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El crecimiento del fracaso escolar se desacelera pero alcanza el 30,9%

Paloma MoréMartes, 8 de septiembre de 2009
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Incremento porcentual del fracaso de 2000 a 2007.

El fracaso escolar en nuestro país alcanzó un 30,9% en el curso 2006-07, lo cual supone una ligera subida, de 0,1 puntos, con respecto al curso anterior, y una desaceleración del crecimiento registrado en los dos anteriores.

Como todos los años, en el mes de agosto el Ministerio hacía pública la tasa bruta de graduados en ESO por comunidades autónomas, a partir de la cual se calcula el fracaso escolar. Esta tasa representa el cociente entre los graduados en ESO y la población de 16 años, con lo cual no sólo da cuenta de aquellos alumnos matriculados en el último curso y que no llegan a terminarlo sino también de todos aquellos que se fueron descolgando por el camino.

Es, por tanto, un indicador mucho más preciso para aprehender una de las deficiencias crónicas de nuestro sistema educativo, el abandono temprano. El estancamiento de este indicador hace prácticamente imposible que se alcancen los objetivos de Lisboa 2010 en materia educativa.

Diferencias y evolución
El mapa del fracaso escolar en España es ciertamente heterogéneo, las diferencias entre comunidades autónomas son más que significativas, existiendo una brecha de casi 22 puntos porcentuales entre la mejor y la peor situada. Además, como ya viene siendo habitual, los resultados académicos presentan una distribución geográfica llamativa, con una marcada disparidad norte-sur.

Las comunidades de la mitad sur y el Levante, a pesar de tener contextos económicos y productivos diversos, tienen en común tasas de fracaso por encima de la media, con valores de entre el 30% y el 40%.

Por el contrario, el norte se ha mantenido persistentemente por debajo de la media desde el año 2000. De este esquema se desmarcaba la Comunidad riojana que, tras registrar un crecimiento de 2,5 puntos, saltaba en 2007 por encima de la media alcanzando un 31,1% de fracaso escolar.

El caso de La Rioja podría resultar paradójico teniendo en cuenta los excelentes resultados que obtuvo en PISA 2006, donde se evaluaba el rendimiento educativo de los alumnos de 15 años de los países de la OCDE. Si bien el sistema riojano no deja de ser excelente en cuanto a su nivel de exigencia, esta puede ser precisamente la causa de que un número elevado de alumnos se descuelguen sin llegar a obtener el título. Distinta explicación debe tener el incremento, también de 2,5 puntos, producido en Baleares, comunidad que se sitúa como la segunda con mayor fracaso escolar con un 40,5%, solo por detrás de Ceuta (48,2%). Sin embargo, la gran sorpresa de 2007 ha sido el desproporcionado incremento del fracaso escolar en Asturias, de un 16,5% a un 26,9%, pasando de ser la comunidad con menor tasa de fracaso a situarse en una posición cercana a la media.

Otras comunidades, sin embargo, conseguían en 2007 poner cierto freno al abandono temprano, este es el caso tanto de Ceuta como de Cantabria; aunque con resultados relativos muy diferentes las dos reducían la tasa de fracaso en más de 3 puntos. Para Cantabria esto suponía mantener el fracaso escolar por debajo de la barrera del 20% mientras que para Ceuta el logro estaba en dejar de ser la única administración por encima del 50%. Otros descensos significativos por encima de un punto son los de Aragón, la Comunidad Valenciana, Navarra, y Cataluña. Por su parte, el País Vasco ostenta el mérito de ser la única que siempre ha mantenido el fracaso por debajo del 20%.

Un fenómeno multicausal
Con respecto al año 2000 el saldo muestra que España ha empeorado sus resultados en 4,3 puntos. Por tanto, a pesar de que en 2006-07 se contrajera la tendencia no podemos dejar de hablar de un problema crónico de nuestro sistema educativo.

A menudo se esgrime la inmigración como la explicación causal clave de este fenómeno, pero a tenor de los datos, echar la culpa a la inmigración no es sino echar balones fuera.

La integración de alumnos con diferentes orígenes y trayectorias educativas se superpone a las distintas deficiencias estructurales de los sistemas autonómicos. Los datos muestran que no existe una relación de necesaria correspondencia entre las tasas de alumnado extranjero matriculado en ESO y el éxito o el fracaso de una comunidad en cuanto a la graduación de alumnos.

Los resultados escolares en términos de obtención de títulos de ESO de Cataluña y la Comunidad Valenciana difieren en más de 10 puntos y sin embargo ambas tienen un porcentaje similar en torno al 13% de alumnos extranjeros en sus aulas de Secundaria Obligatoria.

