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“Yo querría que se evaluase mi trabajo docente igual que si tuviese otro puesto”

El consejero navarro de Educación, José Luis Mendoza, es partidario de evaluar al profesor –”y más siendo un trabajador público”, dice– y también de invertir en formación permanente, aunque no cree que el resultado debería afectar a las retribuciones.
José Mª de MoyaMartes, 1 de diciembre de 2015
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En las últimas semanas ha habido cierta polémica en Navarra en torno a algunas medidas del Departamento de Educación, como la paralización del Programa de Aprendizaje de Inglés (PAI). El consejero aclara que “no se ha paralizado, lo que estamos haciendo es estudiar las carencias para solventarlas el año que viene”. El objetivo es “un tratamiento integrado de lenguas, pero que, lógicamente, no tenga ni los errores iniciales ni las consecuencias del programa actual”.

¿Qué le parece el intento de pacto del ministro, que algunos han tildado de electoralista?
Esta gente ha hecho una ley rápidamente, sin ningún diálogo y nosotros pensábamos que podrían tener algún tipo de flexibilidad y algún tipo de diálogo, por lo menos en el terreno pedagógico. Pero este hombre [dice en referencia al ministro de Educación] se ha encontrado con la ley hecha y [en la Conferencia Sectorial del mes de agosto pasado] mostró muy poca flexibilidad ante los problemas objetivos. Ha sido una imposición total.

Y se ha pedido formalmente la derogación.
Eso por supuesto. Esa es la primera premisa que ponemos.

¿Pedir la derogación es la mejor manera de reclamar diálogo?
Bueno, él ya nos ha expuesto su ley. Nosotros decimos lo que queremos y a partir de ahí ya hablamos y vemos. Y, sobre todo, teniendo en cuenta que este año era totalmente electoral. Y claro, las mismas razones que sirven a algunos para decir “quitemos esta ley o parémosla” sirve para que los otros digan: “no voy a cambiar ahora la ley porque, si no, para qué la hemos hecho”.

¿No hubiera sido más práctico pedir la modificación, al igual que la Lomce fue una modificación de la LOE?
Eso lo intentamos en la reunión de agosto –incluso menos que eso– y el ministro se negó en redondo a hacer cualquier tipo de concesión. La única concesión fue la de replantearse lo de las pruebas externas de Bachillerato. Pero eso no es en este curso. Simplemente intentó hacer un gesto que no le comprometía a nada de cara a las elecciones de diciembre.

De hecho, el propio ministro dijo que ese es un aspecto que no comparte de la ley, lo de las pruebas de Bachillerato.
Este verano dijo algo así como que esta ley no era hija suya. Este señor simplemente se ve atado a unos compromisos adquiridos por razones incluso ajenas a él. El gobierno del PP ha dejado claro que la Lomce no se toca.

Aun así, su talante parece distinto al del anterior.
Sí, sí, eso seguro. El talante es distinto. Tuvimos una reunión protocolaria de presentación y es un señor encantador, pero estamos hablando de un tema tan importante como la Educación. Y no estamos de acuerdo desde el principio ni con la ley ni cómo se ha gestado ni cómo se está gestionando.

¿Qué opina del Libro Blanco de Marina?
A mí me parece que es necesario, al igual que un Libro Blanco de la Educación. Me ha extrañado mucho porque es una persona que admiro y me parece muy inteligente, pero me extraña que se haya descolgado con lo de los sueldos porque –¡Dios mío!– meterse en ese charco sin tener en cuenta otros factores… Tú no puedes valorar igualmente a un profesor que está en un colegio con un 40% de alumnos que no tienen una lengua materna igual a la lengua en que se imparten las clases, de otro profesor que imparte clase a niños nativos. Es hacer tratamientos iguales para situaciones desiguales.

No vincular retribución a resultados me parece obvio, pero, ¿vincularlo al desempeño?
Sería pensable si vamos a medir magnitudes que sean homogéneas. A este tema le tiene que dar toda la comunidad escolar una pensada. Que no sea simplemente un proyecto de un señor muy competente y con un buen equipo, pero que requiere que todo el mundo colabore.

A veces se trata a los profesores como si fueran los únicos profesionales a los que no se evalúa de manera continua. Están como en un régimen de cierta impunidad. Yo pienso que habrá que entrarle al asunto.
Sí, por supuesto que sí. Yo también querría que se evaluase mi trabajo docente igual que si estoy en otro puesto. Y más siendo un trabajador público. Unos serán mejores en unas cuestiones y otros en otras, pero ligarlo directamente a la retribución es un fallo de base. Hay otra manera de tratar ese tema, que no es exclusivamente monetario. Puede hacerse con el concurso de plazas, concurso de traslados…

¿Le parece que el sistema educativo ha girado demasiado en torno al profesorado, a sus condiciones laborales, a su jornada y que ahí los sindicatos han tenido algo que ver?
No me parece que haya sucedido ese error, yo pienso que es al revés. El sistema profesional de la enseñanza ha sido ninguneado por las administraciones. Es muy escaso el reconocimiento público concreto. Cuando nosotros vamos al médico no le decimos cómo tiene que hacer las cosas. Estamos continuamente evaluados desde fuera, lo cual no deja de estar bien, pero habría que ver en qué parámetros. Hay que ver cómo se evalúa la condición docente. A lo mejor lo que hace falta es algo más sistemático y objetivo. Hay que ver también para qué te van a servir esas evaluaciones, porque ahí está el asunto económico, pero también va a servir para clasificar centros, en función del profesorado que tiene y en función de los resultados de la evaluación. Lo que estamos fomentando otra vez es el clasismo y la escasa movilidad socieducativa.

Hay quien dice que como, principio general, una evaluación imperfecta, por imperfecta que sea, siempre es mejor que ninguna.
No se crea, porque una evaluación imperfecta puede tener peores resultados que ninguna evaluación. En el sentido de que cada vez más se tienden a hacer evaluaciones cuantitativas en función del resultado. No se tienen en cuenta las circunstancias en que se produce el hecho educativo interno al centro. Lo cuantitativo puede tener un valor con objetivos al margen de lo que tiene que ver con el proceso educativo. Esto simplemente sirve para una clasificación de centros y para que los padres decidan qué centro les conviene. Lo cualitativo también tiene que estar presente, y es mucho más difícil de medir, claro.

Una responsable educativa me dijo que si los padres supieran los resultados de algunos centros, se quedarían vacíos. ¿No estamos poniendo como centro del problema al docente en lugar de al alumno?
Pero habrá que saber por qué ese centro tiene malos resultados. Si es por el profesorado o por falta de recursos. Hay que tener todos los datos. Hay que saber la relación de alumnos por clase, por ejemplo. O cuál es la edad del profesorado. Hay muchísima movilidad en las etapas iniciales de desempeño y luego hay otra etapa en la que el docente se queda fijo en un centro y tiene peligro de anquilosamiento y de acostumbrarse. ¿Cómo se corrige? Pues con la formación continua, entre otras cosas.

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