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La antipedagógica gratuidad de libros de texto perjudica además al sector editorial

Diego FranceschMartes, 24 de noviembre de 2009
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Los editores españoles afirman que “es difícil hacer una valoración del impacto educativo, social y cultural de las políticas de gratuidad del libro de texto que se han implantado a lo largo de la última década en España”. Pero cada vez hay más certezas que incógnitas. Y, lo que es peor, cada curso que pasa, resultará más difícil reorientar la situación actual, para paliar los efectos negativos causados en el aprendizaje de los estudiantes y en el tejido cultural del país.

Un informe reciente de la Asociación Nacional de Editores alerta sobre las consecuencias de las políticas de gratuidad de libros de texto. La Educación es gratuita, pero “el servicio para atender a ese derecho, no lo es. Los costes del servicio educativo que no paga el Estado recaen sobre las familias”.
“Nada es gratis y no debe difundirse la idea de que los servicios públicos lo son, porque en realidad son costosos”, afirman los editores. La cuestión es quién y cómo se paga. Explicar que los derechos implican la contrapartida de deberes cívicos forma parte también de la Educación.

A estos aspectos económicos se unen los pedagógicos. El sistema de préstamo es dudoso que lo sea. Según el Informe PISA 2000, los estudiantes con mayor competencia lectora son los que más tiempo pasan leyendo por placer. Y los alumnos finlandeses son los que mejores resultados obtienen porque son también los que dedican más tiempo libre a la lectura intensiva. Es decir, tienen libros propios y los valoran porque los compran. Han sido educados en que la cultura –y no sólo el ocio y el entretenimiento– cuesta dinero.

Para los profesores, el libro de texto es la principal herramienta de los docentes y el 81,3% reconoce emplearlo bastante o mucho en la labor diaria. Es el recurso didáctico que utilizan más (4,2 en una escala de 1 a 5), superando a los materiales propios (3,9) y guías didácticas (3,6), que son los siguientes recursos por el grado de utilización, según datos de Anele. También los padres consideran imprescindible el libro de texto en la Educación de sus hijos, tanto en los centros como en el hogar (71,9%). A su juicio, ocupa el primer lugar entre los recursos didácticos más importantes que tienen en el hogar, a mucha distancia del segundo, que es internet.

Por su parte, los alumnos expresan la necesidad de trabajar directamente con los libros de texto, realizando anotaciones y subrayados para facilitar la comprensión de lo que leen y estudiar mejor. Y es muy significativo que aproximadamente la mitad de los alumnos tienen la costumbre de consultar libros de texto de otros años. Se constata asimismo que esos hábitos de trabajo activo con los libros de texto y de consulta son menores en la Primaria y que aumentan a medida que el alumno asciende de nivel educativo y llegan a emplearlo en su aprendizaje hasta tres de cada cuatro alumnos del primer ciclo de la ESO.

Por tanto, los libros de texto no son exclusivamente un material para leer, sino un instrumento educativo con el que trabajar diariamente para adquirir competencias y consolidar conocimientos.

El libro sigue mostrando su validez e importancia para el profesorado, para las familias y para los alumnos, a pesar del avance de las nuevas tecnologías.
“Sin duda –dicen los editores– los materiales curriculares deben adaptarse en su formato y contenidos a la nueva realidad, pero igual que potencian el servicio que prestan las bibliotecas, las TIC no sustituyen el uso del libro en el aprendizaje”.

El libro escolar digital
Los libros escolares están en una fase de experimento para crear una especie de “cartera digital” de contenidos, más útil que la simple “pizarra digital”, que es un mero soporte.

Las características de este nuevo libro serían la accesibilidad en cualquier hora o lugar, un adecuado índice de búsqueda, una estructura en módulos, entre los cuales circula el lector, las actualizaciones regulares que permiten revisiones múltiples a un bajo costo, y el carácter abierto a la intervención del lector en el texto (el profesor construye su curso y el alumno se apropia del contenido).

