“Los profesores deben hacer análisis más individualizados de las familias”

Un reciente informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que las adolescentes europeas son más vulnerables a sufrir trastornos psicológicos. El incremento de chicas conflictivas ha activado las alarmas de educadores y psicólogos como Ángel Peralbo, quien analiza la situación, los motivos y las consecuencias de estos comportamientos en el libro De niñas a malotas (La Esfera de los libros).

¿En qué han cambiado las adolescentes?
Las chicas que tenían un perfil psicológico más plano y menos conflictivo se han soltado la melena. Hemos observado que generan más problemas ligados al estado emocional: depresión, angustia, ansiedades… y se han equiparado a los chicos en cuanto a conductas de riesgo. En los últimos años el consumo de sustancias ilegales y alcohol ha llegado a cifras muy similares a las de los chicos. Ellos se han medio estancado, mientras que ellas acortan distancias.

¿Ha influido la crisis o la presión laboral de los padres?
Llevamos mucho tiempo diciendo que hay elementos que saltan a la vista y que son relativamente frecuentes. Uno es el hecho de que los padres, no es que no estén en casa, sino que han dejado de ejercer ese liderazgo dentro de la familia. Entonces hay niños que desde bien pequeños manejan la situación. Nos encontramos con padres desbordados con niños de tan sólo 13 años.

¿Cuál es la misión de los profesores en la formación del adolescente?
Los profesores, por un lado, tienen una posición privilegiada, porque les observan en la relación asociativa y en el aula. Luego, pueden hacer mucho si usan bien su labor de tutorización. Los profesores son ahí protagonistas. Pero es una lástima, porque muchos chavales tiene gran cercanía con los tutores; sin embargo, eso no se traduce en el trabajo en equipo con los padres. Esta es una tarea que no resulta fácil.

¿Se requiere una mayor conexión profesor-padres?
Todo ese poder de los profesores se ha perdido y no se ha llegado a retomar una relación proactiva con los padres. Incluso, muchas veces se producen grandes fisuras. Sin embargo, el trabajo conjunto padre-profesor da muy buenos resultados a poco que se trabaje en equipo. La buena actitud se presupone en ambos lados, pero luego nos encontramos con un sistema que no lo tiene protocolizado.

¿En temas de acosos escolar está todo más controlado?
Se mejoró mucho en estos protocolos a raíz de situaciones muy extremas. A veces surgen los despistes y la ambigüedad de si es una situación o no de acoso, pero, en general, en estos casos los centros funcionan muy bien.

¿Se dan ahora más casos de bullying o simplemente tienen más visibilidad?
La violencia en la escuela siempre ha existido, pero no a los niveles a los que hemos llegado en estos momentos. Se han alcanzado cotas mucho más altas de violencia, y con peores consecuencias, al contar con las redes sociales como elemento amplificador. Además, aumenta su crueldad al llegar a más iguales. Cuantitativamente, eso lo hace mucho más complicado.

¿Le parecen positivos programas como Hermano mayor?
Al final, por lo que me cuentan, la gente no se suele quedar con las bondades que te puede transmitir la recuperación de casos tan extremos como los que se muestran, sino que, al final, la gente relativiza o se queda con el aspecto del show. Así que no aporta tanto como podría.

Realmente, ¿hay muchos casos de jóvenes tan violentos?
Es cierto que tenemos muchos casos extremos pero no son representativos de la adolescencia. En la Fiscalía del Menor nunca había habido lista de espera de denuncias de padres hacia sus hijos, y ahora la hay.

¿Cómo reforzar la imagen y la autoridad del docente ante los padres?
Los profesores creo que tienen que liderar el proceso y quitarse un poco esa especie de “San Benito”. Con liderar, me refiero a hacer unos análisis un poco más individualizado de la familia para acertar en muchas de las cosas que plantean, dicen y hacen. Todos trabajamos con tópicos, e igual que los padres acusan muchas veces a los profesores, los profesores también acusan a los padres; ¡Si no vienen a las reuniones!, dicen. Si quieres tener éxito tienes que saber el nivel cultural de los padres, su nivel de implicación. Y el nivel de implicación no se mide solamente por la asistencia o no a las reuniones. Hay que ir un poco más allá, ver la reciprocidad, establecer una relación familiar´. Esto es algo que creo que no se ha potenciado.

La falta de tiempo de ambos ¿podría ser una de las causas de esta falta de entendimiento?
Hay que establecer pequeñas comisiones de trabajo donde esté el tutor y alguna persona más de dirección para poder entablar un proceso más individualizado de cada caso. Obviamente, hablamos de recursos extras del docente, para los que deben reivindicar unas condiciones apropiadas; de lo contrario, no les podemos exigir nada. Pero no nos olvidemos que ese conocimiento personal de cada familia va a condicionar toda la etapa evolutiva, social y académica del crío.

¿Qué valores hay que inculcar a un preadolescente para no llegar a situaciones críticas?
Muchas veces estamos más preocupados de los valores verbales y de los conocimientos… Pero requieren valores de modelos, incluso, si me apuras, de control. Por eso insistimos en un seguimiento de las redes sociales. Eso hace que cuando accedan a ellas lo hagan con cierto nivel de autocontrol y madurez.

La autoestima creo que también es importante.
Es una clave que hay que incorporar bien en la Educación. Porque o hemos sido muy duros marcando límites o muy laxos. No nos damos cuenta que los niños, preadolescentes y adolescentes, tienen que crecer con la sensación de que son buenos “per se”, que son capaces, que pueden encontrar la felicidad y ser magníficas personas. Y lo son sin la consecución de objetivos académicos, ni de otro tipo. Todavía nos falta entender que el fortalecimiento de la autoestima en esos años es vital para que luego, cuando lleguen a la adolescencia y posteriormente, sean capaces de quererse a sí mismos y de no juntarse con amigos tóxicos, poner freno a conductas de riesgo y crear relaciones de pareja sanas.

¿Qué pautas aconseja seguir para potenciar esa autoestima?
Conseguir que la persona no se sienta mal y que no se compare. Aprender a que se sienta bien con ella misma. Hay que estar con ellos, hacerles críticas constructivas de una manera sana… Muchas veces vamos perdiendo esos detalles, y salen preadolescentes que se van aislando, minimizando o enfrentándose. Con ese enfrentamiento, de alguna manera están evitando esa sensación tan negativa que les producen los educadores o padres que les han machacado un poco.

Tópicos

No saben escuchar
“Primero hay que eliminar esa idea simple de que el adolescente no piensa, sólo grita y se enfada. Es cierto que están muy perdidos, pero es cuando tienen más capacidad de escucha; aunque sólo sean frases cortas”.

No se comunican
“Hay que elaborar unas estrategias de comunicación un poco diferentes, no se les puede tratar como a un niño, ni como a un adulto. El adolescente piensa y está deseando que se comuniquen con él, aunque a veces buscan aislarse”.

Autogestión
“La quieren pero no es el estado que mejor les sienta. Es más, cuando el ambiente les pone límites ellos se regulan enormemente, parece que estuvieran deseando que alguien les diga ‘hasta aquí”.

Coleguitas
“Hay que permitirles, porque no podemos hacerlo de otra manera, que en la calle hablen como quieran, pero no permitirles que en casa o en el colegio traten a los padres y profesores como si fueran coleguitas. Las dinámicas establecidas tienen que ser las mismas por encima de todas las modas o de estímulos que pueden recibir”.

Negociadores
“Hay cosas que se pueden negociar con los adolescentes y otras que no. Hay gente que empieza a negociar con niños de 7, 8 y 9 años, y, al final, se convierten en unos grandes tiranos”.