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Gabilondo reconoce que el paro se ceba entre los que tienen menos formación

La diferencia de la tasa de paro entre los que no tienen título de Secundaria superior y los universitarios de 20 a 24 años es de 18 puntos, y de más de 13 si tienen de 25 a 34 años, según datos de junio de 2009. Dos años antes, sin crisis, esa diferencia oscilaba entre los dos y los cuatro puntos.
Diego FranceschLunes, 19 de abril de 2010
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El pasado 7 de abril, el ministro Gabilondo se volvió a reafirmar en sus convicciones pactistas y se defendió de todas las críticas que, desde dentro o fuera de su partido, le dirigen por ello. Fue ante un buen número de participantes en el Foro de apoyo al Pacto por la Educación, una iniciativa de diversas personalidades como Ricardo Díez Hochleitner, José María Fluxá, Arsenio Huergo, José Manuel Martínez Sierra, Federico Mayor Zaragoza, Luis Ramallo, Margarita Salas, Salvador Sánchez Terán o José Mª Sanz.

Gabilondo volvió a repetir su discurso de estos meses atrás sobre la Educación como “la mejor política social”. Tras alabar los logros que gracias a ella se han producido en nuestro país en los últimos 25 años, el ministro sorprendió a todos lamentándose del “modelo que tenemos” y definiéndolo como “cortoplacista, depredador y que no da más de sí”. Todo ello como justificación para intentar un nuevo Pacto que dé paso a una nueva Educación. Volvió a resaltar la consabida “equidad” de nuestro sistema educativo y dijo que era compatible con la calidad, pero también afirmó que “la calidad sin equidad es discriminación”, frente a quienes reprochan que la política socialista de “equidad sin calidad es una fraude”.

Para los más reticentes también tuvo palabras de tranquilidad: el Pacto quiere hacerse “para dar equilibrio y coherencia al sistema educativo dentro del Estado de las autonomías”.

Gabilondo también afirmó –en el capítulo de las justificaciones– que “no sabe si tendrá que pedir disculpas por el Pacto”, pero sigue creyendo en el diálogo y en el consenso como arma política en democracia. Advirtió también que el Pacto no implica “renuncia a nuestras convicciones” y matizó que “para que sea posible conviene que nos centremos en aspectos educativos”. Añadió en este sentido, que “tengamos la modestia de hablar nada menos que de Educación pero sólo de Educación”.

El ministro lamentó que sería “duro si la comunidad educativa pensase que los problemas [educativos] son unos y los partidos políticos son otros”. Es decir, que el juego y el cálculo político o electoral impidiese finalmente la firma. “No pensamos en las próximas elecciones sino en las generaciones”, añadió. Es decir, que tuvo palabras para todos, hasta para los más críticos que esgrimen la cifra de fracaso escolar como la mejor muestra de fracaso del modelo educativo Logse. Por ello, Gabilondo se refirió a la relación –actualmente más acusada por la crisis– entre paro y nivel de formación. Señaló con cifras concretas que el paro se ceba primero y de forma mucho más acusada con los jóvenes sin título, seguidos de los que abandonan el sistema sin estudios postobligatorios, para culminar afectando también a los licenciados, pero ya en porcentajes inferiores al 10%. En definitiva, que Gabilondo satisfizo a todos, pero dijo que el Ministerio sigue trabajando, que no está “cerrado por Pacto”.

Paro y fracaso

  • La diferencia de la tasa de paro entre los que no tienen título de Secundaria superior y los universitarios de 20 a 24 años es de 18 puntos, y de más de 13 si tienen de 25 a 34 años, según datos de junio de 2009. Dos años antes, sin crisis, esa diferencia oscilaba entre los dos y los cuatro puntos.
  • Esto no ocurre solo entre los más jóvenes, que se acaban de incorporar al mercado laboral, sino también entre los 25 y los 29 y entre los 30 y los 34. La diferencia de tasa de desempleo entre universitarios y aquellos que no han obtenido el título de FP de Grado Medio o Bachillerato es de 13 puntos.
  • La población que no ob- tenga el título de Secundaria superior es considerada por la UE como “en situación de riesgo social”. Europa debe obtener unas tasas de abandono temprano por debajo del 10%. España rozaba el 32% en 2008.
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