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“La escuela mira al siglo XIX, mientras los alumnos están en el XXI”

Tras dirigir durante cuatro años el encuentro mundial de tecnología educativa, Prats apuesta por una formación inicial alfabetizada digitalmente y romper barreras en el sistema tradicional.

Noelia RamírezMiércoles, 23 de noviembre de 2011
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Este especialista en el proceso digital educativo tiene un abultado currículum que acredita su carrera. Es director del ITWorldEdu, del Centre de Tecnologies Ituarte (Cetei) y de la Fundació Joan XXIII. Prats también ejerce como profesor de la FPCEE Blanquerna-Universitat Ramon Llull.

¿Por qué es necesario un congreso de Educación y nuevas tecnologías como el ITWorldEdu?
Por muchas razones. En primer lugar, porque el sector educativo es también un sector productivo emergente, en alza juntamente con el sector editorial o el energético y, por lo tanto, un sector en donde se puede promover negocio e impulsar proyectos de emprendedores. En segundo lugar, porque existen dos sectores que se desconocen (el sector educativo y el sector empresarial tecnológico). Es decir, el sector empresarial tecnológico necesita saber interpretar las necesidades y los problemas de la escuela y del proceso de enseñanza-aprendizaje y, a su vez, el ámbito educativo necesita también conocer las soluciones TIC existentes en el mercado. Y, en tercer lugar, porque el evento intenta equilibrar entre tres variables: IT (actualidad tecnológica), World (internacionalización) y Edu (debate actual de cómo la tecnología puede llegar a ser una verdadera palanca de cambio pedagógico en el aula).

¿Qué destaca de las participaciones de este año?
La importancia cada vez mayor de las redes sociales y sus posibilidades didácticas; de nuevos recursos digitales basados en la realidad aumentada y los códigos QR y actividades pedagógicas basadas en la geolocalización. Todo ello sumado ya a las diferentes tecnologías y recursos digitales existentes dibujan un panorama realmente muy rico para promover cambio metodológico en el aula.

Después de cuatro ediciones, ¿cómo valora la evolución de la tecnología en el aula?
Hemos notado que el profesorado en general ha tenido más inquietud, está más motivado para trabajar con tecnología y ha invertido mucho esfuerzo para alfabetizarse digitalmente. Aún estamos lejos, pero vamos en buena dirección: los profesores, ante los retos sociotecnológicos actuales, van perdiendo el miedo inicial al contacto y uso de la tecnología y se están familiarizando poco a poco; los equipos directivos han empezado a comprender la importancia de tener un plan estratégico TIC en el centro; las familias, por su parte, han entendido que necesitan también ponerse al día para liderar la cuestión tecnológica en el ámbito doméstico, y por último, los alumnos son considerados ya, no como rivales, sino como verdaderos cómplices y expertos para utilizar la tecnología en clase y ayudar al profesorado en tareas iniciales de base técnica. Nos encontramos ante un reto totalmente adaptativo y de gestión del cambio y lo debemos acompañar debidamente.

¿Qué país lidera el uso de las nuevas tecnologías?
El problema no es tanto quién lidera el uso de la tecnología en el aula, sino más bien quien dispone de metodologías que tengan la tecnología como palanca de cambio del proceso de enseñanza, así como nuevos modelos evaluativos. En esta línea, países como Holanda, Inglaterra y Suecia disponen de ejemplos de escuelas interesantes que incorporan metodologías di-dácticas innovadoras.

Existen estudios contradictorios sobre el valor de la tecnología en la enseñanza. Después de la euforia inicial, en los dos últimos años se han escuchado voces críticas contra este modelo. ¿Por qué este cambio de tendencia?
El binomio Educación y nuevas tecnologías es siempre controvertido. Más allá de la simple incorporación tecnológica en las escuelas, no exenta de problemas diversos, el debate en profundidad se encuentra esencialmente en buscar una auténtica renovación metodológica y una transformación educativa que permita estar a la altura. Asimismo, el nuevo marco competencial exige cambios profundos en los procesos de enseñanza-aprendizaje en los que el alumno se convierta en el verdadero protagonista. Y la tecnología en general y las nuevas tecnologías de la información y la comunicación en particular son un gran medio y un gran pretexto para conseguirlo. El problema en estos momentos está aún muy centrado básicamente en aspectos meramente tecnocráticos y técnicos –importantes, ciertamente–, pero que no son los esenciales. Cuestiones tales como el número de ordenadores por alumno, la conectividad, el ancho de banda, las infraestructuras, etc. dificultan enormemente el debate. El actual reto en la escuela es de gestión del cambio.

En ese sentido, nosotros partimos de la base que la escuela todavía vive, en muchos casos, bajo un paradigma analógico de entender la Educación. Esto significa que, entre otros muchos aspectos, todavía vive muy “esclavizada” y “subyugada” a unos horarios rígidos; a unos recursos didácticos ineficaces –con “excesivos” libros de texto, por ejemplo–; a unas limitadas y poco creativas formas de evaluar; a unos conocimientos poco globalizados y a unos espacios de aprendizaje (el aula o la clase) muy concretos.

El uso real que se hace de las tecnologías aplicadas a las didácticas específicas es mínimo. La escuela tiene una mirada y una visión más propias de una sociedad industrial del siglo XIX que no de una sociedad informacional del siglo XXI. No en balde, algunos autores se han pronunciado al respecto observando que disponemos de escuelas propias del siglo XIX, profesores del siglo XX y alumnos del siglo XXI, lo que nos lleva a reconocer que nuestro sistema educativo, en palabras de José Antonio Marina, es un “diplodocus dormido” y que necesita con cierta urgencia transformarse a las demandas de nuestra sociedad actual.

¿Está bien enfocada la formación inicial del profesorado frente a la tecnología?
Los nuevos planes de estudio de Magisterio hubieran sido una gran oportunidad para potenciar el conocimiento del lenguaje tecnológico y su uso didáctico de forma transversal, pero no ha sido así. Es necesario que los profesores universitarios se alfabeticen digitalmente y sean ellos mismos buenos ejemplos de docencia, metodología didáctica y evaluación, también con el soporte de las TIC. En segundo lugar, es necesario que las facultades dispongan de infraestructuras y recursos tecnológicos adecuados y que además existen en el mercado actual; y, en tercer lugar, es necesario que los equipos directivos, o los que tengan responsabilidades de gestión académica, se pongan también al día en cuestiones de alfabetización tecnológica.

    • Tutores sin horarios fijos

“Quizás no cambie mucho, no lo sé. De todas formas me imagino espacios de aprendizaje diferentes, espacios que van más allá del aula. Me imagino dos profesores por clase y un rol del profesor más “tutor”, más cercano y próximo al alumno; me imagino una organización escolar sin tantos horarios o franjas fijas que trabaja por proyectos de aprendizaje globalizado con los alumnos; me imagino una actividad pedagógica que prioriza el “saber hacer” ante “el saber”; me imagino un modelo escolar que pone énfasis en la formación de los valores, en la ética, en la gestión de las emociones y en el saber trabajar en equipo. Es así donde me imagino que la tecnología es totalmente invisible”.

    • Inversión en TIC

“Posiblemente veamos una evolución en el proceso de digitalización de las aulas más lento, pero sin que se detenga del todo. En el ámbito empresarial, la crisis hace que se optimicen al máximo los productos y muchas empresas tecnológicas ven en esta crisis una gran oportunidad para crecer, reinventarse o buscar complicidades con otras empresas u otros proyectos o servicios complementarios”.

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