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“Las reválidas no son ni serán nunca un índice de calidad del sistema”

El consejero asturiano Genaro Alonso, inspector de Educación, cree que las pruebas externas ligadas a la titulación, desvalorizan la labor docente y suponen “una traba insalvable para muchos alumnos”. En cambio, es partidario de evaluar el sistema.
José Mª de MoyaMartes, 26 de enero de 2016
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Genaro Alonso.

“Una ley de Educación tiene que nacer con vocación de permanencia, para un tiempo largo, donde se vean luego los frutos y que dé estabilidad”, afirma el consejero asturiano Genaro Alonso en esta entrevista. A renglón seguido pide la derogación de la Lomce, de la que solo comparte su primera frase, en la que señala al alumno como el centro del sistema educativo. A partir de ahí, nada. Lo que menos le gusta son las evaluaciones. “¿Qué hacemos con los alumnos que, partiendo de situaciones de desventaja personales o familiares, fueron progresando y al final llegaron a su buen puerto, aunque no sea el puerto al que llegue la mayoría? No puedes dejar a un alumno sin titulación mínima”, señala Alonso.

Parece que todos los partidos hablan ahora de pactar. ¿Le parece que es el momento de alcanzar un pacto en materia educativa?
Siempre es un buen momento para llegar a un Pacto por la Educación como hicieron personas tan importantes como Ángel Gabilondo y otros. A mí me parece más que necesario y en este momento de encrucijada política y educativa, más que nunca, porque la Lomce, como usted sabe, no fue consensuada. En Educación es necesario más que nunca un pacto porque una ley orgánica cada cuatro o cada ocho años no es buena para el sistema.

¿Sería condición sine qua non para el PSOE la derogación de la Lomce?
Para nosotros sí. Por sus aspectos perversos para el sistema. Y cuando digo perversos me refiero a su carácter excluyente, segregador, a las evaluaciones externas ligadas a la titulación, etc. Supone una desvalorización de la labor del profesorado y una traba insalvable para muchos alumnos. Nosotros entendemos la evaluación de otra manera, como un proceso de mejora del sistema, no sujeto a pruebas externas o reválidas, que creo que no son ni serán nunca un índice de calidad del sistema.

El propio ministro ha dicho que él estaría dispuesto a modificar las reválidas. ¿Lo valoran como algo positivo?
Si estuviera dispuesto no a revisarlas, sino a eliminarlas, sería algo claramente positivo.

¿Y si fuesen evaluaciones no conducentes a título?
Yo distinguiría entre la evaluación al alumnado, que la hacen los centros y los profesores, de la evaluación del sistema, que es una cosa distinta y necesaria, pero no a costa de los alumnos ni supeditando esa evaluación a la titulación.

O sea, volver a las evaluaciones de diagnóstico de la LOE.
Exactamente, a las evaluaciones de diagnóstico, o llámese como se quiera, a una evaluación externa del funcionamiento. Es algo legítimo y necesario saber cómo está funcionando el sistema, conocer aspectos negativos para conseguir una mejora, pero del sistema, que es más que la suma de las partes.

Sin embargo, más allá de la evaluación del sistema, la evaluación del centro y de los alumnos ¿no es un incentivo para elevar el nivel?
Sí, pero con una condición: que esa evaluación no sirva para categorizar a los centros ni para el establecimiento de rankings. Nosotros somos totalmente contrarios. Esto conecta con la otra propuesta, la de José Antonio Marina en el Libro Blanco, de retribuir a los profesores en función de sus resultados. ¿Qué resultados? ¿Los de excelencia académica? Porque la evolución de los alumnos en una situación difícil para nosotros es muy importante.

¿Y retribuir al profesorado por el desempeño?
Nosotros somos partidarios de la evaluación del profesorado, pero siempre orientada a la mejora de los procesos y de los procedimientos sin consecuencias de tipo económico que establezcan diferencias entre profesores.

De hecho, aquí tienen un sistema de evaluación del funcionariado.
Eso es distinto. Es una evaluación docente, que tiene mucho de componente mecanicista porque es muy ligera y está basada en una serie de indicadores que no pretenden tanto la mejora del sistema como un cierto reconocimiento a una carrera profesional. No es una evaluación para la mejora de los centros, sino asociada a una carrera profesional.

Entonces, ¿cree que sería bueno hacer la evaluación, pero no vincularla a retribución? ¿Por qué?
En términos economicistas parece defendible, pero creemos que puede tener efectos perversos sobre el centro educativo como un conjunto donde todo es más que la suma de las partes y donde estamos más atentos a los procesos y a la mejora del conjunto que a los procesos desgajados de ese conjunto.

