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Homenaje al maestro anónimo de 2014

Por José Mª de Moya
Martes, 16 de diciembre de 2014
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Me cuesta creer en esos salvapatrias, capaces de cambiar el mundo en dos patadas pero no de acudir puntuales a sus clases cada mañana. Esos revolucionarios de salón te prometen el cielo pero son incapaces de adquirir pequeños compromisos con su pareja, con su trabajo, con su familia, con su sociedad… En pleno movimiento 15M y con la Puerta del Sol abarrotada, tuve la oportunidad de visitar la sede de la Federación Española de Bancos de Alimentos. Esperaba antisistemas preocupados por el incremento de la malnutrición infantil, pero también ocupados en dar de comer a esos críos. Y a quien me encontré fue a amas de casa, pensionistas y profesionales curtidos capaces de sacar tiempo de donde no lo tienen. Los otros ni están ni se les espera, me dijeron.

Hace semanas llegó a la redacción del periódico una iniciativa que apunta en una dirección bien distinta. Bankia y la Fundación Lo Que De Verdad Importa (LQDVI) han lanzado “Historias en red”, una campaña que selecciona ocho proyectos solidarios organizados por jóvenes de entre 16 y 20 años en favor de una ONG. Para presentarse a esta iniciativa hay que registrar una idea solidaria en www.historiasenred.es hasta el 21 de enero de 2015. El objetivo de esta campaña –eso es lo que me gusta– es fomentar el emprendimiento social y la participación de los jóvenes en la mejora de su entorno, su barrio, su colegio, su grupo de amigos, su familia… Me cuesta creer en esos tan dispuestos a cambiar el mundo pero incapaces de cambiar su comunidad de vecinos.

¿Qué decir de esos maestros que se dejan la vida cada día por sus alumnos en estos tiempos difíciles? Esos docentes han hecho bueno el eslogan “No excuses” que reza en la entrada de muchos colegios británicos de los suburbios. Cada año pasan por la páginas de MAGISTERIO más de un centenar de iniciativas esforzadas de docentes anónimos que buscan mejorar su entorno escolar. Es una minúscula selección de las innumerables que llegan a nuestra redacción. Como al ser objeto de un reportaje ya dejan de ser anónimos, sirva esta última columna del año como homenaje personal a los miles de maestros verdaderamente anónimos. Los que no salen en la foto.

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