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La distorsión de saber hacer como Europa y suspender el doble

La correlación entre PISA 2015 y el fracaso escolar por comunidades autónomas es débil.
Pablo RoviraMartes, 24 de enero de 2017
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El Informe PISA 2015 conocido hace escasas semanas ha evidenciado que los adolescentes españoles se encuentran, a nivel competencial, en la media europea. Esas pequeñas diferencias con otros países o algo más grandes entre autonomías han concentrado la mirada sobre los resultados. Sin embargo, el principal aldabonazo que ha supuesto PISA es la discordancia que se produce en España entre el desempeño académico y las tasas de titulación. Si se asume que PISA mide ese rendimiento –lo que da para otro debate de si sus resultados son reflejo del sistema educativo o no–, los estudiantes españoles son como el resto de europeos. Y sin embargo, si es así, ¿por qué somos los líderes en abandono educativo?

En números, en la competencia lectora España obtuvo 496 puntos por una media europea de 494 puntos. Esa “igualdad”, en cambio, no tiene nada que ver cuando se comparan las tasas de titulaciones: la media europea del abandono educativo es del 11%, mientras España (dato de 2015) casi lo duplica con un 20%. Es evidente que la consecución de los títulos académicos no solo depende de esta competencia lectora, pero la comparativa al menos genera la inquietud por estas discordancias.

De hecho, centrando el análisis en España, esta falta de correlación también se encuentra entre las autonomías referido a las tasas de fracaso escolar que, por cierto, mide la misma cohorte de estudiantes: los que están en edad teórica de titular en la ESO. Así, según los últimos datos publicados por el Ministerio de Educación, la correlación entre los resultados PISA 2015 y las tasas brutas de titulación en la ESO es débil. Es decir, que las diferencias autonómicas que se encuentran en el desempeño competencial de los alumnos no son las mismas que les llevan a no conseguir el título de la ESO.

Esta correlación fluctúa entre el 0,116 detectado en las competencias de ciencias al 0,196 de la de matemáticas, en una horquilla teórica entre 0 y 1. Para hacerse una idea, por ejemplo, la correlación detectada entre los resultados y el gasto educativo está en el 0,37; entre ISEC (nivel socioeconómico y cultural) y PISA 2015 es del 0,65 o, incluso, la correlación que ha alcanzado la fama entre resultados PISA de las autonomías y tasas de alfabetización del siglo XIX llega al 0,716.

Estos gráficos vuelven a mostrar la división norte y sur que se da en el fracaso escolar, pero con unas subdivisiones generadas por los resultados PISA que distorsionan la supuesta correlación que debería existir entre rendimiento y evaluación/calificación, es decir, la obtención de los títulos. Así, en la España septentrional, la terna Castilla y León, Navarra y Madrid es la que obtiene mejores resultados en PISA pero, en cambio, es superada en cuanto a las titulaciones en la ESO por las de la cornisa cantábrica (Asturias, Cantabria y País Vasco).

En la España meridional, en cambio, hay un contraste entre el Sur y el Este. Mientras que el primero obtiene peores resultados PISA pero mejores tasas de titulación, en el Este pasa al contrario. Así se observa más claramente en la comparativa entre los tándem Comunidad Valenciana- Baleares y Andalucía-Extremadura.

El caso más sangrante es el de la Comunidad Valenciana, con unos resultados en PISA similiares a la media pero, en cuanto a la titulación en la ESO, con 10 puntos porcentuales menos. Si España es atípica en Europa en cuanto a la disonancia entre titulación y rendimiento, la Comunidad Valenciana lo es en España. La gran pregunta es ¿a qué se debe esto? Se discute que PISA es una evaluación estricta de los sistemas educativos, mientras que la graduación en la ESO depende de la promoción de cursos y asignaturas. Y ahí, otro de los lastres de nuestro sistema educativo que también detecta PISA es el de la repetición de curso.

España es uno de los países que más recurre a la repetición, sea en Primaria o, sobre todo, en Secundaria. En concreto, según calcula la OCDE, el 31,3% de nuestros jóvenes repite durante la ESO. De los países europeos, solo nos supera Bélgica (34%) y está a nuestra altura Portugal (31,2%). También Luxemburgo supera esa barrera del 30% y Francia se sitúa en el 22,1%.

Sin embargo, la repetición se dispara cuando solo se refiere a los alumnos socioeconómicamente menos favorecidos. Este fenómeno sucede en todos los países: la repetición entre los alumnos menos favorecidos es mayor que entre los más favorecidos. Lo que pasa es que en España se da en mayor grado.

Tanto es así que según la OCDE, en este colectivo de alumnos es más común repetir que no hacerlo, pues llega al 53,5%. En cambio, en los alumnos “aventajados”, solo es del 8,7%, menor incluso que en países como Holanda, Alemania o Austria.

Es aquí donde se encuentra otra de las inquietudes sobre nuestro sistema educativo que detecta PISA: a mismo nivel de conocimiento, la probabilidad de repetir curso de un alumno desfavorecido es casi seis veces más que la de un alumno con alto nivel socioeconómico. Lo que detecta PISA es que la inequidad escolar es mayor que la competencial. Que sabrán manejarse en su vida como el resto, aunque un título no lo certifique.

 

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