“Hemos propuesto un aumento del 70% en las partidas de movilidad europea”

Xavier Prats es director general adjunto de Educación y Cultura en la Comisión Europea. Es responsable de los aspectos educativos de la estrategia Europa 2020 y representa a la Comisión en el Instituto Europeo de Innovación y Tecnología. Prats intervino el pasado día 18 en una jornada en Madrid sobre el 25 aniversario del programa Erasmus en la que ofreció una ponencia sobre el presente y el futuro de los programas de intercambio universitarios.

¿Qué balance hace de los 25 años del programa Erasmus?
La experiencia ha demostrado que Erasmus es una gran idea, porque está muy bien que en Europa circulen las mercancías, los bienes y los capitales, pero también tienen que circular las personas y, sobre todo, los estudiantes universitarios. Y hay mucha evidencia, aunque sólo sea académica, del gran valor añadido que tiene para un estudiante y para un profesor pasar un semestre en otra universidad, no por lo que representa como nueva experiencia, sino por lo que supone a la hora de crear un pensamiento más crítico. El año que viene llegaremos a los tres millones de estudiantes que se han acogido al programa. Otro aspecto importante es que el programa ha acelerado el proceso de internacionalización de las universidades. Hoy en día es muy difícil no darse cuenta de que el mundo universitario es uno solo, y pretender quedarse en una comunidad autónoma de un país, o incluso en Europa, sin contacto con el exterior, es un poco ilusorio. Y hay que tener en cuenta que el estímulo de armonización que implica este programa no quita nada de independencia de las universidades, pero sí que las internacionaliza.

¿Qué hay que mejorar?
En 25 años el mundo ha cambiado muchísimo. Y, por ejemplo, la movilidad tenía un significado muy distinto hace 25 años, porque el transporte era más caro, no había redes sociales, ni internet, los ordenadores eran privilegio de unos cuantos… Por tanto, hay que ver de qué manera se puede aprovechar la movilidad virtual, el potencial de las tecnologías de la información y las nuevas economías emergentes en el ámbito educativo. De todos los estudiantes del mundo que han entrado en las universidades europeas en junio de este año, el 35% son chinos. Y esto hace 25 años era impensable.

Erasmus también tiene una imagen un tanto negativa de que es aprovechado por muchos alumnos para terminar su carrera en otro país o para pasar un año sabático.
Quizá eso sea cierto a nivel de opinión pública general, porque lo que mucha gente sabe de Erasmus es lo que ve en películas como Una casa de locos (L’Auberge espagnole), pero no creo que sea la imagen de aquellas personas que tienen una experiencia directa con Erasmus. Lo que sí es verdad es que se puede hacer un mayor esfuerzo para asegurar que la movilidad de los estudiantes se enmarque dentro de una estrategia de mayor integración de los sistemas universitarios. Es decir, todavía hoy hay demasiados estudiantes que no pueden hacer un Erasmus en otro país sin perder un curso académico, porque no se les reconoce los créditos de manera suficiente. Eso no es bueno, y quizá ahí hay que concentrar los esfuerzos.

¿Están afectando los recortes a los programas de movilidad?
En la UE tenemos la suerte de que los presupuestos los establecemos cada siete años, y por consiguiente hay una estabilidad absoluta. El presupuesto actual expira a finales de 2013, por tanto la movilidad no se está viendo afectada. Para el futuro, la Comisión Europea ha propuesto un programa de siete años donde el presupuesto global no aumenta debido a la crisis, pero, en cambio, el programa que más aumenta de todos es el de movilidad de estudiantes, no sólo universitarios, sino de todos los niveles. Hemos propuesto un incremento del 70% en las partidas de movilidad, simplemente porque creemos que se puede demostrar muy bien el valor añadido de estos programas para los países europeos y para los ciudadanos.

Los alumnos universitarios pasan por un momento difícil con la subida de tasas. ¿Puede influir en que se acojan a un Erasmus?
Una cosa es que haya dificultades, que las hay, y otra cosa es el coste de oportunidad de estudiar. Y yo creo que, con la crisis, la ventaja de estudiar, a pesar de todo, es mayor. Porque si bien es cierto que ahora un universitario tiene más difícil encontrar un puesto de trabajo, también es cierto que siempre es más fácil tener acceso al mercado de trabajo siendo universitario. Y esto quizá es un pobre consuelo, pero no deja de ser una realidad. Tenemos muchos datos que demuestran, no sólo a nivel español sino europeo, que invertir en los propios estudios da más rentabilidad que cualquier inversión en Bolsa o en bonos del Estado.

Sin embargo, con un 50% de paro juvenil, se pone en entredicho que la universidad sirva para la empleabilidad.
Aunque la cifra del paro juvenil en España es dramática, sin embargo, cuando hablamos del 50% de paro ese porcentaje se refiere a todos los jóvenes, tanto los que buscan trabajo como los que no lo buscan porque están estudiando. Por eso no es lo mismo la tasa de paro juvenil que la tasa de paro total. Dicho esto, y sabiendo que la situación es dramática, hay que ver cuál es la fórmula más adecuada. Y quizá una de las pistas es efectivamente no tener una distinción tan fuerte entre formación universitaria y FP de Grado Superior, porque una formación más próxima a la economía puede ser una opción muy útil. Por eso hay que luchar a favor de un mayor prestigio social de la FP, porque hay países como Alemania que tienen un mercado laboral mucho más eficaz y con menos paro que en España, y en parte es debido a que el sistema de FP no es una segunda vía, sino una verdadera alternativa profesional.

¿Cuáles son las tendencias del empleo ahora mismo en Europa?
Es muy difícil porque hay situaciones muy diversas, pero lo que sí se puede decir es que ya hay, y seguirá habiendo, una carencia de licenciados en las disciplinas que se llaman STEM –abreviatura en inglés de Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas–. Estas ciencias duras van a ser cada vez más necesarias porque nuestra economía y nuestro tiempo lo exige, y no tenemos las suficientes personas inscritas en la universidad, ni siquiera suficientes diplomados.