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Gisbert será el hombre de la Educación no universitaria

Martes, 17 de enero de 2012
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Vengo de la toma de posesión del nuevo equipo ministerial. Once altos cargos, cuatro mujeres y siete hombres (con el propio ministro y el subsecretario que ya había tomado posesión serían nueve los varones), tres prometieron y ocho juraron… y demás insignificancias. Más significado tiene el hecho de que una vez más el Ministerio tenga un perfil claramente universitario. “Bueno, todo es Educación”, se excusaba un consejero presente en el acto. Sí, pero los problemas de la Primaria y la Secundaria requieren de un especialista, como los problemas de corazón requieren de un cardiólogo y no de un neurólogo.

Hay que bajar al rango de director general para localizar al que será el hombre fuerte de la Educación no universitaria, Xavier Gisbert. Filólogo de formación y profesor de Secundaria de vocación cuenta con experiencia en diversos puestos de responsabilidad en la Administración autonómica y central. Lo último ha sido como director general de Mejora de la Calidad de la Enseñanza en Madrid donde no le ha temblado la mano para embridar a los sindicatos de enseñanza entre los que cuenta con pocos afectos. Mejor se le recuerda como artífice del exitoso programa de Colegios Bilingües de Madrid, que ha sido tomado como ejemplo y replicado en otras comunidades del PP y que se visualiza cada año en el Congreso de Centros Bilingües.

En el terreno de las ideas, se mueve entre las pulsiones que le despiertan los modelos de organización escolar anglosajones y la pedagogía basada en la trasmisión de conocimientos. Y como somos lo que comemos, podemos encontrar el origen de estas obsesiones en dos experiencias vitales, la primera como consejero de Educación del Reino Unido y la segunda como catedrático de Francés. Es manifiesta su cercanía a los postulados de la Asociación Nacional de Catedráticos de Bachillerato (Ancaba) donde podemos encontrar algunas de sus posiciones: Bachillerato de tres años, políticas educativas basadas en evidencias empíricas y en resultados, fomento de la colaboración pública-privada, profesionalización de la dirección escolar, trasmisión de conocimientos como función principal de la escuela, etc. ¿Las TIC en el aula? Sólo si ofrecen buenos resultados. O sea, entusiasmo ninguno.

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