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Algunas claves para elegir colegio (y 5)

Martes, 13 de mayo de 2014
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Llegamos a lo que, a mi juicio, deberían ser las claves más determinantes. Como la mayoría de las cosas importantes, se trata de aspectos intangibles y difíciles de medir, que exigen experimentar, tocar, ver, escuchar… y una posterior reflexión por parte del exigente progenitor. Estos aspectos no se reflejan en los rankings ni aparecen en las estadísticas oficiales y, sin embargo, si tuviera que jugármela a dos balas, serían éstas. Estaría dispuesto a renunciar a ese supercolegio con brillantes resultados escolares, número uno en las CDI desde antes de que se las inventara la CAM; o a ese otro con pizarras digitales hasta en los baños y en el que los nenes hablan inglés sin ser capaces de sujetar la cabeza; o aquel centro donde reina el orden y la disciplina o, por el contrario, el ambiente festivo… Podría renunciar a una suculenta oferta de extraescolares, a tabletas para los alumnos, a magníficas instalaciones deportivas, a que mi colegio gane el concurso de villancicos, incluso, a un huerto escolar… Pero lo que no permitiría es que mi hijo fuera educado al margen de mis convicciones y por maestros de los que no me fíe.

“El problema es que en nuestros países del Mediterráneo, como Italia o España, casi todos los gobiernos de los últimos años han pensado que era su deber reformar la escuela. Esto es una ilusión. Ni las leyes ni la tecnología cambiarán la escuela, sólo los buenos maestros podrán”. Esta frase de Tonucci en una entrevista a MAGISTERIO me gusta colocarla allá donde me dejan. Si un colegio tiene buenos maestros, desde el punto de vista moral, humano, pedagógico e intelectual, tiene la batalla ganada. No seré yo quien le diga que no invierta en auxiliares de conversación o en reformar el polideportivo, pero ahí no está la clave.

El ideario va más allá del proyecto educativo y en sentido estricto se exige sólo a los colegios religiosos. Sin embargo, si creemos que todos los colegios deben ofrecer una Educación integral a los alumnos, aquí no cabe la neutralidad. Todos –públicos, privados y concertados– deben enseñar a las familias sus cartas en el terreno de los valores y los principios éticos que defienden, y esto debe reflejarse en el comportamiento de sus profesores. ¿Exigente? Nadie dijo que educar no lo fuera.

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