Melancólica caída del nivel de formación de los jóvenes

U na de las cantinelas que se ha puesto de moda entre los políticos consiste en decir que “no podemos caer en la melancolía”. Te lo dicen cuando haces referencias al pasado en tono crítico o revisionista, cuando buceas en las decisiones de ayer que originaron los problemas de hoy, cuando intentas ir a las causas –no para encontrar culpables– sino para encontrar las soluciones adecuadas. En clave política no les falta razón porque la política es márketing y el pasado no vende, lo que vende es el futuro.

Hecha la salvedad, dejen que me ponga un poco melancólico y comente los datos que publicamos en página 5. No son nuevos pero profundizan. El nivel de formación de nuestros jóvenes ha caído, según Eurostat, seis puntos desde 2000, situándonos a la cola de Europa y, lo que es más alarmante, convirtiéndonos en los campeones de la caída libre. Ningún país pierde tanto nivel en tan poco tiempo. Durante esta década el nivel de formación de la Europa de los 27 crece dos puntos, de modo que casi todos se acercan al objetivo de Lisboa 2010 del 85%, mientras que nosotros nos alejamos lenta y melacólicamente.

No sé si en la próxima campaña electoral nuestros políticos podrán decir aquello de que contamos con la generación de jóvenes mejor formada de la historia. Probablemente lo dirán y harán bien porque es cierto que no podemos caer en la melancolía. Cada uno a lo suyo.