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“Nunca habríamos impuesto los ajustes por decreto ley y sin llegar antes al consenso”

Villafranca critica que el Gobierno no haya recurrido a la participación y al diálogo con los partidos políticos y la comunidad educativa para llevar a cabo los recortes e intuye “un modelo ideológico que altera los principios de igualdad, de equidad y de aprender en la diversidad”.

Adrián ArcosLunes, 21 de mayo de 2012
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Doctora en Historia del Arte por la Universidad de Granada y experta en museología y gestión cultural. Mª del Mar Villafranca es, desde 2004, directora general del Patronato de la Alhambra y el Generalife y, desde hace unos meses, secretaria de Educación y Cultura de la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE. Es la única representante granadina en el máximo órgano de dirección del partido, aunque su antecesora en el cargo también es otra granadina, Cándida Martínez. Ahora, Villafranca está siendo la cara visible del PSOE en la batalla contra los recortes en Educación.

¿Son evitables los recortes en Educación?
Estamos en una situación evidentemente difícil que no sólo afecta a nuestro país sino a toda Europa, pero los pilares del Estado del Bienestar siempre deben ser lo último en retocarse, especialmente la Educación, porque un retroceso aquí cuesta mucho recuperarlo después. En cuanto a si se pudiera hacer de otra forma, yo pienso que siempre hay prioridades cuando se toman decisiones, y sobre todo lo que hay que hacer es una buena planificación. Y, en este caso, todo lo que ha ocurrido en estas últimas semanas es fruto de una gran improvisación. La forma de gobernar a través de decreto ley sin consensuar con nadie, ni con el sector ni con ningún partido político, no es la más adecuada. Y, sobre todo, en el contexto global de la gobernanza de este país, hay áreas que se podrían haber revisado y no se ha hecho, antes que las más sensibles y que afectan a más ciudadanos, como es la Educación.

¿Dónde se tendría que haber recortado?
Hay que verlo en el contexto global de las políticas de este país. Si tenemos que ajustar no es lo mismo hacerlo en Defensa, por ejemplo, que en Educación. Y si al final no hubiera quedado más remedio que ajustar en Educación, ya que el PSOE es un partido con vocación y responsabilidad, desde luego lo hubiéramos hecho de otra manera, consensuadamente con todas las organizaciones y a través de eso que se llama participación, porque cuando nos dedicamos a gobernar esa participación es imprescindible. Y entre todos hubiéramos decidido cuál es la mejor de las medidas, pero nunca la hubiéramos impuesto por decreto ley, de forma improvisada, sin alcanzar antes el consenso y después de haber sufrido ya el recorte en los Presupuestos Generales del Estado.

El ministro ha reconocido que se han cruzado las líneas rojas, pero lo atribuye a los espantosos números del PSOE.
No sé los datos a los que se refiere el ministro. Pero un ministro de Educación responsable lo que tiene que hacer es no utilizar en su vocabulario términos de economía porque la Educación no es un negocio, es un derecho. Los aspectos que tienen que ver con el déficit vienen impuestos por un modelo que hemos heredado y que no es precisamente el PSOE quien lo gestionó ni lo ideó. Y ahora ya no se trata de echar culpas, sino de enfocar con claridad e inteligencia cómo salir de esta situación que está empobreciendo a nuestra sociedad, y no sólo desde el punto de vista material, sino también de la Educación y de la cultura.

¿Piensa que está en peligro el sistema público si no se toman estas medidas?
Yo creo que el ministro Wert, que procede de la sociología, tiene unos parámetros de análisis en los que quizá necesite un mejor asesoramiento. La Educación requiere de entender las verdaderas necesidades sociales, y el PP tiene un modelo que se reconoce ideológicamente y que al final altera los principios de igualdad, de equidad y de aprender en la diversidad. El ministro lo único que dice es que, a su juicio, los recursos que se han empleado no han permitido obtener un determinado puesto en un ranking, pero como buen sociólogo también podría analizar los datos de otra manera, y hay estadísticas que ponen de manifiesto que España en los últimos años ha hecho el mayor de los esfuerzos en Educación y en la igualdad de oportunidades para acceder a ella. E insisto, se puede mantener el Estado de Bienestar por supuesto ajustándonos el cinturón, pero no tocando el acceso a la calidad y a la igualdad de oportunidades para todos.

Medidas concretas como el aumento de la ratio o de las tasas universitarias ¿se podrían haber planteado de otra forma?
Se pueden hacer ajustes intentando no perder la calidad. Desde luego aumentar la ratio de los profesores de Primaria y Secundaria significa que va a haber más niños por aula, y eso conlleva el despido de profesorado. En unos momentos en los que se está intentando rebajar la tasa de desempleo en este país, ahora cogemos y la aumentamos, con lo cual ese no hubiera sido nunca nuestro modelo. En las tasas estamos de acuerdo en que tienen que primarse los esfuerzos, pero lo que no estamos dispuestos es a romper con uno de los progresos mayores de la historia de este país, que es el de permitir que todo aquel que tiene interés en estudiar pueda hacerlo y que las razones económicas no sean nunca un impedimento. Pero ahí sí se puede hacer un análisis y, de acuerdo con los rectores y con la ley de autonomía universitaria, estudiar de qué modo se pueden aumentar las tasas sin perjudicar la igualdad de oportunidades, pero nunca aumentarlas de forma indiscriminada.

En principio se ha dicho de que sólo afectaría a los que no lleguen al 6.
El ministro lo ha destacado porque, como sociólogo, se ha hecho eco de unos datos. Pero en la orden actual de acceso a esas becas en ningún momento se dice que no se prime el esfuerzo. Y quien mejores notas saca, es evidentemente el que tiene mayor derecho a esas becas.

De todas formas, ¿no ha habido en los últimos años cierto despilfarro en la creación de universidades y en la duplicidad de titulaciones?
Como he dicho antes, yo apelo a la planificación. Cuando uno gestiona, tiene que planificar. Quizá se ha intentado dar más respuesta a un entorno local cuando en determinados momentos se ha podido decidir así. Eso se analiza con la perspectiva actual y es muy fácil llegar a la conclusión de que se ha despilfarrado. Yo creo que hay que remitirse a estudios que la propia universidad tiene, y ella misma se ha expresado públicamente, en el sentido de que puede ser más eficiente, y tenemos que confiar en la capacidad de la universidad para que, en épocas de crisis, ayuden dentro de su autonomía universitaria al mandato del gobierno de ser más eficientes.

En la última década ha habido más recursos, más profesores, más dinero, pero los resultados tampoco han sido los esperados. España sigue teniendo grandes tasas de fracaso y abandono. ¿Hace autocrítica aquí el PSOE?
El PSOE tenía un objetivo, pero el ministro Gabilondo no pudo obtener el consenso necesario para conseguir ese objetivo a través del Pacto. Yo creo que lo que era importante es que los recursos destinados a mejorar los datos eran coherentes con los resultados. Y vimos cómo en el plazo de unos años desde que se empezaron a aplicar las medidas, retrocedimos dos puntos en abandono. Por tanto, había un camino que se había iniciado y que estaba consiguiendo los primeros datos. Pero los plazos son importantes, y en Educación los objetivos no se consiguen de la noche a la mañana. Son fruto de un proyecto previo de planificación donde se había invertido y se había hecho todo lo posible para mejorar los resultados.

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