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Nos falta actitud para levantar la Educación

José Mª de MoyaMartes, 22 de febrero de 2011
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Hubo un país que en PISA 2000 obtuvo unos resultados mediocres. Los alumnos se situaron por debajo de la media (500) en las tres pruebas: 484 en Lectura, 490 en Matemáticas y 487 en Ciencias. El país en su conjunto, con su gobierno y la prensa al frente, calificaron los resultados de “catástrofe y vergüenza nacional”. Era mucho más lo que se esperaba de aquella nación por historia, por cultura y por reputación.

En aquella misma edición de PISA, otro país alcanzó unos resultados similares. 493 en Lectura, 476 en Matemáticas y 491 en Ciencias. La reacción de la sociedad, sin embargo, fue muy distinta puesto que los resultados parecían confirmar una medianía que se esperaba y que no despertó gran irritación en la prensa. Mucho menos en sus gobernantes que calificaron los resultados de “razonablemente satisfactorios”.

Casi una década después, los alumnos del primer país –el inconformista– han obtenido en PISA 2009 13 puntos más en Lectura, 23 más en Matemáticas y 33 más en Ciencias. Ha abandonado los puestos de cola y ha pasado a ocupar la posición que su gobierno considera que les corresponde. Los alumnos del otro país–el satisfecho– han obtenido 12 puntos menos en Lectura, 7 más en Matemáticas y 3 menos en Ciencias. Continúan, obviamente, en las posiciones de cola y su gobierno sigue razonablemente satisfecho.

El caso alemán y el español constituyen, pienso, un buen y un mal ejemplo de actitud. Hay un camino entre la melancolía y el optimismo antropológico, entre el alarmismo y la autocomplacencia infantil. Es la diferencia entre resolver los problemas y destruirlos. Este país necesita una actitud adulta, seria y responsable para enfrentar el drama de nuestra Educación. Ni retroceder a épocas pasadas, ni meter la cabeza en la tierra son la solución. De eso sí estoy seguro.

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