En definitiva, el sistema de préstamo genera rechazo por parte de los editores pero también de los docentes, por motivos pedagógicos y porque supone una carga de trabajo añadida. Y, por otro lado, la satisfacción de los padres es mayor con la ayuda directa. Sólo una pequeña parte se muestra muy favorable al préstamo, pero si se les pregunta qué modelo prefieren, optan por las ayudas y la propiedad de los libros.

Lo que dicen los editores

 

 

 

La Asociación Nacional de Editores considera que el sistema de préstamos no es adecuado por estas razones:

 

 

 

–Sistema obsoleto
El sistema de préstamo de libros de texto es obsoleto, se aplica en muy pocos países y en Francia se está abandonando.

 

 

 

–No garantiza la gratuidad
No garantiza la gratuidad a los sujetos del Derecho a la Educación: no cubre siquiera el coste real de los libros, se cobran cuotas a las familias en algunos casos y muchas familias siguen comprando el libro.

 

 

 

–Injusto y discriminatorio
Acaba siendo injusto y discriminatorio para los “niños pobres” con libros viejos y usados, que no pueden estrenar libros nuevos ni escribir en ellos como los “niños ricos”.

 

 

 

–No es pedagógico
Es contrario a la pedagogía, dañino para la calidad educativa y contraproducente para la adquisición de las competencias básicas.

 

 

 

–Derechos de autor
Lesiona el derecho de autor e incentiva el uso ilegal de las fotocopias.

 

 

 

–Destruye el tejido cultural
Resulta demoledor para agentes culturales importantes y destruye el tejido cultural que forman las medianas y pequeñas librerías.

 

 

 

 

 

 

 

–Ineficiente económicamente
Es económicamente ineficiente, porque ahorra poco en relación a la compra anual de todos los libros y, en cambio, resulta costoso de gestionar, en términos económicos y de recursos humanos.

 

 

 

Lo que dicen los padres y otros

 

 

 

–Una recomendación del Defensor del Pueblo recogía “las dificultades económicas para la adquisición de libros de texto y otro material escolar de numerosos padres”, y que, como consecuencia, “deberían proporcionarse gratuitamente a los alumnos que cursen estudios obligatorios, al igual que se configura como gratuita la prestación de las enseñanzas correspondientes”.

 

 

 

–Una Proposición de Ley Reguladora del libro de texto para la enseñanza básica, presentada por la Ceapa superó el número mínimo de firmas de electores requerido para ser tramitada en el Congreso de los Diputados, como Proposición de Ley de Iniciativa Popular, y se presentó en 1997. Su art. 10 disponía que los libros de texto “en los centros sostenidos con fondos públicos, serán gratuitos para los alumnos”. Y no sólo solicitaba la gratuidad, sino que proponía el modelo de préstamo y la reutilización a lo largo de sucesivos cursos, de los libros que serían propiedad de la Administración, tomando el modelo implantado en Francia.

 

 

 

 

 

 

 

–La Proposición de la Ceapa fue rechazada por el pleno del Congreso, pero inició el proceso. Para buscar respuesta a la proposición rechazada se creó una subcomisión dentro de la Comisión de Educación y Cultura del Congreso que dictaminó a favor de la gratuidad.

 

 

 

Sistemas

 

 

 

–Reutilización
En Castilla-La Mancha, Aragón, Andalucía, Galicia, Navarra, Extremadura y Canarias han optado por el préstamo como fórmula de gratuidad. Los libros se facilitan a los alumnos y éstos deben devolverlos a final de curso, para que sean prestados de nuevo durante cuatro años.

 

 

 

–Ayuda directa
Otros gobiernos autonómicos han optado por la ayuda directa a las familias, que consiste en que la Administración entrega directamente a los padres una determinada cantidad de dinero, bien mediante ingresos en cuenta, bien mediante un cheque-libro o bono canjeable por libros.

 

 

 

–Otros sistemas
En La Rioja puede decirse que coexisten ambos modelos. Cataluña ha iniciado una ayuda a los centros que voluntariamente se adscriben al programa pero las familias tienen que pagar una cuota cada año para colaborar a la compra y reposición de libros. En Baleares se ha aprobado el programa de reutilización.

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