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Mitos y realidades sobre técnicas de estudio más o menos efectivas

Carlos CarabañaMartes, 5 de marzo de 2013
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La Association for Psychological Science de EEUU ha publicado un estudio comprensivo en el que evalúa y califica 10 métodos de autoaprendizaje. Titulado Improving Students’ Learning With Effective Learning Techniques (Mejorando el aprendizaje de los estudiantes con técnicas efectivas), el texto, de exhaustiva bibliografía y 55 páginas, pretende “explorar la eficacia de 10 técnicas de aprendizaje que los estudiantes puedan usar para mejorar su éxito en una gran variedad de materias”, y arroja resultados tan curiosos como que las ultracomunes subrayar y releer tienen una eficacia baja, mientras que las que mejor funcionan, según los autores, son la planificación del estudio a largo plazo y la realización de exámenes prácticos.

Estos métodos son evaluados en base a cuatro criterios: condiciones de aprendizaje, tanto si se hacen en grupo o en solitario; características de los estudiantes, es decir: edad, habilidades o nivel previo de conocimientos; materias, que van desde problemas matemáticos a libros complicados de ciencia; y criterios de evaluación, como resolución de problemas o compresión lectora; y fueron escogidos tanto debido a que los estudiantes pudieran ser capaces de usarlos y aprenderlos sin la asistencia de un tutor ni de materiales caros, como a que hubiera suficiente literatura científica para poder estudiarlos a fondo. Las 10 técnicas ganadoras fueron calificadas en elevada, media y baja efectividad y se buscaba que pudieran ayudar al número más grande de alumnos posibles.

Técnicas más efectivas
Así, entre las técnicas de alta efectividad están la planificación a largo plazo del estudio y los autoexámenes. Los beneficios de la primera radican en que “funciona en estudiantes de diferentes edades, con gran variedad de materias y en la mayoría de pruebas de laboratorio estandarizadas”, además de ser “fácil de implementar” y haber demostrado su efectividad para recordar lo aprendido mucho tiempo después de haber puesto los codos en la mesa.

Por ejemplo, “para recordar algo una semana después, las sesiones de estudios deben espaciarse de 12 a 24 horas, si lo que se busca es recordar algo a los cinco años, las sesiones deben espaciarse de seis a 12 meses”. En caso de exámenes, el estudio recomienda el “intervalo más largo posible” para aquellos contenidos de gran importancia que los alumnos necesitarán “a lo largo de varios años”.

De autorrealizar exámenes, los autores destacan que no requiere un tiempo de práctica excesivo y, según estudios recientes, la tasa de éxito en recordar los materiales dos días después del estudio entre los que habían realizado exámenes prácticos era del 39%, mientras que solo lo lograba el 17% de los que no realizaban esta técnica.

Otra recomendación cuando uno se autoexamina es no realizar el examen de manera repetida inmediatamente tras el estudio, sino, como en el caso de la práctica distribuida, hacerlos espaciados en el tiempo.

Justo en el lado contrario de la clasificación se encuentra la mitad de las técnicas evaluadas, protagonizada por el trío estrella de cualquier estudiante: resumir, subrayar y releer. En el caso de entresacar las ideas principales de un texto y plasmarlas en un folio, los autores apuntan a que requiere “un entrenamiento intensivo” y que solo “el 64% de los resúmenes se realiza correctamente”, pudiendo, en caso de ser realizados de manera incorrecta, liar al estudiante. Citan, entre otros, un artículo de 1985 de L. F. Annis, que había encontrado que una semana después de la sesión de estudio no se veían diferencias sustanciales entre los alumnos que habían resumido y los que no.

Otro tanto puede decirse de subrayar, que puede hasta llegar a “dañar el rendimiento en tareas complicadas que requieran inferir información”, pero sobre la que recomiendan, dado “el entusiasmo de los estudiantes por el subrayado”, encontrar métodos para que pueda ser “usada correctamente”, ya que esto será más efectivo que “convencer a los estudiantes de que la abandonen”.

La técnica de releer, usada por un 84% de los alumnos –y que un 55% marca como su técnica estrella– resulta depender demasiado de las características del estudiante, como, por ejemplo, su tendencia a divagar al enfrentrarse a un texto aburrido. Además, no se han realizado estudios concluyentes en alumnos no universitarios.

  • Las 10 técnicas de estudio
  • Efectividad elevada

1. Hacerse a sí mismo exámenes.

2. Planificación a largo plazo del estudio.

  • Efectividad media

3. Explicación interrogativa (crear una explicación del motivo por el que un dato o un concepto es verdadero).

4. Autoexplicación (comprender cómo la nueva información que tenemos está relacionada con la que debimos aprender en ocasiones anteriores).

5. Sesión de estudio alternando materias.

  • Efectividad baja

6. Resumir.

7. Subrayar.

8. Releer.

9. Relacionar palabras clave.

10. Usar imágenes o sonidos.

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