Más pronunciada es aún la brecha que se separa el fracaso escolar entre el País Vasco y Andalucía, más de 17 puntos, y de nuevo, en ambas es similar el peso relativo de los alumnos extranjeros, en torno al 5,5%.

Es altamente probable que el peso de la inmigración sea cualitativamente distinto en función de cómo ésta se gestione, es decir de la capacidad de absorción que tenga un sistema educativo. Esto va a depender de las características de cada sistema, por ejemplo de la ratio profesor-alumno o de la acogida que se preste a los alumnos a través de tutorías, clases de apoyo u otro tipo de mecanismos dirigidos a obtener una integración satisfactoria.

A pesar de estas estimaciones, es necesario indicar que existe una dificultad añadida a la hora de calcular estadísticamente la incidencia que la inmigración puede tener sobre los resultados educativos, puesto que la naturalización de los extranjeros hace que estos pasen a ser considerados como nacionales en términos estadísticos. Sin embargo, un cambio de estatus jurídico no tiene porqué alterar las características sociales que pueden influir en el desarrollo escolar de los niños y jóvenes. En todo caso, lo que se espera de un sistema educativo ágil y eficaz es que sea capaz de afrontar los nuevos retos de una sociedad cambiante, y por tanto la inmigración debería ser “gestionada” eficazmente en términos de integración educativa.

La descentralización del sistema educativo español hace que las diferencias entre unas comunidades y otras sean muy notables, incluso la evolución de los dos únicos territorios aún bajo la competencia del Estado, las dos ciudades autónomas, es sustancialmente distinta.

Las probabilidades de ser expulsados del sistema educativo sin haber obtenido el título básico indispensable son enormemente diferentes para un alumno del País Vasco o Cantabria que para otro de Baleares o Ceuta. Es cierto que la composición de la población es distinta en un lugar u otro, así como cada mercado laboral ofrece distintas oportunidades para encontrar un empleo en una comunidad u otra, pero estas explicaciones no agotan el fenómeno. La tasa de actividad en jóvenes de entre 16 y 19 años, es decir, el porcentaje de activos con respecto al grupo de edad, en el segundo trimestre de 2007 era más de cuatro puntos superior en comunidades como Navarra o el País Vasco que en Ceuta. Esto quiere decir que el elevado fracaso escolar de la ciudad autónoma no se debía a que los jóvenes abandonaran el sistema educativo para incorporarse a la vida laboralmente activa.

Entre Baleares y Navarra hay una brecha de 20 puntos (40,5 y 20,5 respectivamente) y, sin embargo, sus tasas de actividad, paro y empleo en jóvenes entre marzo y junio de 2007 eran prácticamente iguales, aunque en Baleardebe haber más economía sumergida.

Evidentemente, debe de haber algo más que el contexto laboral y productivo para que los jóvenes abandonen el sistema de manera anticipada. Si bien el contexto socioeconómico es importante no dejan de ser relevantes también las cuestiones de orden institucional.

El incremento de Asturias, ¿un error de grabación?

Desde el año 2000, Asturias había repetido año tras año, salvo en 2004, el honor de ser la comunidad con menor fracaso escolar del país, siempre por debajo del 20%. Sin embargo, parece que el sistema educativo asturiano, tantas veces aplaudido y tomado como ejemplo, ha caído enfermo. En el curso 2006-07 el País Vasco, Cantabria, Navarra, Castilla y León, Galicia y Aragón se colocaban por delante, dejando a esta comunidad otrora ejemplar en una posición más bien mediocre. El sorprendente incremento de más de 10 puntos ha dejado atónitos a todos, hasta el punto de que la Consejería de Educación lo achaca a un error en la grabación de los datos. La tasa de graduación en ESO en el curso 2005-06 era la más alta del país, el 83,5% para el conjunto y más del 90% entre las chicas, un verdadero record. Al año siguiente terminaba la enseñanza obligatoria un 73,1%, es decir, alrededor de 1.000 adolescentes menos. Para la Consejería de Educación del Principado este repentino y brusco descenso en el número de titulados no se explicaría por un empeoramiento del sistema educativo asturiano ni por una reducción de matriculados, sino por un error en el registro de los datos. Una equivocación interna habría provocado que se dejaran de registrar en el sistema más de 800 titulaciones y esta confusión habría ocasionado que se enviaran unos datos erróneos al Ministerio y que este los publicara. Desde la Consejería de Educación del Principado se insiste en que se procederá inmediatamente a una revisión exhaustiva de las actas para subsanar este error y ofrecer lo antes posible unos datos rigurosos. Queda sin embargo la duda de cómo nadie advirtió el error. Si finalmente se confirma por parte del Ministerio que la tasa bruta de graduación de Asturias estaba equivocada, la media del fracaso escolar en el conjunto del país se vería seguramente también alterada.

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