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Porque la ayuda sí llega a las comunidades indígenas de Perú

La organización Madre Coraje realiza una importante labor en Perú para favorecer la escolarización de los niños y niñas de estas comunidades.
Estrella MartínezMartes, 31 de enero de 2017
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Rafael Zapata y Guadalupe Miranda en la Puerta del Sol durante su viaje a Madrid.

Guadalupe Miranda y Rafael Zapata tienen 28 y 25 años. Nacieron en Perú, “en la selva de la Amazonía”, explica Rafael. Guadalupe en el departamento de Junín y Rafael en el de Ucayali. Ella sufrió la violencia terrorista de Sendero Luminoso cuando era una niña. Ambos provienen de pueblos indígenas u originarios. “Ser indígena implica muchas cosas”, relata Rafael. “Ser un poco excluido, no recibir apoyo por parte del Estado, no tener voz. Implica estar en un pueblo olvidado. Ser un poco discriminado de la sociedad”. Al “no haber organizaciones por parte del Estado que nos apoyen”, prosigue su relato Rafael, “hay varias ONG que no son peruanas que sí tratan de valorarnos y de fortalecer nuestras culturas”.

Una de estas organizaciones es la española Madre Coraje, quien los ha invitado a venir a España. Madre Coraje realiza una importante labor en Perú para favorecer la escolarización de los niños y niñas de estas comunidades.

“Nosotros en la selva cultivamos plátano, yuca y otros productos para nuestro consumo. Nuestras casas son de paja, de madera, no como acá, que ustedes tienen cemento”, cuenta Guadalupe. En ese escenario sucede que “en nuestras comunidades no hay cerca instituciones, los niños viven lejos y no van al colegio”. Gracias a lugares como la Aldea del Niño Beato Junípero, los niños y niñas, como en su día Guadalupe, pueden estudiar porque allí, entre otras cosas, hay un albergue para que los niños puedan vivir.

En Aldea del Niño Madre Coraje y otras ONG trabajan por la Educación de estos menores, “nos apoyan con alimentos, útiles escolares, medicinas, ropa y otras cosas. Y gracias a esos apoyos hemos podido estudiar y hemos podido salir adelante”, cuenta Guadalupe.

Madre Coraje y otras organizaciones trabajan también en Nopoki, donde Guadalupe y Rafael estudiaron “Educación”, como recuerda Guadalupe, se conocieron y se casaron. Tras finalizar sus estudios, “ahora trabajamos en nuestras comunidades, enseñando a los niños de la comunidad”. Guadalupe da clase en Infantil y Rafael en Primaria. Ante la pregunta de si tienen muchos alumnos, Guadalupe contesta orgullosa, “sí, ¡yo tengo 22!”.

Guadalupe vive la discriminación a la que se refirió Rafael intensificada por el hecho de ser mujer. “En la selva existe mucho machismo”. Esto dificulta, entre otras cosas, el ya de por sí difícil acceso a la Educación. “A veces los padres no confían en que sus hijas vayan a estudiar, piensan que se van a quedar embarazadas…” Así que “no les dejan la oportunidad de estudiar, prefieren que se queden en la casa, dedicarse al hogar”.

Dada la situación, en Nopoki “nos han formado también para regresar a nuestras comunidades y ayudar”, continúa, así que “yo a veces en mi cole hago charlas con las madres y con las hijas para la identidad de género, para ver que las mujeres también podemos, que tenemos derecho, que podemos gobernar”. Algo que caracteriza también a estos pueblos originarios es su relación con el entorno.

“Nosotros en la Amazonía tenemos una forma de vida, una convivencia armónica con la naturaleza y los seres humanos”, explica Rafael, que se lamenta de que “algunas acciones y empresas están tergiversando ese estilo de vida, talando árboles, contaminando el río. Dañan el medio ambiente, los bosques.

Ya no hay esa convivencia armónica que teníamos antes con la naturaleza”. Esta relación con su entorno es tan natural para ellos que cuando pregunto a Rafael si tratan estos temas medioambientales en la escuela, dice que no hace falta, dando a entender que allí todo el mundo lo sabe, es algo muy obvio para ellos. “Nosotros sabemos que los tenemos que cuidar porque nos dan de comer. Nos ayudamos mutuamente, nuestros hermanos del bosque, nuestros hermanos del agua. Vamos con ese enfoque”.

Hoy Rafael y Guadalupe están “encantados de estar en España”. Han hablado “con voluntarios y con los medios de comunicación para ver en qué manera se puede ayudar a las personas que menos tienen”, explica Rafael. “Y para que sepan que las ayudas que están dando sí están llegando a las comunidades. Nosotros somos el producto de ese apoyo y de esa ayuda”, prosigue. Así que, “venimos a dar nuestro testimonio agradeciéndoles a ustedes, sobre todo a las personas que tienen buen corazón y que ayudan al desarrollo de nuestras comunidades.

Necesitamos más personas que nos ayuden porque en la selva hay necesidades que no podemos solucionar”, concluye. Desde Madre Coraje animan a los docentes y centros escolares españoles a que colaboren con la causa. Mucho del material escolar que envían a Perú, por ejemplo, lo han recogido en centros educativos españoles.

Los interesados en contactar con ellos, pueden hacerlo a través de los teléfonos 677 63 88 86 y 91 814 14 45, y del correo electrónico: madrid@madrecoraje.org.

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