudadanos”.
El “cambio” también educativo
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