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Porque la Educación no es una commodity

José Mª de MoyaMartes, 17 de mayo de 2011
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Nos gusta ir más despacio. Ahora que han pasado unos días desde el anuncio de un distrito escolar único para Madrid vale la pena hacer alguna reflexión de fondo.

En primer término, me parece que hay que obviar eso de que se trata de un simple anuncio electoralista. Toma, claro, como todos. Me recuerda a aquello otro que le reprochaba el PSOE al PP: “les puede su ansia de llegar a la Moncloa”, decía Blanco. Digo yo que las ansias –evidentes por otra parte– del PP por llegar a la Moncloa serán proporcionales a las de PSOE por no irse. De modo que dejemos la intenciones y vayamos a las propuestas.

Trato de entender por qué algunos no aprecian como un gran valor la libertad de elegir centro educativo y pienso que la razón es que entienden la Educación como una commodity, es decir, como una materia prima a granel, cuyo valor no reside en la mayor o menor calidad del producto o servicio sino en su comercialización. Como el gas, la electricidad o el agua no puede haber Educación buena o mala, de mejor o peor calidad. Ni profesores buenos o malos, ni centros buenos o malos, ni directores mejores o peores… Ni programas educativos exitosos o desastrosos. Se preguntaba con asombro uno de los asistentes a una mesa redonda sobre dirección escolar: ¿Cómo es posible que en un colectivo de más de 600.000 profesionales apenas haya expedientes disciplinarios, despidos, destituciones, relevos de funciones, etc.? ¿Son todos tan buenos?
Un sistema educativo edificado sobre la doctrina del modelo único de enseñanza y que no valora el factor diferencial de los centros no necesita la libertad de elegir de las familias. Al revés, es un lío para una correcta planificación. Al final todo resulta bastante coherente: ¿Libertad, para qué?

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