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Un exceso de alumnos en el aula aumenta el síndrome de burnout

La Universidad de Valencia revela que el exceso de alumnos por aula o de tareas de gestión reduce la capacidad laboral del docente, provoca problemas de salud e incrementa el absentismo.
Diego FranceschMartes, 1 de marzo de 2016
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Un estudio, liderado por el profesor del Departamento de Psicología Social de la Universitat de València Pedro Gil-Monte, ha analizado el desarrollo del síndrome de quemarse por el trabajo en docentes de Secundaria de la Comunidad Valenciana. Demuestra que el exceso de alumnos por aula o de tareas de gestión son factores que reducen la capacidad laboral del docente, provocan problemas de salud e incrementan el absentismo. La investigación se ha publicado en la Revista de Psicodidáctica, en enero de este año.

Los resultados revelan que los sentimientos de culpa de-sarrollados por las actitudes y comportamientos negativos e inadecuados hacia el trabajo y hacia los alumnos y sus familiares son un factor clave en el desarrollo del síndrome y contribuyen al deterioro de la salud del profesorado. Además, como segunda conclusión, la sobrecarga de trabajo de los docentes de Secundaria y la falta de claridad en su rol profesional “contribuyen a la aparición del síndrome de quemarse por el trabajo, a la vez que al desarrollo, en algunos casos, de sentimiento de culpa por no poder realizarlo adecuadamente”, apunta Gil-Monte.

El estudio es un punto de referencia importante para médicos y terapeutas, puesto que facilita el diagnóstico y el tratamiento de diferentes tipos del síndrome, según sus autores. “Los niveles elevados de riesgos psicosociales en el trabajo deteriora la contribución de los profesores a la sociedad y a la formación de las generaciones futuras”, añade Gil-Monte.

El síndrome de quemarse por el trabajo es una respuesta psicológica al estrés laboral crónico de carácter interpersonal y emocional que aparece en los profesionales de las organizaciones de servicios que trabajan en contacto con los clientes o usuarios de la organización. Esta respuesta se caracteriza por un deterioro cognitivo consistente en la pérdida de ilusión por el trabajo; por un deterioro afectivo caracterizado por el agotamiento emocional y físico; y por la aparición de actitudes y conductas negativas hacia los usuarios y hacia la organización, en forma de comportamientos indiferentes, fríos, distantes y, en ocasiones, lesivos. A veces, estos síntomas se acompañan de sentimientos de culpa.

Según la investigación, de-sarrollada con una muestra de 120 docentes de Secundaria, un 68,5% mujeres y un 31,5% hombres, los resultados indican que los sentimientos de culpa dan lugar a dos perfiles profesionales diferentes.

Por un lado, el profesorado para quien las estrategias de afrontar el estrés laboral sin implicarse en el trabajo ni en la atención al estudiantado son eficaces para hacer frente al desgaste psíquico. Y por otro, el segundo perfil, desarrollado por docentes que se sienten culpables por sus actitudes no adecuadas para el trabajo que generan un rechazo al mismo y presentan índices de absentismo laboral en varias modalidades y más frecuentemente.

Según el estudio, los docentes del primer perfil no presentan problemas de salud de forma frecuente, pero sí que tienen un trato más distante e indiferente hacia el trabajo y hacia el alumnado. Esta actitud tiene consecuencias negativas en la formación de niños y adolescentes y supone un deterioro de la calidad de servicio.

En el segundo caso, profesionales que mayormente se decantan por el absentismo laboral, se implican más en el trabajo, lo que les lleva a desarrollar niveles más altos de sentimientos de culpa. La persistencia en el tiempo de estos síntomas, según Gil-Monte, “acaba deteriorando la salud de los docentes que los sufren y se acompañan de un distanciamiento hacia el origen del problema”.

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