Wert sigue perdiendo directores generales

Malas, muy malas las sensaciones que ofrece el Ministerio con tanto cese fulminante “por razones personales”. En cuatro meses las dos direcciones generales sobre las que, como dos firmes columnas, debía asentarse la gran reforma de nuestro sistema educativo han quedado vacantes. Al mes y medio de ser nombrada la directora general de FP sale “por piernas” por falta de adecuación del perfil con el puesto. Es lo que sucede cuando pesan más las razones personales que las profesionales. Si el tema lo hubiera llevado una consultora no hubiera pasado. El viernes pasado fue cesado el otro director general, Xavier Gisbert, el que en esta misma columna anunciamos, cuando le nombraron, como “el hombre fuerte del Ministerio de Educación”. Pues si estos son los fuertes… En este caso podríamos hablar de la presión de la secretaria de Estado, de la presión de FERE contra el Bachillerato de tres años, de la presión de Esperanza Aguirre por la contratación de profesores nativos, de la presión de la inspección de Ceuta, etc. Demasiada presión para un solo director general. Podríamos hablar pero no queremos.

Son tiempos de mostrar ante la opinión pública unidad de gestión y todo esto no ayuda. Me suena bien casi todo lo que escucho del ministro Wert pero en su faceta de director de recursos humanos deja mucho que desear. Se ha equivocado en varios nombramientos clave y está siendo incapaz de aglutinar un equipo de procedencias variopintas y con padrinos diversos. Tal vez ese sea el problema. Veremos a partir de ahora, cuando todo parece que parte del mismo tronco.

Y una vez más, sorprende que la esperada reforma de nuestro sistema educativo quede en manos de profesionales de la universidad. Puede que sea bueno porque vienen sin los prejuicios de quienes llevamos demasiado tiempo en esto. Por cierto, me dicen que el nuevo director de FP sí que tiene recorrido. Esperemos no gafarlo.