El Libro Blanco propone tres vías dentro de la carrera profesional docente
El texto –al que ha tenido acceso MAGISTERIO– parte de la “necesidad de transformar la escuela” para “mejorar su calidad, acomodarse a un mundo acelerado y participar en una sociedad en permanente mutación”. Pero también, por la necesidad de “introducir nuevas competencias y nuevas tecnologías, preparar a nuestros alumnos para su inserción en el mundo laboral y hacer efectiva la misión ética de la Educación”.
Para ello, Marina propone “revisar las reformas que han tenido éxito para aprender de ellas” y situar al docente y a los directores en el “centro del cambio educativo”. Por eso, el eje fundamental del documento es el diseño de la carrera docente com vistas a “hacer atractiva la profesión para atraer a los mejores”.
Para que los mejores se dediquen a la docencia, Marina propone hacer una campaña –como la que se ha hecho en otros países– para lograr que el 30% de los mejores expedientes vayan a Educación y no a la investigación, como sucede hasta ahora en el ámbito universitario.
Tres vías docentes
La carrera docente, por su parte, constaría de tres vías por donde el docente podría ascender. La primera de ellas es académica y consta, a su vez, de las siguientes escalas: profesor, catedrático, tutor de formación, asesor didáctico (integrado en la Inspección), formador de profesores y catedrático de las facultades de Educación.
La segunda vía es de gestión docente y la integran los siguientes puestos: profesor, director, inspector de gestión, formador de directores, asesor de gestión en las consejerías y director de recursos huma-nos.
La tercera vía es de progreso en el mismo puesto de trabajo. y consta de reconocimiento económico vinculado, como en los casos anteriores, a la evaluación y a la formación, que ha sido el punto más polémico de la propuesta de Marina y el que más ha trascendido hasta ahora.
Respecto a la selección y formación inicial del profesorado, la propuesta de Marina recoge medidas ya conocidas junto a otras más novedosas. Lo primero es que la selección del profesorado debe ser previa a la formación específica de los candidatos. Para ello se implantaría un MIR que habilitara por igual a profesores de la Pública, Privada y Concertada.
También propone Marina crear la figura del “tutor de formación” que dirigirían el proceso de formación en el aula. Estos tutores serían “profesionales excelentes con gran experiencia, salidos de la misma profesión docente”. Esta figura está integrada en la carrera profesional (en la primera vía) y tendría su propio proceso de acreditación.
Centro de postgrado
Otra novedad es la creación de Centros Superiores de Formación del Profesorado, con un régimen administrativo singular, para la impartición de las enseñanzas de postgrado profesionalizantes, con implicación de la universidad y de las administraciones educativas autonómicas y del Estado.
En el caso de la formación continua, el Libro Blanco propone un periodo de tutorización en el primer tramo de incorporación al aula y crear “una red eficiente de alto nivel de centros de formación permanente aprendiendo del fracaso de los CPR”, señala el texto. Todos estos procesos de formación inicial y continua tendrían sus propios sistemas de evaluación.
Otro capítulo es el de la evaluación del desempeño docente. El Libro Blanco propone “relacionar evaluación con desarrollo profesional (también en cuanto a retribuciones se refiere) y la implantación de un “portfolio docente”, de acuerdo con el Europass (el pasaporte europeo de competencias).
Dirección profesional
La dirección de centros merece un capítulo aparte del Libro Blanco del Docente. Marina es partidario de profesionalizar el cargo de director incorporándolo a la carrera docente. Respecto a su selección y formación este primer bosquejo solo lanza la pregunta de quién tiene que elegirlos formarlos, sin aportar ninguna respuesta.
La Inspección también forma parte de este primer borrador de Libro Blanco para señalar la importancia de revitalizarla. Además, propone establecer dos funciones dentro de ella, asesoramiento didáctico para mejorar el desempeño docente y control del funcionamiento de los centros.
Por último, el bosquejo del Libro Blanco señala la importancia de “reafirmar la responsabilidad social de la profesión” y de elaborar un código deontológico.
