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Wert, un yanki en la corte del Rey Arturo

Lunes, 4 de junio de 2012
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La pasada semana estuve en la Conferencia Sectorial en el Ministerio y tengo varias sensaciones. En primer lugar, parece que el juego va a consistir en recorta tú que a mí me da la risa. Los responsables educativos de las comunidades se esfuerzan en convencernos de que sus recortes son los buenos a diferencia de los de otras regiones. La consejera andaluza dice que “hacer política es priorizar” y está bien, pero cuando tiene que ahorrar cientos de millones hay poco que pensar. Si no quieres subir ratios, ni carga lectiva, ni tasas, ni reducir interinos, ni becas… y me dices que vas a ahorrar cientos de millones, entonces soy yo el que te digo que hacer política es hacer demagogia.

También tengo la sensación de que entre las consejeras de Madrid y Cataluña hay química. Les gusta ir por delante del Ministerio o al lado, pero nunca detrás. Figar y Rigau coindicen en que a Ciudadanía no hay que cambiarle el nombre ni el contenido, sino sencillamente eliminarla, destruirla, aniquilarla, ya está, fuera. Dicen Rigau y Figar que es mejor emplear ese tiempo en Matemáticas y que resulta pueril que el mismo argumento de ideologización usado entonces por unos, sea utilizado ahora por los otros. Basta ya. Pero Cataluña y Madrid (voy alterando el orden para evitar suspicacias) coinciden en más cosas. Por ejemplo, van por delante en el desarrollo de la FP dual en sus respectivas regiones. Por supuesto, cada una dice que la suya es la auténtica pero eso es normal.

Finalmente, tengo la sensación de que el ministro Wert está como un yanki en la corte del Rey Arturo. Es sociólogo, procede de la empresa privada, ha sido tertuliano, improvisa y puede resultar “ácido”, como le sentenciaba El País el pasado fin de semana. A mí, que quieren que les diga, me gusta porque detesto la impostura del político al uso. Sin embargo, me temo que la mayoría de la gente, como diría Sabina, no soporta tanta sinceridad y prefieren políticos engatusadores, aduladores de rectores y que saben poner cara de sincero pesar ante las reivindicaciones aunque cínicamente sepan –unos y otros– que no hay nada que negociar y que han venido a Madrid a por la foto. Me decía un ex rector: “Pero es que nadie le ha explicado en qué consiste el juego”.

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