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Paradojas en torno a la “nueva concertada”

Por José Mª de Moya
Martes, 17 de marzo de 2015
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No se han contenido para abalanzarse contra la llamada “nueva concertada” tan pronto como ha sido salpicada por un supuesto caso de corrupción. Desde que hace un par de semanas el diario Abc desvelara, como parte del entramado de la Púnica, supuestos pagos de comisiones a cuenta de la concesión de conciertos en Madrid, no han faltado quienes quieran pescar a río revuelto. Porque el sector está revuelto, no cabe duda. Tratemos de desenredar la madeja, luego cada cual tire del hilo que quiera o le interese.

El primer merodeador fue el sindicato FETE-UGT que denunció recientemente que detrás de las concesiones de nuevos conciertos se escondían suculentos negocios y que las 80 adjudicaciones habían recaído fundamentalmente en grupos ultrarreligiosos o en codiciosos empresarios. Aquí empiezan las paradojas. Resulta que el primer supuesto caso de corrupción conocido relacionado con la concesión de conciertos ha afectado a un grupo de cooperativas de colegios (Alfedel) que poco tiene de ultrarreligioso y que tiene a gala diferenciarse del modelo de gestión empresarial que profesa el cooperativismo, la economía social, etc. Vuelve a pasar como con la banca y UGT no debería olvidarlo. Los mayores escándalos han surgido paradójicamente en las cajas, que presumían de interés social y que no escapaban al control público con representantes de la sociedad –sindicatos incluidos– en sus consejos de administración. Y es que me temo que esto no va de modelos de gestión, ni siquiera de ideario de centro, sino de simple y mortal condición humana.

Obviamente, también ha afilado sus uñas la privada no concertada. En este caso, el móvil es la defensa de un sector que está siendo objeto de competencia desleal por parte de esta “nueva concertada”, en algunos casos, torpemente planificada por la Administración. Prueba de ello es que lo que distingue a los que atacan de los que no lo hacen responde al noble principio (sic) de haberse beneficiado o no de una concesión. Otra vez la condición humana.

Y dicho lo cual, ahora sí al margen de intereses creados, tocará analizar críticamente un modelo necesario, el de la “nueva concertada”, pero que ha convertido la red de centros en una orquesta desafinada.

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