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Pautas para educar sin ira y sin Lexatin

Por José Mª de Moya
Martes, 23 de septiembre de 2014
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A estas alturas del curso es probable que “Saturno devorando a un hijo” sea ya el icono de muchos padres o profesores quemados no, achicharrados. No en vano, Freud decía que esa obra representaba bien la pulsión humana hacia la melancolía y la destrucción.

Arranco así de simpático porque ha caído en mis manos una entrevista con Alan Kazdin, director del Yale Parenting Center y autor del libro The Everyday Parenting Toolkit (creo que aún no ha sido editado en español). Se trata de un método –uno más– para educar eficazmente, paso a paso y comprometiendo tanto al educando como al educador.

Recuerdo que los padres de Íñigo decidieron al fin llevarle al psicólogo porque no podían con él, resultaba insoportable, etc., etc. Cual fue la sorpresa de aquellos padres cuando, en lugar de recibir recomendaciones para soportar al chico, tuvieron que escuchar avergonzados las recomendaciones que el profesional hacía a su hijo para aprender a soportar a sus padres. Adultos emocionalmente inmaduros, incapaces de controlar sus impulsos, presos de la histeria y derrotados ante lo que simplemente es un adolescente caprichoso y tocanarices por nombre Íñigo. Fin de la historia.

Kazdin se posiciona en contra del castigo físico porque “está demostrado que no mejora el comportamiento a largo plazo y, en algunos casos, puede empeorarlo”. ¿Qué hacer entonces? Los psicólogos del comportamiento dicen que, ante determinadas palabras y acciones de los demás, resultamos muy predecibles. Kazdin propone usar esa previsibilidad para mejorar el comportamiento de los niños sin tener que gritar o golpear y pone un ejemplo. “Sabemos que el tono de voz que un padre utiliza después de un día estresante aumenta las probabilidades de que un niño reaccione de forma inadecuada”. Y al mismo tiempo también está demostrado que algo tan sencillo como incorporar un “por favor” al comienzo de la solicitud, modifica el tono de la voz. Otra opción, también sencilla, es el Lexatin, claro (sic).

Kazdin describe la situación en la que se encuentran, nos encontramos, muchos educadores asfixiados de este tiempo y de esta generación: “Cuando te estás ahogando no puedes enseñar a alguien a nadar”.

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