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El vino rompe fronteras

Paloma Díaz SoteroMartes, 31 de enero de 2017
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Álvaro Loza tiene 21 años y ya ha trabajado en dos países que no son España. Su experiencia es un ejemplo de dinamismo y audacia como pocos. Es técnico superior en vitivinicultura y estudió el ciclo formativo en La Rioja, en el IES La Laboral de Lardero (La Rioja).

Pese a la alta empleabilidad que esa titulación tiene en su tierra, su inquietud fue siempre salir fuera. En 2º se fue de Erasmus a hacer parte de la FCT (durante la época de vendimia) a una bodega francesa, cerca de Montpellier.
“Hablaba muy poco francés y me entendía en inglés con quien sabía inglés, como mi compañero portugués”, cuenta. “Era una bodega pequeñita, familiar; trabajábamos tres personas y aprendí a trabajar en ese entorno, a conocer el terreno”. Igual de valioso fue “ser autónomo fuera de casa”.

La segunda etapa de la FCT también eligió hacerla en Francia. Y fue mejor aún. Recaló en la Borgoña, “en una escuela de Enología que tenía una bodega que funcionaba de manera autónoma”. Allí trabajó, codo con codo, con el enólogo y mejoró su francés. Estaba tan contento que pidió una prórroga de 15 días y desde allí, a través de Skype, presentó su proyecto de fin de ciclo.

Estando en la Borgoña ya había empezado a buscar trabajo en California. Un ex alumno de La Laboral le había contado su experiencia allí y le tentaba probar suerte. “Para mi sorpresa, me respondieron de tres empresas”, cuenta. Hizo las entrevistas por Skype y le aceptaron en dos de ellas.

Corría el mes de julio, el contrato comenzaba el 18 de agosto y Álvaro no tenía pasaporte para tramitar el permiso de trabajo de EEUU. Sin dudarlo un instante, voló a Palma de Mallorca, haciendo escala en Suiza, para ir a la única comisaria donde consiguió que le tramitaran el pasaporte sin cita previa. Y de allí se fue a Madrid a tramitar el permiso.

El 18 de agosto estaba trabajando en el Valle de Napa. Tenía un contrato de tres meses como operario de una bodega que le llenó de nuevo de satisfacciones.
“La calidad del trabajo es my buena allí. Trabajé mucho, hasta 70 horas a la semana, pero no me importaba; estaba muy contento, me pagaban bien y me pagaban hasta el último minuto porque fichaba al entrar y al salir. La organización y la seguridad eran muy buenas”.

Además, Álvaro pudo comprobar el alto nivel de su formación como técnico superior. “En Napa, he conocido a mucha gente; he estado con un enólogo y dos ingenieras agrícolas y me veía muy bien cualificado a su lado. Nos preparan genial”, afirma.

Como Álvaro siempre está pensando en el paso siguiente, estando en Napa, empezó a buscar su siguiente empleo. Apuntó entonces a la vendimia del hemisferio sur, que comienza en febrero, y le reclamaron desde Nueva Zelanda. Pero también le salió trabajo en Francia, en el Valle del Ródano, y lo prefirió por tratarse de un contrato de ocho meses. Lo encontró por Facebook y comienza este mismo mes.
“Voy a estar de ayudante de enólogo y creo que voy a aprender mucho”, cuenta ilusionado. “Y voy a perfeccionar mi francés”.

EL VINO: EMPLEO EN ALZA, DUAL ESCASA
El IES La Laboral de Lardero, donde estudió Álvaro, es una referencia de formación para las bodegas riojanas. De su oferta de FP, el Ciclo Superior en Vitivinicultura es el único que tiene horario diurno, nocturno y modalidad online, en la que llega a haber hasta 60 matriculados por módulo.

Los titulados tienen una alta inserción laboral en bodegas riojanas y también navarras, cuenta Javier Calvo, profesor del ciclo formativo. “De hecho, nos llaman de las empresas pidiendo titulados”, asegura.

Este perfil profesional es al vino lo que el técnico superior de Calidad y Procesos es al resto de la industria. Trabajan viña y laboratorio, tierra y barricas. Pueden llegar a trabajar como enólogos o ayudantes de enólogo, dependiendo del tamaño y el prestigio de la bodega, explican en el IES Cencibel, de Villarobledo, Albacete.

Este instituto manchego es de los escasísimos que han implantado Formación Dual en el título de Vitivinicultura. Podría ser el único centro público hasta el momento.

Todos sus alumnos estudian en Dual. Empezaron en 2014, a petición de las bodegas, con 30 estudiantes, pero han rebajado el número a 18 “por riesgo a colapsar el mercado de jóvenes en formación”, explica Emilio Hernández, el jefe de estudios.Así, “las bodegas nos piden alumnos” y “cada año vamos alternándolas”. También los han ido contratando después.

Los estudiantes del Cencibel acuden dos días al centro y tres a la bodega. Ya van por su segunda promoción.

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