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Torito valiente

Cuando era pequeño, en la dehesa, al torito le enseñaron cómo hacen los de su especie para ser valientes. Pasaba las tardes paseando y pastando con su padre quien le recordaba cada tarde...

Martes, 19 de abril de 2016
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“Nuestra familia es fuerte y muy valiente, y así debes ser tú, pequeño. Si te ves amenazado, agacha tu cabeza y arremete con tus cuernos a lo que tengas por delante”. Y para enseñarle cómo se hacía, el papá rascaba su pata contra la tierra, resoplaba y echaba a correr apuntando con sus cuernos para adelante”.

Pero un día, se llevaron al papá del torito, a quién sabe qué extraño lugar del que ya nunca regresó.

El torito preguntó a su tío si él sabía dónde habían llevado a su padre pero su tío, lo único que supo responderle fue:

“No lo sé, pero, nuestra familia es fuerte y muy valiente, y así debes ser tú, pequeño, si te ves amenazado, agacha tu cabeza y arremete con tus cuernos a lo que tengas por delante”.

Cierto día, también se llevaron a su tío, y tampoco volvió. El torito, preocupado, decidió preguntar a la corriente del río, por si ella sabía el paradero de su familia.

La corriente del río, que todo lo sabe –porque el agua está en todos los sitios, en todos los seres vivos, el cielo y el mar– le dijo al torito:

“Pequeño torito, como sabes yo soy agua, alimento la sed de todos los seres vivos…Los toritos de esta dehesa tenéis un trágico destino: alimentar la sed de tortura que vive en algunos, la indiferencia de otros y la vergüenza ajena que vive en los demás. No los busques más torito, no van a volver”.

El torito, que no quería marcharse para no volver a la dehesa, ni quería alimentar esas cosas de las que hablaba el agua, decidió preguntar a la corriente:

–¿Y cómo podría yo quedarme aquí?

–Um, déjame pensar… creo que la única manera posible es siendo valiente.

–Ah! Síí, toda mi familia es de toros muy valientes, cuando nos sintamos amenazados, tenemos que agachar la cabeza y arremeter con los cuernos a lo que tenemos delante.

–Torito, te voy a dar un consejo:

Hay veces que ser valiente significa no hacer lo que todo el mundo piensa que debes hacer.

–Está bien, corriente del río.

El torito se marchó de allí sin saber muy bien qué era entonces ser valiente.

Al poco tiempo, vinieron a llevarse al torito al ruedo, y una vez allí, el torito, asustado y enfadado quería luchar.

No sabía por qué estaba allí, por qué tanta gente gritaba, por qué todos le miraban a él, ni qué habría hecho él para que todos los que había alrededor desearan ver su muerte.

El torito sólo quería volver a la dehesa.

Recordó entonces las palabras de la corriente del río. Las palabras de su papá, y las palabras de su tío, que jamás volvieron junto a él.

Se agarró al consejo del agua y decidió que esta vez, no hacer lo que todo el mundo esperaba que hiciera, sería su acto de valentía.

Se tumbó en el ruedo. Aguantó un pinchazo sin moverse. Aguanto dos, aguantó diez, y el torito no se movió.

Al final, devolvieron al torito a la dehesa, por manso.

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