A mí me seduce estimular la iniciativa personal que produce una sana competitividad entre compañeros.
El hecho de conseguir puestos de responsabilidad en departamentos o en áreas quizá no sea suficiente como elemento motivador en la línea que usted plantea, pero seguimos pensando que hay que atender al centro sin atender a los elementos singulares.

¿Qué le parece bueno de las propuestas educativas del Partido Popular?
Quizás lo bueno es la primera frase de la Lomce, que suscribo al 100%. Dice que el alumnado es el centro y la razón de ser de la Educación. Ahí estamos totalmente de acuerdo, pero a partir de ahí, sigo leyendo y veo que es una ley segregadora, que está muy preocupada por esa evaluación externa sujeta a unos niveles de aprendizaje que se determinan en el gobierno central y no en las comunidades autónomas.

Yo quería llevar la pregunta al sano ejercicio que deberían hacer todos de ver qué es lo bueno que ha hecho el otro.
Quizás no sea objetivo, pero me cuesta trabajo, y le agradezco la pregunta, ver aspectos positivos en la Lomce, que, por cierto, es una modificación de la LOE. Es una ley que no se puede leer sin la LOE, que quede claro. También estoy de acuerdo en los principios y los fines que otorga al sistema educativo. A medida que aterrizo en aspectos concretos no encuentro cosas positivas que no hayan sido ya establecidas por nosotros.

¿Le parece que algunos errores de concepto o de planteamientos pedagógicos en los años de la Logse y la LODE muy basados en principios igualitarios y estructuralistas han sido ya corregidos por la propia LOE?
Cosas como el esfuerzo individual están recogidas por la Lomce y, cómo no lo vamos a reconocer como algo positivo. Pero la pedagogía del esfuerzo ya estaba recogida en la Logse, aunque luego no se materializara tanto, pero en la LOE está claramente recogida. De hecho, los principios de la LOE no han sido modificados en la Lomce.

¿Qué opina de profesionalizar más la figura del director en detrimento del Consejo Escolar?
Pero, ¿por qué llamamos al Consejo Escolar órgano colegiado o de gobierno, si ha dejado de serlo? En la ley anterior el director está sujeto a la rendición de cuentas hacia el Consejo Escolar y el Claustro en lo que le competa. Nosotros somos partidarios de un directivo claramente imbricado en el funcionamiento del centro. No comparto para nada la idea de volver al Cuerpo de Directores.

¿Ni siquiera en darle más atribuciones? Al fin y al cabo es el que manda.
Pero eso se contradice con nuestra idea de liderazgo. Si basamos todo en la autoridad prevista en una norma, yo como director no necesito consensuar nada con la comunidad educativa y creo que eso no es bueno.

Volviendo a los consensos, ¿se plantea la legislatura en base a aplicar un programa o de buscar acuerdos?
Ambas cosas no son excluyentes, sino complementarias. Si tuviera que elegir, elegiría aplicar nuestro programa, un programa que tenemos muy definido y muy perfilado, pero aplicarlo con mucho diálogo, mucho consenso, con una posición alejada de toda confrontación.

¿Pueden estar tranquilas otras sensibilidades como la que representa la escuela concertada o la religiosa?
Pueden estar tranquilas en la situación legal en la que estamos, porque nos debemos al principio de legalidad y, por otra parte, en aquellos aspectos que consideremos ajustados a la norma, aunque no compartamos, como por ejemplo con la Iglesia, donde tenemos varios procesos en ciernes y naturalmente respetaremos las sentencias. La escuela pública vertebra el sistema educativo, pero no en menoscabo de la escuela concertada, que tiene sus procedimientos y que nosotros respetamos con total valentía y transparencia.

¿La Concertada se la consiente como un mal necesario o como subsidiaria?
No hacemos distinciones en ese sentido. Ahora bien, nuestro objetivo principal es la enseñanza pública, que es la que permite la universalidad de la Educación y llega a donde no llegan otros.

¿Le parece que para llegar a pactos habría que soslayar estas cuestiones más ideológicas, como la Religión?
No cabe duda de que para llegar a acuerdos, como decía Ángel Gabilondo, lo que se necesitan son dos puntos de vista distintos porque, si estamos de acuerdo, qué necesidad hay de ello. Para llegar a un gran Pacto por la Educación habría que prescindir de algunos posicionamientos y evitar hablar de líneas rojas.

Por último, ¿se sienten libres a la hora de hacer la política educativa con respecto a Izquierda Unida, que fue quien les apoyó en la investidura?
Nos sentimos libres en función de que nosotros ya firmamos el acuerdo de investidura. Nuestros compromisos versaban más sobre cultura y sobre lengua asturiana que sobre Educación.

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