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“El sistema de títulos condiciona las posibilidades de seguir estudiando”

En el congreso sobre abandono escolar celebrado hace dos semanas en Valladolid ofreció una nueva perspectiva sobre la estrategia conjunta para afrontarlo. Vicente Rivière, subdirector general de Evaluación y Cooperación Territorial del Ministerio de Educación, hace hincapié en que es un fenómeno en el que intervienen muchos factores y que mejorará en la medida en que se trabaje desde todos los ámbitos, uno de ellos el sistema educativo.

Adrián ArcosMartes, 19 de octubre de 2010
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En el congreso sobre abandono escolar celebrado hace dos semanas en Valladolid ofreció una nueva perspectiva sobre la estrategia conjunta para afrontarlo. Vicente Rivière, subdirector general de Evaluación y Cooperación Territorial del Ministerio de Educación, hace hincapié en que es un fenómeno en el que intervienen muchos factores y que mejorará en la medida en que se trabaje desde todos los ámbitos, uno de ellos el sistema educativo.

Recientemente se ha publicado un informe de la Comisión Europea que revela que uno de cada siete españoles ni estudia ni trabaja, lo que ya se denomina generación ni-ni, y que sitúa a España a la cabeza de este fenómeno.
Éste es un problema que no sólo se da en España. El fenómeno ni-ni es algo ya estudiado fuera de nuestras fronteras. Ahora tenemos el 14-15% de jóvenes entre 18 y 24 años que ni estudia ni trabaja, pero esta cifra ha aumentado en los dos últimos años. Hasta 2008 esa cifra permanecía estable en torno al 10%, y se ha incrementado en estos dos últimos años porque ha disminuido el trabajo.

Pero nuestro abandono sí que duplica la media de la UE.
Aquí influyen muchos factores que son en parte educativos, y en parte sociales, familiares, laborales, etc. Es muy conocido que la enorme demanda que ha habido a lo largo de los últimos años de mano de obra sin cualificar, ha enviado a muchos jóvenes fuera del sistema educativo. Esto se ve con mucha claridad en las comunidades autónomas en las que esa demanda es más elevada por el turismo y la construcción, donde seguimos teniendo cifras de abandono mucho más elevadas.

Y desde el sistema educativo, ¿cree que realmente se responde a las expectativas de los alumnos?
Desde luego las cifras de abandono son mucho mayores de las deseables y no es lo que se espera del sistema educativo. Con las últimas modificaciones legales se han tratado de incorporar algunos elementos de corrección que deberían permitir a medio plazo ver una reducción. De todas formas, nosotros tenemos un sistema educativo con una estructura muy fuerte de títulos que condicionan mucho la posibilidad de que los jóvenes puedan seguir estudiando. Cuando el sistema no da el título de ESO en realidad le decimos a ese joven que no puede seguir estudiando. Por tanto, el problema no es sólo que los alumnos no quieran seguir estudiando o que se produzca una demanda familiar, social o laboral que los lleve fuera, sino que les estamos diciendo también que en esas condiciones no pueden seguir, cuando en otros países sí que podrían.

¿La estructura sigue siendo  demasiado rígida?
Se han ido introduciendo elementos de flexibilización últimamente que tendrán que dar sus frutos en el futuro, pero la estructura formal que tenemos en este momento es que la posesión o no del título de ESO condiciona absolutamente las posibilidades que tienen los jóvenes de continuar.


¿Qué va a hacer el Ministerio para evitar que esos jóvenes que no tienen el título de la ESO puedan salir adelante?

