fbpx

Educación es nombre de mujer

Según el Departamento de Educación de los Estados Unidos, los niños tienen el doble de probabilidades que las niñas de ser suspendidos, y tres veces más de ser expulsados. En 2020 se licenciarán 130 universitarias por cada 10o varones.
José Mª de MoyaLunes, 14 de noviembre de 2011
0

“La escuela pública no puede quedar al margen de las posibilidades educativas que ofrece la diferenciación escolar por sexos”. Es la propuesta más arriesgada del III Congreso Internacional sobre Educación Diferenciada, celebrado recientemente en Varsovia, que ha contado con la participación de cientos de colegios procedentes de los cinco continentes en un ambiente de inusual pujanza. ¿Por qué? Porque la práctica totalidad de las evaluaciones internacionales evidencian una alarmante y creciente disparidad entre los resultados de los chicos y de las chicas.

Por referirnos sólo a algunos, en nuestro país la brecha en tasa de idoneidad que a los 8 años es apenas tres puntos favorable a las chicas, a los 16 años es ya de 11 puntos (ver gráfico 1). Además, la última entrega de PISA confirmó que la tendencia se consolida y que se trata de un síndrome de alcance internacional. En los países de la OCDE las chicas aventajan en 39 puntos a los chicos en Comprensión lectora y éstos superan en 11 puntos a sus compañeras en Matemáticas. (ver gráfico 2) ¿Son muchos 39 puntos? Los autores del Informe indican que 40 puntos es el nivel de competencia correspondiente a un curso lectivo. Se puede afirmar, por tanto, que el nivel del Comprensión lectora de una chico de 3º de ESO es similar al de sus compañeras de 2º. Podríamos seguir aportando datos sobre tasas de graduados en Secundaria, tasas de acceso a la universidad, fracaso escolar, abandono educativo temprano, etc. En todos ellos las chicas obtienen una mejor posición. Es en este punto donde la Asociación Europea de Educación Diferenciada (Easse) sentencia: la “mixticidad” está fracasando es su pretensión de ofrecer una igualdad de oportunidades.

Tal vez sea esta la razón por la que la separación por sexo parece estar experimentando un notable crecimiento en los últimos años. Según datos de Easse, actualmente hay 242.000 centros en todo el mundo que separan a 46 millones de chicos y chicas en colegios o en aulas distintas. La mayor parte (cerca del 90%) son colegios de Oriente Medio, Africa y Asia con modelos de enseñanza confesionales de corte islamista. Según las mismas fuentes, estos centros no son un buen ejemplo del modelo pedagógico de Educación diferenciada porque siguen anclados en la escuela de “Educación segregada” que precedió a la “Educación mixta” y que ellos también rechazan. Más significativas son, siempre según sus datos, las 1.902 escuelas diferenciadas del Reino Unido, 416 de ellas de titularidad pública; o las 1.479 en Australia, 139 públicas; 1.890 en Estados Unidos, más de 400 públicas, etc. En efecto, la novedad reside en que este modelo está dejando de ser coto de colegios privados de élite y está tomando posiciones también en el sector público. En concreto, en Europa, América y Oceanía hay 2.755 colegios públicos que separan a los alumnos en centros o en aulas distintas.

España, contrario a lo que pudiera pensarse y por razones históricas, está al margen de este movimiento. En nuestro país encontramos peculiaridades. Apenas 180 centros ofrecen este modelo. Por supuesto, todos ellos son privados y casi todos cuentan con un ideario religioso fuerte (en torno a 130 están vinculados de algún modo al Opus Dei). Su propuesta pedagógica es cuestionada social y políticamente hasta el punto de tener que defender en los tribunales el derecho a tener financiación pública, algo que resulta incuestionable en otros países. Casi todas las comunidades con gobiernos socialistas han intentado retirar el concierto a estos centros. Sólo Cantabria lo consiguió.

Otra peculiaridad de nuestro país es que la escuela pública hasta el momento se encuentra al margen, con la excepción del algún IES catalán que discreta y experimentalmente está separando a chicos y chicas en algunas materias. No es la primera vez que Cataluña es pionera en romper moldes: lo hicieron con la implantación de itinerarios formativos en los últimos cursos de ESO. También la utilización del uniforme parecía hasta hace pocos años cosa de colegios privados y en la actualidad cientos de colegios públicos ya lo han implantado.

Según Jaume Camps, profesor de Teorías Educativas de la Universidad Internacional de Cataluña, el rechazo a la escuela diferenciada procede de su asociación a la escuela segregada del siglo pasado. “Tradicionalmente la escuela era masculina –explica–. A está le sucedió la escuela segregada del siglo pasado que todos conocemos y que nada tiene que ver con la Educación diferenciada. Después vino la mixticidad que fue vista como un gran logro social pero que se ha convertido en algo más. En todo caso, hay que reconocerle el mérito de haber roto antiguos estereotipos”. Según este investigador, ahora nos encontraríamos al inicio de la cuarta fase que debe ofrecer una Educación diferenciada por sexo.

