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El buen uso de las tecnologías no interfiere en la vida diaria

La adicción viene cuando el menor tiene malestar por no poder usar la tecnología.
RedacciónMartes, 7 de octubre de 2014
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(Foto: Shutterstock)

Continuamos con el repaso por las actividades dirigidas al docente para desarrollar en el aula que incluye la Guía para el profesorado de la campaña ControlaTIC sobre tecnoadicciones, elaborada por FUNDACIÓN MAPFRE con la colaboración de MAGISTERIO y Protégeles.

La actividad que nos ocupa tiene como protagonistas al uso-abuso y mal uso-adicción. Para empezar es importante conocer las características del uso, el abuso-mal uso y la adicción. A esto se une la importancia de identificar posibles señales de alarma del abuso-mal uso y la adicción.

Lo que caracteriza un problema de adicción es la pérdida de control y la dependencia, así como la interferencia en la vida cotidiana. Una persona puede usar internet todos los días y no tener un problema, puesto que lo usa de forma adecuada. En principio, jugar a un videojuego diariamente no tiene por qué generar problemas si la cantidad de tiempo está limitada, no interfiere con otras actividades y el hecho de no poder jugar no genera angustia en el menor. Una de las principales características de la adicción a las TIC es la interferencia en la vida de la persona.

Los jóvenes tienen la falsa creencia de que pueden atender a varias pantallas a la vez o que son capaces de estudiar atendiendo a los mensajes del móvil y escuchando sus canciones favoritas. Sin embargo, se sabe que cuando un adolescente está sentado frente al ordenador con cuatro pantallas abiertas realmente no está realizando cuatro tareas al mismo tiempo, lo que hace que invierta mucho más tiempo y que tenga más dificultades de entender lo que está haciendo.

Si la posibilidad de no poder conectarse a internet hace que el menor deje de hacer determinadas actividades puede ser un síntoma de un problema de abuso o adicción a internet. La necesidad de consultar el móvil para aliviar el malestar que produce el no hacerlo podría enmarcarse dentro del “síndrome de abstinencia”. Y es que el uso de la tecnología para hablar con los amigos no debería sustituir las relaciones “cara a cara”, debería ser un complemento. Por ello, hay que tener mucho cuidado si el uso de las TIC empieza a interferir en la vida diaria.

Llegado el punto en que exista un problema de adicción a las TIC, la persona que lo sufre suele negarlo, convirtiéndose esto también en una señal de la situación.

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