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“La evaluación externa es un complemento de la continua”

El director general de Evaluación y Cooperación Territorial del Ministerio de Educación, José Luis Blanco, cree que, además de seguir el progreso del alumno, el sistema debe esforzarse para que todos obtengan un mínimo común al final de cada etapa.
Adrián ArcosMartes, 6 de septiembre de 2016
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¿Qué importancia tienen las evaluaciones externas para los alumnos?
Cuando hablamos de evaluaciones externas nos referimos a pruebas estandarizadas en las que la autoridad educativa establece unos estándares de logro para todos los alumnos de una determinada edad o nivel educativo. De esta forma se está mandando un mensaje muy claro al sistema educativo: hay que alcanzar unos objetivos para todo el alumnado, sin exclusión, sin excepción. En consecuencia, las evaluaciones externas estandarizadas favorecen la equidad, porque obligan a todos los agentes del sistema a conseguir los mismos objetivos mínimos y comunes para todos los alumnos.

¿Son una carrera de obstáculos o ignoran la evaluación continua de los docentes, como se critica desde varios sectores?
Las evaluaciones externas no niegan la virtualidad de las evaluaciones continuas. Estas son absolutamente necesarias para seguir el progreso del alumno y conseguir que así obtenga del sistema educativo un currículo lo más adaptado a sus necesidades y a sus particularidades. Y las evaluaciones externas son un complemento de esa evaluación continua, porque al final de cada etapa el sistema se debe haber esforzado para que todos los alumnos obtengan un mínimo común. Esas evaluaciones, por tanto, no son una carrera de obstáculos, sino que son un acicate para que todos consigamos unir esfuerzos y obtener los resultados óptimos para todo el alumnado. Los procesos pertenecen a centros y profesores, pero los resultados les pertenecen a las administraciones educativas por mandato de la sociedad, y en consecuencia, esas evaluaciones externas se constituyen en un instrumento que permite a centros y profesorado conocer la eficacia de sus propias actuaciones y por tanto, ser capaces de mejorarlas, de detectar puntos fuertes y débiles. Y a las administraciones nos permite también valorar nuestros programas y nuestros políticas. El primer evaluado, a través de una evaluación externa, es la Administración educativa, los programas educativos que se ponen en marcha.

¿Se puede conseguir esos resultados a través de las evaluaciones de diagnóstico?
Las evaluaciones externas proporcionan a la Administración conocimiento de la eficacia de los programas educativos. En ese sentido, son también diagnósticas, porque estamos evaluando resultados y los logros de aquellos objetivos que nos hemos fijado. Las llamadas evaluaciones diagnósticas o intermedias en la etapa tienen su sentido y deben ser complementarias a las evaluaciones de final de etapa. Las evaluaciones externas planteadas por la Administración deben estar acompañadas de procesos de evaluación interna dentro de los centros en cada una de las etapas. Repito que los procesos pertenecen a profesores y centros, ellos son los que saben cómo enseñar y deben tener autonomía para determinar cómo hacerlo, cómo desarrollar el currículo y cómo alcanzar los objetivos que marca la Administración. Por tanto, esos procesos de evaluación interna intermedios deben pertenecer a los centros y deben completar y cumplimentar a esas evaluaciones externas. En consecuencia, no hay contradicción.

¿Las evaluaciones externas deben llevar a título?
Le voy a responder con un dato. De todos los países de la OCDE, 31 tienen evaluaciones externas al final de la etapa de Bachillerato. De esos 31, en 27 esas evaluaciones externas determinan el acceso a la etapa superior, y 24 países determinan la obtención de la certificación o titulación correspondiente. Es decir, 24 países de nuestro entorno más cercano, que son con los que tenemos que compararnos, otorgan un valor para la obtención del título a las evaluaciones externas de final de etapa. Creo que el dato habla por sí solo.

¿Se deben hacer públicos los resultados de esas evaluaciones? ¿Y hacer rankings?
Son muchos los estudios que confirman que la publicación de resultados produce per se una mejora de los resultados académicos de los alumnos. Ahora bien, el modelo de publicación de resultados que existe en nuestro país no hace necesarias las publicaciones de rankings. La publicación de resultados sin identificación de centros y con anonimato –que es lo que dice la norma– es un elemento suficiente para producir incentivos en los centros y para mejorar el sistema educativo. Sin embargo, no informar a los centros de los resultados ni de cómo se encuentran respecto a otros de su entorno elimina uno de los elementos fundamentales de la evaluación, que es la comparabilidad, es decir, que el centro pueda saber si otros centros similares obtienen mejores o peores resultados, que es lo que precisamente nos permite mejorar. Y eso es lo que lleva a identificar situaciones en las que es necesario apoyar y corregir, y otras en las que es necesario difundir buenas prácticas. Por tanto, a mí me parece que la publicación de resultados sin hacer rankings es un elemento fundamental para evaluar políticas educativas en general de las administraciones educativas, y para evaluar las actuaciones de los centros.

¿Por qué cree que hay tanto rechazo a las evaluaciones externas?
La clave del rechazo que se ha producido en nuestro país, y que no tiene parangón en otros países, es que no hemos conseguido alcanzar un consenso en Educación sobre los objetivos que debemos conseguir. Se habla mucho de la necesidad de un pacto educativo. Yo creo que la clave se encuentra aquí. Si hubiéramos alcanzado unos mínimos consensos, las evaluaciones externas serían un elemento más dentro del modelo educativo y no tendrían ese rechazo que aparentemente existe en la actualidad.

¿Qué tiene que hacer entonces la Administración?
El Ministerio de Educación tiene que estar a la vanguardia de las necesidades de la sociedad, y por eso está impulsando y preparando un Plan de Neuropsicología Aplicada a la Educación cuya primera fase verá la luz en septiembre y esperemos que sea bien acogido. Como bien dice el director general de Evaluación y Cooperación Territorial, José Luis Blanco, tiene que ir acompañado de una formación del profesorado muy buena, para no empezar la casa por el tejado.

LA PROFESIONALIDAD DEL PROFESORADO ES CLAVE
José Luis Blanco apunta que “todos los países occidentales están caminando hacia un nuevo modelo, un nuevo paradigma educativo en el que la clave está en la profesionalidad del profesorado”, Como consecuencia de esa profesionalidad, a la Administración le corresponde dotar al profesorado y a los centros de una autonomía en la aplicación de currículos, que va acompañada de una rendición de cuentas a través de modelos de evaluación externa. “Es el modelo en el que se basan los países de nuestro entorno que están consiguiendo más éxito”, resalta el director general.

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