Pero, ¿por qué no ha funcionado la escuela mixta? ¿dónde se encuentra la raiz del problema? Según Easse, porque no da una respuesta personalizada. De hecho, “la single-sex (término anglosajón para referirse a la Educación diferenciada) no consiste tanto en separar a los niños en colegios o en aulas distintas, como en ofrecer una Educación personalizada por sexo”, explica Josep María Barnils impulsor de la plataforma.

Chistina Hoff Sommers, miembro del American Enterprise Institute y autora del libro La guerra contra los chicos, comienza sus conferencias por todo el mundo relatando una experiencia personal. Cuenta que su hijo participó en una excursión escolar en pleno de-sierto americano en la que la profesora animó a los alumnos a que escribieran en un papel qué sensaciones les producía el contacto con un paisaje tan espectacular. Parece ser que las chicas se aislaron e hicieron lo indicado, mientras que los chicos se reunieron en grupos, hicieron fogatas con los papeles y hablaron de “sus” cosas. Sin embargo, lo que verdaderamente llamó la atención de Sommers fue la reacción de la profesora muy contrariada por la actitud de los chicos. “Son malos tiempos para ser chico –sostiene Sommers–, porque cada vez más alumnos viven en un ambiente de desaprobación”. Y así continúa su alegato antifeminista, explicando que los padres no sospechan la hostilidad que hay en los colegios hacia los chicos, ya que muchas profesoras están más interesadas en combatir el sexismo o persuadir a los chicos para que se comporten como chicas (prohibiendo juegos competitivos en los recreos, por ejemplo) que en enseñarles a desarrollar sus cualidades, etc. Sommers, por el contrario, es de la opinión de que “hay que aceptar a los chicos como son y no intentar cambiarlos”.

En su exposición aporta datos. Según el Departamento Federal de Educación de Estados Unidos, “los niños tienen el doble de probabilidades que las niñas de ser suspendidos, y tres veces más de ser expulsados”. La presencia creciente de la mujer en la universidad es también motivo de preocupación para Sommers. Una proyección a 2020 llevaría a una proporción de 138 licenciadas por cada 100 varones licenciados, los que supondría “una bomba de relojería demográfica”, en palabras de Indira Samarasekera, rectora de la Universidad de Alberta (Canadá).

También los niveles de participación en las extraexcolares parecen apuntar a una notable segregación por sexo. En todas las actividades (periódico escolar, música, danza…) la proporción es de dos chicas por cada chico. Sólo en las actividades deportivas es sensiblemente mayor la participación masculina.

Detectado el problema, ¿cuál es la solución? Según Camps, hay dos caminos: la escuela coeducativa (niños y niñas comparten aulas pero reciben atención diferenciada) o la escuela diferenciada (colegios o aulas separadas por sexo). La separación por aulas es el formato que se está imponiedo en algunos países como Estados Unidos porque es más simple desde el punto de vista administrativo. Sin embargo, puestos a elegir “la escuela diferenciada es la solución más moderna a este problema desde una perspectiva de genero. La separación –explica– permite crear un modelo educativo propio y promover actividades impensables en una escuela mixta, como crear una coral”.

En el terreno de las críticas, la de más calado es la que sostiene que los colegios dejarían de ser un reflejo de la sociedad que, obviamente, es mixta. La escuela diferenciada, dicen, no es natural. Camps lo ve de otro modo: “La escuela no es ni la familia ni la sociedad. No tiene que ser natural, tiene que ser un instrumento educativo”. Sería algo así como un estadio intermedio entre esas dos realidades naturales y en el que se valora al alumno en parte por lo que es (como en la familia) y en parte por lo que produce académicamente (como en la sociedad).

Por otra parte, no parece que la comunidad científica se ponga de acuerdo. Según un recuento de Easse, de las 112 investigaciones realizadas en los últimos años, 57 concluyen que separar por sexo resulta indiferente, 46 son prodiferenciada y 9 promixta. En este último grupo se encuentra el Departamento de Dinámica Social y Familia de la Universidad de Arizona. La prestigiosa revista científica Science publicó recientemente el artículo “La pseudociencia de las escuelas por sexo” en el que investigadores de ese Departamento sostienen que no hay evidencias científicas que avalen este modelo pedagógico. Más aún, consideran que “la separación de niños y niñas en las aulas hace muy prominente el genero y, por tanto, refuerza los estereotipos y el sexismo”. Según Richard Fabes, director del Departamento, “aunque la opinión pública es cada vez más favorable a pensar que separar por sexo mejora el ambiente de aprendizaje y los resultados escolares, en realidad no existen estudios científicos que demuestren esto”. Y citan diversos estudios que concluyen que no se observan diferencias significativas entre colegios mixtos y diferenciados. También rebaten el argumento de que niños y niñas aprenden de forma diferente, “ya que los neurocientíficos han encontrado pocas diferencias en el cerebro masculino y femenino”.

En fin, razones e investigaciones para todos los gustos, parece que al final el argumento irrebatible más allá de nuestras fronteras sigue siendo el de la libertad.

0