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Los abuelos en la Educación de los hijos

Por José Mª de Moya
Martes, 14 de octubre de 2014
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Es muy sabido que los abuelos están siendo actores de primera en este espectáculo de la crisis al que estamos asistiendo. Muchas familias acuden a ellos en busca del sustento que les falta y como apoyo logístico en la Educación de los hijos. Para la todopoderosa “generación sándwich” está siendo una edificante cura de humildad y para los invisibles ancianitos un buen chute de autoestima. Esos abuelos que con 60 y 70 aún corren maratones ven con compasión a sus hijos cuarentones no llegar a fin de mes y perder los nervios con los nietos. Cómo cambian las tornas…

Además, no sería justo quitarles mérito con aquello de que, en el fondo, les encanta estar con los nietecitos, “no ves cómo se le cae la baba”. Y unas narices. Siempre me ha parecido un ejercicio de cinismo por parte de la “generación sándwich” y no querer llamar a las cosas por su nombre: me voy de vacaciones o de puente y que a mis hijos los aguanten mis padres o mis suegros. Lo entendía claro hace un par de años cuando pregunté a un amigo por sus vacaciones en el chalet de sus sueños y me confesó que estaban pensando en venderlo. Cuando le pregunté sorprendido, me contestó con la tensión acumulada: “Estamos un poco hartos de pasar todos los veranos recibiendo nietos. Están bien para un par de días pero no para un par de semanas”. Entonces se me cayó el mito.

Por tanto, llamemos a las cosas por su nombre. Necesitamos de nuestros abuelos, están desempeñando un papel insustituible en la Educación de nuestros hijos y debemos estarles muy agradecidos porque lo hacen –no nos engañemos– con gusto, pero con mucho sacrificio. Recomiendo una reciente entrada en el blog Escuela de Padres, de Carlos Pajuelo, titulada “Padres y abuelos: cinco cosas que sus hijos-nietos agradecerán”:

1. Los abuelos son más espabilados de lo que a veces pensamos los hijos.

2. No les exijas la perfección que, por cierto, los padres tampoco tenemos. Ellos sólo te ayudan a educar a tu hijo, no lo hacen por ti.

3. Los niños saben qué pueden hacer y dónde lo pueden hacer. No les digas a los abuelos: “lo estáis malcriando”. Es más fácil decirles: “os va a estropear el sofá”.

4. No rivalices con los abuelos. Vas a perder.

5. Sé flexible con tus normas cuando dejes a tu hijo con los abuelos.

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