Por una parte están las pasarelas, es decir la modificación de todos los procesos de acceso a los distintos estudios de enseñanza postobligatoria que permitan superar esas barreras. De esta forma, si un alumno no consigue el título de la ESO puede seguir estudiando para obtener el título posteriormente o incluso para acceder a ciclos formativos de Grado Medio a través de pruebas, de una formación complementaria, etc. Hay otra medida que tiene que ver con el reconocimiento de las formaciones incompletas que tienen los jóvenes, para que éstos perciban que lo que les queda para continuar no es todo, sino una parte. En lugar de decirle al joven que no tiene formación suficiente y que tiene que empezar de nuevo, ahora le decimos “sabes algo, vamos a ver qué sabes, y en función de eso puedes continuar, avanzar y llegar más lejos”.


Es decir, sería una forma de certificar la formación, pero sin dar un título.

Nosotros tenemos un sistema educativo basado en los títulos que tiene sus ventajas porque son una referencia social y educativa importante, pero también sus inconvenientes porque suponen una barrera. Entiendo que tenemos que seguir manteniéndolos pero introduciendo las modulaciones que hagan falta para favorecer que la gente siga formándose y cada uno pueda llegar al nivel de formación máximo.


Uno de los colectivos que tiene mayor riesgo de abandono es precisamente el de los alumnos varones, con una diferencia de más de 10 puntos con respecto a las chicas. ¿Ha pensado el Ministerio emprender algún plan para evitar estas desigualdades?

Éste es también un problema que no es específico de España, y de hecho uno de los objetivos de la estrategia de Lisboa para 2010 era precisamente mejorar los rendimientos académicos de los varones. El hecho de que las adolescencias de los varones y de las mujeres sean tan diferentes hace que la respuesta educativa, que nosotros estamos dando de forma estándar a unos y otros, tenga más éxito en un caso que en otro. Desde el Ministerio de Educación no podemos hacer mucho en este campo, porque va mucho más allá del abandono. Entiendo que es un problema social, porque tiene que ver con la cohesión social, por lo que el tipo de actuaciones que hacen falta no sólo son educativas. Pero si son educativas están mucho más cerca del nivel de decisión de los propios centros –qué tipo de respuesta se les da a los chicos y a las chicas–, y no tanto de algún programa estatal que nosotros pudiéramos llevar a cabo.


¿No cree que estas diferencias tan marcadas puede servir de excusa para la Educación diferenciada?

La Educación diferenciada no mejoraría nada estas desigualdades. Entiendo que la respuesta debe ser la “microeducación”. Es un fenómeno complejo porque tiene que ver con la percepción que tienen los chicos y chicas sobre lo que van a pensar sus compañeros respecto al estudio, la valoración sobre la capacidad de progreso social que tienen unos y otros. Es decir, es un fenómeno que requiere respuestas desde el punto de vista educativo a nivel de centro, y desde el punto de vista social porque las adolescencias son completamente diferentes, y la pertenencia al grupo es también distinta en un caso y en otro –grupo numeroso en el caso de los chicos y más pequeño en el caso de las chicas–.

 

LAS CLAVES

– Desfase en los resultados
“Uno de los problemas en la lucha contra el abandono es la dificultad para establecer relaciones entre las medidas que tomamos y sus efectos, que se producen con un desfase en el tiempo considerable”.

– Matiz en la inmigración
“Las cifras que tenemos sobre abandono de jóvenes inmigrantes tienen un sesgo en el sentido de que hay una parte de esos jóvenes que no han pasado por nuestro sistema educativo, y por tanto sería impropio llamarlo abandono escolar. Son, más bien, necesidades de formación”.

– Orientación
“Tenemos que procurar que los jóvenes que han abandonado conozcan las posibilidades formativas que se le ofrecen y tengan un lugar donde acudir para saber qué vías pueden seguir”.

– Oferta atractiva
“Tenemos que hacer que las ofertas educativas dirigidas a los jóvenes que han abandonado sean atractivas para ellos, y pienso en atender a los jóvenes que no pueden seguir un régimen ordinario de escolarización como lo entendemos en Secundaria o Bachillerato. Tenemos que pensar en horarios escolares que se adapten a las necesidades de esos jóvenes, que trabajan a la vez o hacen otra actividad”.

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