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“Estamos en la época de los pioneros; muchos docentes no conocen nuestra función”

La Asociación de Profesionales de la Orientación de la Comunitat Valenciana es la organizadora de las II Jornadas Nacionales sobre la Orientación de Alicante.

Pablo RoviraMartes, 29 de marzo de 2011
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La orientadora Charo Moya es la vicepresidenta de la Asociación de Profesionales de la Orientación de la Comunitat Valenciana (Apocova).

¿Cuál es la situación de la orientación escolar educativa en España?
En Apocova pensamos que, desde el punto de vista administrativo, la profesión se está estabilizando, porque las distintas instituciones educativas, tanto autonómicas como nacionales, ya contemplan esta labor asignada a un profesional, y a éste lo ubican en todos (o en casi todos) los niveles y entornos educativos: Infantil y Primaria, Secundaria, Adultos, algunas universidades, servicios de empleo… Es decir, podemos decir que la orientación, entendida como un proceso de apoyo, personal e institucional, a lo largo de la vida, es una realidad. Otra cosa es que todavía queden zonas de sombra, sin cobertura, o con una atención que podemos calificar de simbólica: no todas las comunidades autónomas tienen orientadores en los centros de adultos, o en los conservatorios de música.

Pero desde la perspectiva de las tareas que desempeñamos, creemos que todavía estamos en la época de los pioneros. Aunque ya hace 25 años que apareció en el BOE esta profesión en España, todavía hay muchos compañeros, en nuestros propios centros, que no saben cuáles son nuestras funciones y cometidos. Siempre vamos mejorando e introduciendo nuevas funciones, y al principio pensábamos que con ese año quedaría cerrado un proceso o un procedimiento. Hasta que nos hemos convencido, dolorosamente, de que hace falta una generación entera para que la sociedad y la institución asuma definitivamente, asimile plenamente, el servicio que prestamos.

¿Va ganando el orientador cada día más espacio de actuación en los institutos?
A lo largo de estos 25 años de intervención de los orientadores en los centros de Secundaria ha ido ganando espacio debido a las necesidades que van apareciendo en los adolescentes y que se refleja en los institutos. Los orientadores tenemos una formación específica en Educación; esto supone apoyar a los centros en diferentes campos de intervención, como la tutoría, el asesoramiento a las familias, la orientación académica y profesional al alumnado, a los equipos educativos…
Así como en Primaria la intervención del orientador, que siempre se le ha llamado psicólogo, ha sido asumida y muy demandada; en Secundaria ha supuesto un gran esfuerzo para que nuestras funciones hayan sido entendidas y conocidas por los compañeros, el alumnado y las familias.

Con el tiempo hemos ido ocupando más espacios en los centros al tener que detectar y asesorar en las necesidades del alumnado, esto ha supuesto un cambio de mentalidad entre todos los miembros de la comunidad educativa.

¿Cómo reivindicar ese papel del orientador en el proceso educativo?
Mediante el trabajo diario. Un trabajo serio, documentado, colaborativo, ético y en continua actualización. Mediante la eficacia y utilidad de nuestras acciones en el día a día. Con la satisfacción del profesorado, alumnado y familias después de nuestras intervenciones. A través de la ilusión que aparece en los ojos de las personas que están fracasando, en cualquier ámbito, y a las que, con nuestra actuación, se les abre un horizonte nuevo y posible, una perspectiva concreta de mejora e inclusión. Cuando recibes el agradecimiento de un compañero, una madre o un alumno constatamos que nuestro papel debe continuar de-sempeñándose, después de nosotros. Por eso también colaboramos en la formación de orientadores, desde la tutoría de prácticas de la carrera de Psicopedagogía y con cursos para noveles.

¿Qué papel juega el orientador para reducir ese 30% de abandono educativo temprano que hay en España?
Por un lado, colaborar con el profesorado y alumnado para que todos obtengan éxito en su experiencia de enseñanza y aprendizaje en los centros educativos. Ésta es una de las claves para conseguir que se “enganchen” a la tarea formativa. Se hace a través de la mejora en el clima de aula, en la mejora de la metodología y la evaluación, en la mejora de las expectativas del profesorado hacia el alumnado, en la clarificación de opciones y alternativas escolares con las consecuencias de cada una de ellas, en la colaboración para superar bloqueos y desmotivaciones, en la generación de autodisciplina y responsabilidad…

Por otro, ayudando a establecer en el propio centro y buscando alternativas que den respuesta a la gran variedad de intereses y motivaciones del alumnado. Hay que generar ilusión en cada persona. Sin sueños no hay motivación. Después hay que buscar los medios para hacerlos posible. Es profundamente injusto que personas con 16 años estén desanimadas, tristes, convencidas de que son un fracaso y sin perspectiva vital. Por eso hay que tener en todos los centros Programas de Diversificación, de Cualificación Profesional Inicial; y debe haber cerca Ciclos Formativos, de Grado Medio y Superior.

¿De qué modo se implica la familia en el proceso educativo? ¿En el papel de la tutoría personalizada?
Si hablábamos de funciones de los orientadores, otra de ellas es el asesoramiento a las familias. ¿Qué detectamos a lo largo de los cursos de formación dirigidos a las familias, en las reuniones de grupo y/o en las entrevistas individuales? Con el tiempo hemos visto un cambio importante en la implicación de las familias en la educación de sus hijos, aumentando el número de familias que asisten a las reuniones de grupo y que siempre que se demanda su presencia, responden a la entrevista individual. Otra cosa es, cuál es la situación de cada familia y cómo puede superar sus dificultades para educar a sus hijos. Son diversos los problemas que detectamos en las familias: separaciones de los padres, formación de otra pareja, muchas horas de trabajo fuera de casa, madres solas a cargo de sus hijos, personas que vienen de otras localidades o países, desempleo, violencia de género o maltrato a menores, falta de formación de los padres…Ante esta situación desde los centros se invierte mucho esfuerzo por suplir las carencias de los niños y adolescentes, poniéndose en marcha una red de intervención en la que participan el tutor, el orientador y, si procede según el caso, otras instituciones públicas como Bienestar Social o Sanidad.

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