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Pronunciación, la asignatura pendiente de los españoles

Comprender el inglés y hacerse entender es una de nuestras asignaturas pendientes. Una situación que se puede superar con voluntad, esfuerzo, práctica y la ayuda de las nuevas tecnologías.
Pablo RamosMartes, 5 de noviembre de 2013
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El salón de actos del Hotel Hilton de Buenos Aires, repleto. Millones de ojos de todo el mundo observan las exposiciones de las ciudades candidatas a albergar los juegos olímpicos de 2024. Tras Tokio y Estambul, llega el turno de Madrid. Suben al estrado, entre otros, el príncipe Felipe de Borbón, el jugador de baloncesto Pau Gasol y la alcaldesa de Madrid, Ana Botella.

El discurso del príncipe Felipe en inglés fue correcto, propio de un hombre que ha residido durante años fuera de su país natal. Pau Gasol pronunció unas divertidas palabras demostrando su manejo del idioma tras haber jugado más de una década en la NBA. Por su parte, Ana Botella subió al atril y habló en la lengua de Shakespeare a sabiendas de que su nivel distaba del de los otros ponentes.

Las palabras de la alcaldesa, que han generado bromas, son el último ejemplo público de la importancia de la pronunciación. “A la hora de aprender idiomas existen dificultades, y no solo de pronunciación, aunque esta es una de las más evidentes porque es lo primero que uno oye”, explica Julia Lavid, catedrática y directora del Departamento de Filología Inglesa de la UCM.

Hablar con soltura una segunda lengua requiere tiempo, esfuerzo, trabajo y voluntad. Las diferencias fonéticas entre el idioma propio y el que se aprende abren un bache en el que se cuelan los errores. “A los españoles les cuesta pronunciar las vocales de forma correcta, por la diferenciación entre largas, cortas, abiertas o cerradas que tiene el inglés y no el castellano”, enumera la catedrática.

Esta variedad de sonidos provoca que muchos hispanoparlantes confundan palabras como ‘ship’ y ‘sheep’ –barco y oveja–. “Si no haces oído de pequeño, es muy difícil diferenciarlos”, comenta.

Doug Davison, investigador del Basque Center on Cognition, Brain and Language (BCBL), coincide: “Si una persona no ha aprendido los sonidos propios de un segundo idioma de una manera precisa, su capacidad para coordinar la percepción y la producción del habla será limitada”.

Pero ¿somos los españoles especialmente torpes con el inglés? A pesar de las dificultades que puedan surgir de la adquisición de una segunda lengua, “los hispanoparlantes no tenemos ninguna limitación con el inglés –asegura Lavid–. No es un idioma tan diferente al nuestro. Es una lengua germánica con palabras y aspectos latinos, con una estructura similar. No es como el chino”, recalca Lavid.

El desarrollo cognitivo para poder procesar un idioma es más efectivo a edades tempranas, cuando el cerebro es más “plástico y moldeable”. “Cuanto más joven se adquiere un idioma, más sencillo resulta; pero esto no quiere decir que no haya adultos con un talento especial capaces de aprender con facilidad. Además, cuanto más prácticas, más dominas el idioma y más fácil resulta aprender otros”, indica la catedrática.

Por su parte, Doug Davison considera que no existe una edad ideal para aprender un idioma, sino que depende de cada persona y sus circunstancias. “Los alumnos que comienzan a aprender un poco antes de la edad adulta necesitan invertir más tiempo para alcanzar el mismo nivel de pronunciación”, puntualiza Davison.

Influencia de la televisión
El progreso de las nuevas tecnologías ha favorecido la proliferación de herramientas útiles para mejorar ese aprendizaje. “Son instrumentos complementarios muy buenos, que pueden ayudarnos a perfeccionar tanto la escritura como la pronunciación y el vocabulario, aunque no deben sustituir a la inmersión lingüística ni a los estudios académicos del lenguaje”, indica Julia Lavid, que es autora del libro Lenguaje y nuevas tecnologías: nuevas perspectivas, métodos y herramientas para el lingüista del siglo XXI.
“Es fundamental la exposición al idioma mediante vídeos, películas, libros, cómics, música, los programas de la televisión… Eso sí, siempre que sea posible, sin subtítulos”, recalca Lavid.
“Con dar a un botón del mando de la TDT tus hijos verán los dibujos animados en versión original, puedes chatear en el ordenador con nativos, descargarte podcasts en tu teléfono, leer un periódico desde tu tableta… Las maneras son múltiples y sin coste adicional para lograr un aprendizaje incidental, el que se adquiere sin darse cuenta de ello”, explica José Manuel Vez, catedrático de Didáctica de la Lengua y director del Observatorio Atrium Linguarum de la Universidad de Santiago de Compostela.

En esta línea, una nueva investigación publicada recientemente ha demostrado que la televisión puede ser un factor para el cambio en el acento de un idioma. “Los programas televisivos contribuyen a acelerar los cambios en la fonética del lenguaje inconscientemente”, destaca Jane Stuart-Smith, autora principal del estudio. Según creen los investigadores, ver la televisión no es suficiente. El cambio tiene una fuerte relación con la constancia y el compromiso emocional con los personajes. Los investigadores del estudio aseguran que la interacción social entre iguales tiene un efecto mucho mayor en el cambio lingüístico.

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