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Tendencias globales y el futuro de la Educación

Dentro de la batería de estudios, análisis e informes con que la OCDE intenta arrojar luz sobre el pasado, presente y futuro de la enseñanza, la publicación bianual Trends Shaping Education –cuya última edición fue presentada hace escasas semanas– aparece como un rara avis.
Rodrigo SantodomingoMiércoles, 20 de marzo de 2013
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Lejos de diseccionar aspectos propios de la esfera educativa, su intención pasa por identificar un largo listado de tendencias globales en campos diversos como la economía, la demografía o la tecnología (u otras de carácter multicasual) para, a continuación, lanzar preguntas que nos animen a reflexionar sobre cómo y hasta qué punto esas tendencias pueden configurar las dinámicas de la enseñanza en los países desarrollados.

Como recoge el prólogo de Trends Shaping Education 2013, sus más de 100 páginas exponen cerca de 40 “tendencias comparativas internacionales que tienen el potencial de dar forma al futuro de la Educación”. Por lo tanto, el lector no debe aproximarse a esta obra generada en el seno del Centro para la Investigación y la Innovación Educativa (CERI en sus siglas en inglés) de la OCDE a la búsqueda de “respuestas concluyentes”, sino más bien con el ánimo de encontrar un “estímulo para la discusión” sobre algunas realidades y transformaciones de largo alcance que, en forma sutil o de manera más directa, afectarán al porvenir del aula.

Base empírica
Para no caer en la mera especulación o el tópico sin fundamento, el principal criterio establecido para seleccionar las tendencias que aparecen en el libro es que todas y cada una de ellas cuenten con una sólida base empírica que certifique su existencia. En cada apartado, los autores hacen uso del arsenal estadístico que proporcionan organismos como la ONU o el Banco Mundial para dejar claro que la elección de los fenómenos de cambio que allí se discuten atesora un robusto refrendo numérico. El segundo criterio es de carácter geográfico: en la obra figuran únicamente tendencias globales, o al menos compartidas por el conjunto de países que tienen el privilegio de formar parte del club OCDE.

La gran virtud de Trends Shaping Education 2013 es, a su vez, su principal limitación. Al exigir que todas las tendencias queden debidamente acreditadas por la vía estadística, sus autores no tienen más remedio que dejar al margen otras que a muchos se les antojarán obvias pero que, por su naturaleza, son extremadamente difíciles de traducir en guarismos (el individualismo o la crisis de autoridad, por poner sólo dos ejemplos). Más aún, para evitar centrarse en fenómenos cuya continuidad en el tiempo no quede garantizada, los responsables de la publicación priorizan tendencias que pueden observarse desde hace décadas. Sólo un campo se salva de esta premisa (y lo hace por razones obvias): las nuevas tecnologías.

El resultado es una obra de lectura amena pero con un planteamiento tan riguroso que, en ocasiones, no puede evitar caer en los dominios de lo obvio. Su afán por alejarse de la ocurrencia y de la opinión personal de los autores consigue un doble efecto: por una parte, nadie puede negar que lo que allí se debate realmente esté ocurriendo; por otra, la reflexión profunda y la miradas audaces escasean más de lo deseable, lo que conduce a que muchas de las cuestiones planteadas sobre el futuro de la Educación se nos revelen excesivamente pueriles.

A continuación ofrecemos una síntesis con las preguntas más relevantes que allí se lanzan siguiendo el esquema temático de la obra: Mundo global, Vivir bien, Trabajo y habilidades, y Familias modernas. El quinto y último capítulo, Conexión infinita (dedicado a las nuevas tecnologías) es objeto de análisis en el despiece que figura al pie de estas páginas.

Mundo global
Dos epígrafes dedica la obra al creciente movimiento de personas a lo largo y ancho del planeta, tanto en su dimensión migratoria como en lo referido a la facilidad para viajar y conocer otros lugares y culturas. Algunas preguntas tienen que ver con la capacidad de nuestros sistemas educativos para lidiar con la diversidad en la escuela y aprovechar la riqueza que de ella se deriva. Otra destaca la importancia de establecer modelos de convalidación de estudios foráneos para facilitar los procesos de integración. Quizá la más original apunte a la necesidad de que los profesores de hoy en día fomenten entre sus pupilos el interés por conocer lo que más cerca tienen, su entorno directo, visto que otras muchas fuerzas ya se encargan de atraerles hacia lo lejano y exótico.

Atención especial merece también la globalización en su vertiente puramente mercantil. Trends Shaping Education ofrece pruebas irrefutables de que la interdependencia económica planetaria ha llegado para quedarse, y sus autores consideran que la escuela ha de contribuir a crear futuros trabajadores que sean innovadores, hablen varios idiomas (no necesariamente los que se suelen aprender en la actualidad) y, en general, cuenten con las habilidades necesarias para competir a escala global.

En su faceta más humana y solidaria, el informe alza la voz (siempre en forma de interrogante dirigido al lector) en cuanto a la importancia de que los alumnos tomen conciencia sobre la creciente desigualdad Norte-Sur y, muy especialmente, sobre los peligros para el medio ambiente de la acción del hombre. Los autores se preguntan, por ejemplo, si desde el ámbito educativo se pretende o no que los futuros ciudadanos tengan una visión crítica al respecto de sus propias decisiones de consumo.

Vivir bien
En este capítulo de nombre tan ambiguo, la obra incluye fenómenos dispares como la vida en la ciudad, el aumento de la población reclusa, la caída en la participación ciudadana, el gasto militar o los riesgos para la salud de la obesidad en los países ricos.

Un buen número de cuestiones no van mucho más allá de lo que se encuadraría en una perspectiva bienintencionada sobre el papel de la escuela a la hora de formar personas cívicas que se alimenten de manera equilibrada, no caigan en las garras de la delincuencia, respeten las señales de tráfico o puedan apreciar las bondades de la vida rural.

Sorprende, no obstante, la forma de abordar el epígrafe Guerra y paz. Lejos de animar a los educadores a que promuevan actitudes críticas ante el gasto militar o las asimetrías en el poderío bélico que tantas injusticias provocan, su foco pasa por cuestionar hasta qué punto nuestros sistemas educativos preparan al alumno para enfrentarse a nuevas amenazas globales como el terrorismo internacional.

Trabajo y habilidades
Atención especial merece la masiva incorporación de la mujer al mundo laboral durante las últimas décadas. Además de combatir los estereotipos en sentido general, sostienen los autores (insistimos: siempre en formato interrogativo) que la escuela juega un importante papel a la hora de que los alumnos y alumnas se decanten por una u otra profesión. La igualdad de oportunidades en el acceso al trabajo (no sólo de género, también entre distintas clases sociales) es un concepto sobre el que los sistemas educativos tienen, obviamente, mucho que decir.

El nuevo entorno laboral, con empleos que demandan habilidades propias de la economía del conocimiento y mayor flexibilidad en todos los sentidos, conlleva asimismo un buen número de desafíos que el aula podría contribuir a allanar. La gran pregunta que engloba a todas las demás se resume en hasta qué punto la organización escolar y curricular está diseñada para que los estudiantes de hoy afronten, en una suerte de paradoja, la incertidumbre que les espera con la mayor seguridad posible.

Familias modernas
El cuarto capítulo, Familias modernas, trata aspectos como el envejecimiento de la población, la proliferación de las familias monoparentales o la disminución en el número de hermanos, y cuestiona, de forma algo superficial, si nuestras escuelas están preparadas para normalizar estos cambios producidos en la institución familiar.

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