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¿Mejorar la enseñanza o solo las estadísticas?

El autor considera que "el abandono escolar después de la ESO es consecuencia de no haber aprobado la ESO, por lo que la solución pasa por conseguir que la aprueben, pero no simplemente superarla por promoción automática".
Martes, 24 de noviembre de 2015
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El pasado 27 de octubre el señor Xavier Gisbert propuso la eliminación del título de Graduado en Educación Secundaria y su sustitución por una evaluación externa sin efectos académicos, que permita que todos los jóvenes, sin exclusión, puedan proseguir algún tipo de enseñanza. Esa fue su propuesta para disminuir el fracaso escolar. En mi opinión se trata de la peor de las medidas que se podrían tomar por los siguientes motivos:

1. El problema que tenemos es que nuestros alumnos de ESO no ven la necesidad de esforzarse en aprender, pese a que si no aprueban la ESO no pueden acceder ni a la FP ni al Bachillerato. Si se estableciera que todos los alumnos que estudian ESO, independientemente de sus calificaciones, pudieran acceder a la FP o al Bachillerato, es evidente que todavía tendrían menos interés en aprender. Claro que disminuiría el número de alumnos que no superasen la ESO, pero ello no significa que realmente disminuyera el fracaso escolar. En mi opinión no se trata de conseguir buenas estadísticas si son falsas, sino de resolver el problema.

2. Aunque los conocimientos son importantes, más importante aún es que nuestros jóvenes adquieran hábitos de trabajo y capacidad de esfuerzo, dos cualidades que les servirán para toda su vida de adulto y que difícilmente van a adquirir en la enseñanza obligatoria, si a los 16 años todos pasan automáticamente a la siguiente etapa.

3. Como el título de ESO lo concede el Ministerio de Educación y no las comunidades autónomas, el Ministerio puede establecer los contenidos y los niveles de exigencia de dicha etapa y, gracias a las futuras evaluaciones finales de ESO que ha establecido la Lomce, también podrá comprobar su seguimiento, cosa que no ha podido hacer hasta ahora. En los últimos años se ha observado que nuestro sistema educativo se parece más a 17 sistemas educativos diferentes que no a uno solo. El motivo es que en cada comunidad autónoma se ha puesto más el acento en lo local que en lo universal. Esto es muy patente en materias como Geografía, Historia y, en las comunidades autónomas con una segunda lengua propia, también en la Literatura y lengua castellana. Todo ello ha llevado a que en algunos lugares los jóvenes ignoran el pasado común y no tienen demasiados deseos de compartir juntos el futuro. Si se desea la continuidad de nuestro país, es necesario reconducir esta situación y para ello nada mejor que mantener el título de la ESO en manos del Ministerio.

Nuestro problema expresado en cifras es que tenemos un 20% de alumnos de 15 años que no aprueban Lengua, Matemáticas y Ciencias, cuando lo máximo aconsejable sería un 10%, y que lideramos el abandono escolar en Europa con un 23,5% de jóvenes entre 18 y 24 años que o no han acabado la ESO o después de acabarla no han seguido estudiando, cuando la media europea es de solo el 11,9%.

El abandono escolar después de la ESO es consecuencia de no haber aprobado la ESO, por lo que la solución pasa por conseguir que la aprueben, pero no simplemente superarla por promoción automática como se ha propuesto, sino adquiriendo hábitos de estudio y los conocimientos establecidos.

Cualquiera que hable con un alumno de 4º de ESO y le pregunte si muchos de sus compañeros podrían trabajar más y aprender más, nos dirá que es así y que si no lo hacen es porque no hace falta. En la ESO da lo mismo sacar un 5 que un 10 para acceder a la FP o al Bachillerato y, además, como son los propios centros los que examinan a sus alumnos, tienden a aprobar a muchos que no llegan al aprobado para evitar que se vayan a otros centros. Esto es lo que hemos de arreglar. Para ello en la ley actual, la Lomce, se han establecido las evaluaciones externas al final de la ESO con valor académico y con dos modalidades, la que permite el acceso a la FP y la que permite el acceso al Bachillerato. Esto, además de estimular a los alumnos de ESO a esforzarse más, permite agrupar a los alumnos de 4º de ESO en función de sus intereses y capacidades. Estas evaluaciones finales de ESO asegurarán que tanto los alumnos que accedan a la FP de Grado Medio como los que accedan al Bachillerato tendrán los conocimientos necesarios para aprovechar dichos estudios. Sin estas pruebas la FP y el Bachillerato continuarían degradándose y luego les pasaría lo mismo a los grados universitarios.

Muchos de los problemas que tenemos nacen de pensar que solo tenemos dos tipos de alumnos adolescentes, los que después de la ESO están interesados en hacer un Bachillerato y luego ir a la universidad, y los que están interesados en estudiar una FP. Pues no es así, en realidad existe un pequeño porcentaje de alumnos que, por diferentes causas, no quieren estudiar ni una cosa ni la otra, sino incorporarse al mundo laboral a los 16 años con los conocimientos mínimos indispensables. Por ello en la Lomce se ha establecido una tercera vía a partir de los 15 años, la llamada FP Básica. Es lo mejor para ellos y para el resto de alumnos, ya que permite al sistema educativo adecuarse a sus intereses y, además, propiciar que posteriormente, cuando lo vean conveniente, puedan obtener el título de ESO e iniciar la siguiente etapa, seguramente antes de los 24 años como nos pide la Unión Europea.

Antonio Jimeno es presidente del sindicato de profesores AMES

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